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El seriéfilo: noviembre de 2014

Hablemos claro de una vez: noviembre es el mes más innecesario que existe. Estoy seguro de que está ahí puesto únicamente para que cuadren bien las estaciones; seguro que originalmente los últimos meses del año eran septiembre, octubre y diciembre pero, claro, a la hora de equilibrar la primavera, el verano, el otoño y el invierno… Dos meses y tres cuartos para cada estación resultaba poco serio. Algo había que hacer. Por ejemplo, inventarse algún mes con un nombre parecido para que no se notara mucho. Aunque fuese algo para salir del paso y pensar algo mejor más adelante. ¿Noviembre? Cojonudo: suena casi igual que septiembre y diciembre. Lo metemos por ahí en medio para que nadie se dé cuenta y listo.

Esta debe ser la explicación y no otra, amigos míos, de las ansias que todo el mundo tiene  por que se acabe noviembre y llegue diciembre, con sus fiestas y demás parafernalia. Seamos sinceros: en un ranking de los peores meses del año, seguro que noviembre ganaría por abrumadora mayoría. Los únicos que no lo votarían serían aquellos que nacieron en ese triste mes, pobrecillos ellos, y unos pocos lunáticos más. Y como el mundo de las series es un reflejo fiel de la realidad en la que habitamos, este mes es un desastre, sin chicha, sin grandes estrenos, lleno de series que acaban o que directamente cogen vacaciones hasta el próximo año (sí, las series también tienen derecho a descanso, lo dice su convenio colectivo). Fíjense cómo será la cosa, que he terminado más series este mes que en todo lo que llevo de año. Es una sensación frustrante. No se lo deseo a nadie.

¿Exagerado? Esta vez, no. Porque en estos treinta días he visto morir Glue (Channel 4), Hell on Wheels (AMC), Peaky Blinders (BBC Two), The Honourable Woman (BBC – SundanceTV), Transparent (Amazon Studios) y El fin de la comedia (Comedy Central). Por si eso no fuera suficiente, se han cogido vacaciones a mitad de mes así, sin avisar, Agents of S.H.I.E.L.D. (ABC), How to Get Away with Murder (ABC) y  The Blacklist (NBC); y para colmo Forever (ABC) y Resurrection (ABC) andan a medio gas (con solo dos capítulos en todo el mes). Un desastre. Ha sido un auténtico desastre.

Como digo, en cuanto a novedades ha habido poco que llevarse a la boca: quizá la vuelta de Gillian Anderson (sí, sí, la de «la verdad está ahí fuera», la Scully de Expediente X) con la segunda temporada de The Fall (BBC Two), una de las series revelación del año pasado (gracias, entre otras cosas a la siempre impecable factura inglesa) en la que interpreta a una detective de homicidios que trata de dar caza a un asesino en serie de Belfast. Lo novedoso del asunto es que la narración muestra tanto los pasos de la policía como los del asesino, generando momentos de mucha tensión en los que ambos caminos casi se cruzan y… hasta ahí puedo leer.  El otro estreno, El fin de la comedia (Comedy Central), ha sido en mi opinión la mayor sorpresa del mes por varios motivos: primero, porque es una comedia (como habréis podido intuir, ávidos lectores, por el título); segundo, porque es española; y tercero, porque aunque recuerda mucho a Louie (la serie del humorista americano Louie C. K.), con un planteamiento prácticamente idéntico (el hilo conductor es la vida de un cómico fuera del escenario), Ignatius Farray le da un toque personal y único que da como resultado una comedia agridulce. Si continúa así, hará las delicias de sus seguidores, pero también de los amantes del humor en general, porque, a pesar de lo que podría parecer a la vista del protagonista, los mejores gags de la serie no tienen nada de escatológico y huyen en general de la risa más gruesa.

En honor a la verdad, he de confesar que hubo otros dos estrenos reseñables, aunque por falta de tiempo en un caso y por la simple pereza que este mes incomprensible me transmite, en otro, prefiero no dar una opinión en profundidad sobre ellos. Uno es el arranque de la tercera temporada de Ripper Street (Amazon Studios), una serie a la que esperaba con muchas ganas y espero poder comentar el próximo mes; la otra, el estreno de la tercera temporada de The Newsroom (HBO), que aún no he llegado a catar en profundidad.

