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La cabeza del líder del ISIS tiene precio en la guerra infinita – 14 de junio de 2017

Abu Bakr Al-Baghdadi es un fugitivo a la carrera: el líder del ISIS ya no puede estar ni en Raqqa ni en Mosul, las capitales de su califato acosado por aire y tierra. Ha huido y a su cabeza le han puesto precio. Cuesta 25 millones de dólares, que es lo mismo que ofrecía Estados Unidos por Bin Laden o por Sadam Hussein. Ahora se repite el tamaño del botín confiando en el mismo desenlace. A Bin Laden lo mató un comando de los Navy Seals que sabía dónde dormía porque la CIA había sobornado a militares paquistaníes. A Sadam lo colgaron un mes después de que lo sacasen de su escondite. La madriguera de Hussein estaba en territorio ISIS. Oficialmente, nadie cobró por la delación.

Al líder del DAESH se le supone moviéndose sin parar, pues el acoso no le permitiría quedarse en el mismo lugar durante más de 72 horas. Para eso están las recompensas: para multiplicar ojos y orejas en el desierto y sumarle preocupaciones y neuras al perseguido, que reduce el número de escoltas para llamar menos la atención. El último discurso de Al-Baghdadi es de noviembre, justo antes del inicio de la batalla de Mosul que ahora está perdiendo. Animaba a los suyos a combatir a los infieles y a hacer que su sangre fluyese como ríos. Posiblemente se refería a los ríos del viejo paraíso, pero el Támesis o el Sena también dan gloria.

El Estado Islámico se extiende en Siria por el río Éufrates. Nace en el Cáucaso turco, atraviesa Siria y desemboca en el Golfo Pérsico, que es el morir. En los alrededores sirios del Éufrates están los pozos petrolíferos que alimentan al ISIS, que sigue vendiendo crudo con o sin líder del califato en lo alto del minarete. Por esa tierra pelean ahora sirios, kurdos, estadounidenses, suníes y chiíes. El cielo lo surcan aviones made in USA, made in Rusia o made in France con alas cargadas de fuego para hacer justicia al último atentado. Dicen que a Al-Baghdadi le acertaron una vez y que no lo mataron. Estando tan conectado a Dios, puede haber sido un milagro.

Pero matar al líder fugitivo no acaba con su estirpe. La víspera de los asesinatos de las chicas de las terrazas de París y de los heavys del Bataclán, Estados Unidos bombardeó a uno de los jefes del ISIS. Los atentados siguieron adelante. Lo mismo ocurrió con la Al Qaeda de Bin Laden, viva en Afganistán y en la Siria desangrada, o en Irak, donde los militares sobre los que ya no mandaba Sadam organizaron una escisión que llamaron Estado Islámico. A los que dicen que la guerra no es la respuesta eficaz contra el terror los llaman buenistas utópicos. Ingenuos. Los dueños de las bombas, realistas, ya nos preparan para ver a Al-Baghdadi saltar por los aires, cantar victoria, y ahorrar para la próxima recompensa.


Notas de Extramuros es una columna informativa de Siglo 21, en Radio 3. Puedes escucharla en el siguiente audio y acceder al programa pulsando aquí. También puedes revisar todas las Notas de Extramuros en este tumblr.

Víctor García Guerrero
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