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Federer vs. Nadal (IV): la confirmación de la alternativa (Dubai, 2006)

En 2006, los aficionados al tenis pudieron disfrutar de nada menos que seis enfrentamientos entre Roger Federer y Rafa Nadal. El primero de ellos sirvió para decidir el campeón del torneo de Dubai y puso punto final a la impresionante racha de cincuenta y seis victorias seguidas sobre pista dura del campeón suizo. La derrota del número 1, sobre una superficie que en principio le era favorable, era la segunda de las cinco que Federer sufriría de forma consecutiva frente al tenista balear. Su abatimiento al final del encuentro dejaba entrever el creciente desgaste psicológico de la sombra que, de forma cada vez más evidente, parecía cernirse sobre la resplandeciente trayectoria del suizo.

Nadal y Federer con Bjon Borg

Más golpes que nunca

Roger Federer y Rafa Nadal vivieron la temporada más intensa de su rivalidad personal, al menos en términos cuantitativos, con tan solo veinticinco y veinte años respectivamente. Los seis enfrentamientos directos que tuvieron que afrontar aquella temporada dan idea del nivel demostrado por los dos campeones, que finalmente se repartirían entre ellos los cuatro grandes (aunque, eso sí, de forma muy desigual: tres para Federer y uno para Nadal). Su hegemonía no conocería rival hasta la definitiva eclosión del serbio Novak Djokovic que, a pesar de haberles sucedido con enorme solvencia en el trono del tenis mundial, no ha conseguido borrar de la mente de los aficionados la sensación de que el tenis sigue viviendo los estertores de una histórica rivalidad que, probablemente, ya no reverdecerá.

Sin embargo, hace ya casi una década, al comienzo de la temporada 2006, el suizo y el español se estaban internando en el capítulo más denso de su historia común. Nadal había ganado su último enfrentamiento directo en las semifinales de Roland Garros de 2005, pero Federer había conseguido la victoria en el último partido que ambos habían disputado sobre una pista rápida como la de Dubai. Y quizá apoyándose en las claves de ese último precedente positivo, el número 1 arrancó imparable la final disputada en el Aviation Club Tennis Centre: con un gran porcentaje de primeros saques (seis aces incluidos), pudo jugar al ataque, tal y como le gusta, y mantener sus servicios con solvencia. Al resto, el de Basilea consiguió mantener la precisión presionando al balear que, ante un Federer en estado de gracia, no pudo hacer mucho más que cualquier otro jugador. Y es que cuando el suizo juega en plenitud sobre pista rápida, lo único que pueden plantearse sus rivales es aplaudir, agradeciendo ser testigos privilegiados de espectáculos como el que el número 1 dio durante los escasos veinte minutos que duró el primer  set del partido (6-2 para el suizo).

¿En manos de Federer?

Roger Federer - Dubai 2006Uno de los problemas que Roger Federer padece cuando se enfrenta a Rafa Nadal es que el español le obliga constantemente a jugar al 100%. Como la inmensa mayoría de los partidos de la carrera del campeón suizo se han saldado con su victoria, muchos parecen cortados por un mismo patrón: en los tramos del choque en los que Federer se muestra más inspirado, es capaz de abrir en el marcador unas brechas que sus rivales son incapaces de salvar, ante la imposibilidad de romper el granítico servicio del suizo. En cambio, cuando su rival es Rafa Nadal, Federer encuentra dificultades para estabilizar su juego tras explosiones de talento como las de la primera manga de Dubai. Si lo hubiera conseguido, podría haber planteado al español un intercambio de golpes y puntos que suele beneficiar a quien va por delante en el marcador y que, además, potencia sus excelsas cualidades técnicas. Pero esto no suele ocurrir frente a Rafa Nadal, un jugador que en ocasiones parece inasequible a la idea de derrota y que ha sabido aprovechar a lo largo de su carrera el más mínimo resquicio en el juego de sus mejores rivales para cambiar las dinámicas de los partidos y convertirlos en lo que más le conviene: una guerra de desgaste en la que los fallos pesan más que los aciertos, que beneficia su resistencia física y psicológica y en la que cada punto se convierte en un auténtico pulso.

Este efecto táctico hace que, en ocasiones, los partidos parezcan reposar exclusivamente en manos de un Federer que se impone en los tramos del partido en los que se muestra más inspirado y comienza a cometer fallos aparentemente incomprensibles poco después. Es en esos momentos, en los que parece enmarañarse innecesariamente, en los que da vida a un fajador como Rafa Nadal, que no necesita más que una pequeña bajada en la intensidad del juego del tenista de Basilea para meterse de nuevo en el partido repleto de confianza.

Un Nadal todoterreno

Rafael Nadal - Dubai 2006El uso recurrente de la metáfora pugilística del fino estilista (Federer) frente al duro fajador (Nadal), muy potente a nivel mediático, ha estereotipado la figura conjunta de estos dos campeones, que no podrían haber construido semejante rivalidad sin ser, ambos, un compendio de cualidades tenísticas. Federer siempre ha sabido sudar la camiseta (no se puede jugar así sin entrenar muy duro) y Nadal es cualquier cosa menos un frontón que devuelve todas las bolas de cualquier forma. De hecho, con muy pocas temporadas en el circuito profesional a sus espaldas, el balear ya estaba empezando a dominar los diferentes registros que las distintas superficies del circuito exigen a los tenistas: diversos desplazamientos, golpeos, estrategias… Y aunque la primera gran victoria de Nadal sobre una superficie que no fuera tierra batida se demoró hasta 2008, sus resultados en pista rápida no paraban de mejorar. A estas alturas de su carrera, el tenista manacorí empezaba a alinear las botellas de agua y a ajustarse las lengüetas de sus zapatillas de forma compulsiva en los descansos reglamentarios, cada tres juegos. Se iba acercando, paso a paso, al jugador total que acabaría siendo.