En fin, no se pueden esperar muchas más novedades en un mes tan prescindible como este,  por lo que, a falta de sorpresas, la calidad la puso la vieja guardia. Hijos de la anarquía (FX) nos ha dejado, tras una serie de capítulos desaforados, a la orilla de un final de temporada (set) y serie (partido) que confirman el buen hacer de Kurt Sutter (que comenzó su trayectoria con la mítica The Shield, también para el canal FX). Destaca también, por inesperado, el increíble resurgir de Homeland (Showtime): porque si el mes pasado comentaba que Carrie, Saoul y Quinn eran personajes capaces de mantener la serie, esas expectativas han sido sobrepasadas ampliamente, con unos episodios vibrantes, llenos de sorpresas, acción y tensión (mucha tensión), que han llevado la serie a cotas de entretenimiento que no alcanzaba desde su primera temporada. Por el contrario, series contrastadas como The Walking Dead (AMC) o The Good Wife (CBS), de las que siempre se espera mucho, se han sumido, quizá contagiadas por la apatía inherente a este mes, en unos capítulos bastante prescindibles, sobre todo en el caso de los zombis. Hay que recordar que, en este caso concreto, por desgracia ya estamos acostumbrados a sufrir los bajones de calidad de cada una de sus cinco temporadas.

Aprovecho el inciso muerto-viviente para confesar que, con el paso del tiempo,  le he cogido cariño a la serie Z Nation (Syfy), y por lo que parece no debo de ser el único porque ha sido renovada por una segunda temporada. Lo absurdo de sus guiones y la dejadez de su producción hacen que, en cuanto asumes lo que estás viendo, disfrutes como un enano esperando la siguiente locura de los creadores de esta postapocalíptica road-movie con zombies de serie B.

 

Mi ración de polémica del mes la reservo para The Affair (Showtime), a la que considero el gran bluff de la temporada: con unos protagonistas míticos (nada menos que los actores que daban vida al gran Jimmy McNulty en The Wire y a la brillante Alice Morgan de Luther) y una narración novedosa (la mitad del capítulo desde el punto de vista de uno y la otra mitad desde el de la otra), la serie no transmite nada. Personalmente, situaría el interés que despierta la historia en algún punto entre el poco y el nada. Obviamente, el resto del mundo no opina igual, ya que The Affair cosecha muy buenas críticas entre los profesionales y ha sido renovada por otra temporada.

El resto del mes transcurrió sin sobresaltos, sólidamente flanqueado por el buen hacer de Los 100 (CW), serie futurista de aventuras que como ya había comentado tiene una trama muy entretenida y más adulta de lo que se le suponía por el canal de donde viene. Entre el resto de segundas figuras habituales, Gotham (Fox) cada vez se está haciendo más intensa; The Flash (CW) sigue siendo entretenimiento en estado puro (nada más… y nada menos); y Sleepy Hollow (Fox) continúa mezclando acertadamente el tono de la película La búsqueda (National Treasure, 2004) con la acción sobrenatural  y unos protagonistas que cada vez más tienen más química.

Como el buen seriéfilo siempre pone al mal tiempo aún más series, por fin pude hincarle el diente a Transparent (Amazon Studio), un comedrama que progresivamente va dejando la comedia en un tercer o cuarto plano y alcanza un tono general que le sienta muy bien a una pequeña y entrañable historia, protagonizada por una familia judía, que va más allá de la transexualidad y la homosexualidad, reflexionando sobre sentimientos como la soledad, el amor, la incomprensión o el rechazo. Transparent es un estudio sobre cómo sobrevive el concepto de familia una vez que dinamitas sus pilares más sólidos.

Y para acabar, hacer al menos mención de Kingdom (Audience Network), solvente drama con el mundillo de la M.M.A. (Mixed Martials Arts) como trasfondo, pero que debido al canal que lo emite y a su escasa repercusión no creo que llegue jamás al gran público. A pesar de ello, con un piloto muy bien dirigido y exprimiendo la originalidad del ambiente de los gimnasios y la lucha profesional, la serie logra sentar las bases de una historia muy entretenida y superior a la media.

Y ahora sí, me despido de todos hasta la próxima entrega, que llegará tras un mes mucho más interesante. De hecho, ahora mismo voy a seguir con la carta para Papá Noel, porque este año he sido bueno, he visto muchas series y tengo que pedirle que me traiga aún más.

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4 comentarios

  1. Me la apunto para poner al día estas Navidades, la verdad que los diálogos de Sorkin me parecieron demasiado pretenciosos…¡es que hasta el botones habla como un filosofo!…y la historia es demasiado idealista, falta más miseria humana jeje. Pero me fío y este mes me trago la segunda y tercera (y última) temporada

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