Gracias a su progresiva adaptación a este tipo de condiciones, el manacorí pudo aprovechar la oportunidad que Federer le brindó para meterse en la final de Dubai: en un inicio de set marcado por los errores no forzados, los dos jugadores fueron manteniendo su servicio hasta el ecuador de la segunda manga. Sin embargo, las sensaciones eran otras: Nadal empezaba a dominar los intercambios más largos e incluso comenzaba a pasar con solvencia a un Federer que, hasta entonces, había ganado casi todos los puntos en los que había subido a la red. Señal de que el suizo ya no se iba hacia delante en las mismas condiciones.

A pesar de todo, Federer logró situarse a un solo break de poder servir para ganar el torneo. Fue entonces cuando Nadal subió un peldaño más en su juego y recuperó su estilo más agresivo de pista rápida, logrando mantener su saque con autoridad. Para entonces, el lenguaje corporal de ambos empezaba a ser diferente al del primer set. En el siguiente juego, el español acabó de desnivelar la balanza a su favor: imprimiendo una enorme seguridad a todos sus golpes, rompió el servicio de un Federer definitivamente cortocircuitado que, incapaz de ganar un solo peloteo largo, realizó varias subidas suicidas a la red. El resultado fue un juego en blanco a favor de Nadal que, inmediatamente, aseguraba la ruptura con un servicio en el que todos los puntos correspondieron a su rival: Federer consiguió dos puntos pero acumuló cuatro errores que hicieron subir el 1-1 al marcador.

Un número 1 abatido

Rafael Nadal - Dubai 2006 - 2Aprovechando el impulso del final del segundo set, Rafa Nadal arrancó la última manga ganando dos juegos consecutivos. A pesar de ello, Federer apretó los dientes y logró aunar nuevamente acierto y esfuerzo, dando paso a la fase más intensa del encuentro, en la que los dos campeones dieron lo mejor de sí. Con la versión más alegre de su juego de vuelta, el suizo recuperó el break que había cedido al inicio de la tercera manga del partido y amenazó en al menos otra ocasión el servicio de Nadal; sin embargo, el balear logró resistir la acometida del número 1 refugiándose brevemente en su esquema más tradicional de juego frente a Federer, castigando su revés y aprovechando sus errores.

Con 4 iguales en el marcador y con Federer esperando para servir un juego de vital importancia, el público estaba entregado a un espectáculo que, con cada golpe, hacía subir enteros la importancia real de la final de un torneo ATP world tour 500, la tercera categoría del circuito de tenis tras los Grand Slam y los masters 1000. En ese momento decisivo, Rafa Nadal fue un poco mejor que su rival.

Y es que, tanto en los tie break como en los tramos especialmente significativos de los partidos, Nadal suele combinar con resultados demoledores sus mejores golpes con la capacidad única que tiene de cometer pocos errores. De este modo, los instantes más tensos de sus choques suelen resolverse favorablemente para el manacorí, incluso cuando tiene frente a él a tenistas de la categoría de Federer. Los dos últimos juegos de la final del torneo de Dubai de 2006 siguieron este mismo patrón: con un equilibrio máximo sobre la veloz pista del Aviation Club Tennis Centre, Nadal logró el break que a la postre resultó decisivo gracias a un tremendo resto directo que le puso en ventaja, apuntalado por un error muy grosero de Federer que se había visto obligado a jugar con segundos saques y, con toda la pista disponible, envió una bola muy clara al pasillo de dobles. Por si esto fuera poco, durante el siguiente juego (en blanco a favor de Nadal) incluso la suerte pareció darle la espalda: en el penúltimo punto del partido, la red intervino enviando a la línea un passing shot de Nadal e, inmediatamente después, escupió fuera de la pista el golpe de Federer, que había hecho un tremendo esfuerzo por alcanzar la pelota. Cabizbajo, el suizo no opuso resistencia en el último intercambio del encuentro.

Rafael Nadal con el trofeo de Dubai 2006Nadal se derrumbaba de alegría en la parte superior de las pantallas de los aficionados al tenis de todo el mundo, mientras Federer se dirigía hacia la red, visiblemente afectado, para felicitar al ganador. Como en las grandes ocasiones, el tenista balear se mostró especialmente emocionado mientras aplaudía al público en uno de sus gestos más característicos. Sin embargo, por una vez, quizá merezca más la pena dirigir los focos hacia el perdedor: Federer se quedaba con un balance particular de una victoria y tres derrotas en sus enfrentamientos con Rafa Nadal y, muy probablemente, la de Dubai, aunque mucho menos importante que la de Roland Garros, fue para él una derrota muy dolorosa. Roger Federer no solo era consciente de que había jugado bien, sino que lo había hecho sobre pista rápida. Esta vez su derrota no era fruto del desconocimiento de su joven rival, ni del altísimo nivel que este demostraba tener en tierra batida. En aquel primer partido que ambos disputaron en 2006, el número 1 del mundo no había perdido el partido. Rafa Nadal le había ganado en su propio terreno.

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Un comentario

  1. Enhorabuena por el artículo !! Me parece una decisión buenísima realizar esta retrospectiva y con este grado de análisis en el detalle, para entender los por que de la situación actual . Os ánimo a seguir con esta vía y el momento del estallido definitivo de Djokovic.
    el Tenis es terriblemente psicológico , y es en los pequeños detalles de un partido donde se decide la situación mental de un jugador con otro en el cara a cara. en un mismo tiempo se han juntado tres jugadores que son historia de este deporte y cada uno de ellos ha sido la medida y superación/ mejora del otro .

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