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Ned Kelly y la ‘Jerilderie Letter’

Pocas figuras, por no decir ninguna, han calado tanto en el imaginario de Australia como la de Ned Kelly. La corta historia del país ayudó, sin duda alguna, a la popularidad del forajido originario de la región de Victoria. Este terminó convertido en la imagen arquetípica de los bushrangers, aquellos hombres que huían a las zonas salvajes australianas para escapar de la ley y sobrevivían en medio del campo. Pero por suerte para nosotros, Ned Kelly es más que una figura casi mítica, también es un autor que pudo dejar por escrito su versión de la historia.

Ned Kelly mirada

Gracias a esa dimensión literaria, Ned Kelly consigue trascender la historia que se nos narra de él, consiguiendo poner una voz personal y única que arroja luz sobre su epopeya personal. Pero también nos permite fijarnos en nuevas sombras y cuestionarnos hasta qué punto podemos ser fieles al hablar de nosotros mismos.

Resumiendo la vida de un forajido

A photograph of a police mugshot of Ned Kelly, aged 16, at the Old Melbourne Gaol

No sabemos con seguridad la fecha de nacimiento de Ned Kelly, aunque todo parece indicar que vio la luz en torno a diciembre de 1854. Su padre era John «Red» Kelly, un irlandés que había llegado a Tasmania condenado seguramente por el delito de robar cerdos en su isla natal. Tras pasar siete años en prisión fue puesto en libertad y se estableció como carpintero y buscador de oro en la región de Victoria, donde conoció a la que sería su esposa y madre de Ned Kelly, Ellen Quinn. Sabemos que en 1865 «Red» Kelly fue condenado de nuevo, ahora por posesión ilegal de carne. Tengamos en cuenta que en aquellos momentos uno tenía que justificar de dónde había sacado ese tipo de suministros o enfrentarse a una condena por robo. Los seis meses que pasó en la prisión de Kilmore acabaron con su salud y falleció poco después.

La vida del joven Ned Kelly estuvo marcada por lo tanto por el crimen y la brutalidad de la justicia colonial desde su niñez. Ya en 1864 tuvo su primer encontronazo con la ley, acusado de atracar a un mercader chino. A pesar de que fue declarado inocente, a día de hoy todavía hay dudas entre los historiadores al respecto de lo sucedido. Lo cierto es que las relaciones de Ned Kelly con la justicia se volverían desde entonces muy habituales. Así en 1870 volvió a estar arrestado un mes a cuenta de diferentes crímenes junto al forajido Harry Power, aunque, de nuevo, consiguió eludir cualquier castigo.

No tuvo la misma suerte un poco más tarde y en octubre del mismo 1870 fue condenado a tres meses de prisión por asaltar a un hombre y amenazar a su esposa. Apenas salió de la cárcel volvió a ingresar en la misma, esta vez por un periodo de tres años, por haber montado un caballo que, sin su conocimiento, era robado. No saldría de prisión hasta 1874, cuando aprovecharía para enfrentarse y derrotar en un combate de boxeo sin guantes al mismo hombre al que debía su condena, el forajido «Wild» Wright. En septiembre del mismo año fue detenido por estar borracho y asaltar a la policía en el pueblo de Benalla. En ese momento tuvo su primer encontronazo con el agente de la ley Lonigan, al que diría que nunca había disparado a un hombre, pero, si lo hacía alguna vez, él sería el primero.

Alexander FitzpatrickEl suceso que inició la leyenda de Ned Kelly, sin embargo, no contaría con su presencia. El llamado incidente de Fitzpatrick tuvo lugar en abril de 1878, cuando el oficial Alexander Fitzpatrick decidió acudir a la casa de los Kelly para detener a Ned a pesar de que la policía tenía la orden de no acudir nunca en solitario a dicho lugar. La narración de los sucesos es muy compleja y a día de hoy es imposible saber qué sucedió en realidad, pero el resultado final fue que el oficial denunció que le habían agredido y disparado en el hogar de los Kelly, lo que terminó con la condena de cárcel para tres acusados. Entre ellos estaba la madre de Ned Kelly, que fue condenada a tres años de prisión con trabajos forzados. Según Ned Kelly, entonces él se encontraba a doscientas millas de su casa. Este ataque a su familia fue lo que hizo que definitivamente se convirtiese en un forajido y en un bushranger. A la hora de juzgar los hechos, no podemos dejar de mencionar que el oficial Fitzpatrick terminó siendo despedido de la policía por borracho y perjuro. El juez Barry, que instruyó la causa, llegó a declarar que si Ned Kelly hubiese estado presente en el juicio le habría condenado a quince años de prisión. Desde luego, la relación de nuestro hombre con la justicia no podía ser peor.

Para entonces, la cabeza de Ned Kelly ya valía cien libras. También contaba ya con su propia banda, formada por el propio Ned Kelly, su hermano Dan y sus amigos Joe Byrne y Steve Hart. En octubre de 1878 la policía trató de capturarlo usando dos grupos de cinco y cuatro hombres para tratar de localizarlo en la tierra salvaje en la que se refugiaba. Entre los cuatro se encontraba el mismo agente Lonigan al que Ned Kelly había amenazado unos años antes. La cuadrilla de Kelly sorprendió a sus perseguidores y el mismo Lonigan, junto a su compañero Scanlon y el sargento Kennedy, acabaron muertos. El único representante de la ley que consiguió huir fue McIntyre, que se había rendido a sus atacantes. Es imposible saber a día de hoy si Ned Kelly hubiese respetado la vida del resto de los contendientes si estos se hubiesen entregado, como él mismo declaró con posterioridad. Lo único cierto es que tras este suceso la recompensa por su cabeza ascendió hasta las quinientas libras y el parlamento de Victoria le declaró fuera de la ley junto a sus compañeros. Así, a partir del 1 de noviembre de 1878, cualquiera podía dispararles libremente, eliminando la necesidad de arrestarlos y su derecho a un juicio justo. También castigaba a aquellos que los ayudaran, cobijaran o les dieran comida, así como a quienes ocultasen información a las autoridades. La pena podía alcanzar los quince años de cárcel.

NSW-Reward-8000El resultado de dicha condena pública fue la decisión de Ned Kelly de llevar a cabo dos robos de bancos. Tanto en Euroa como en Jerilderie la estrategia fue muy similar y se basó en la toma de rehenes y el posterior atraco a la sucursal bancaria sin necesidad de realizar un solo disparo. En Jerilderie, para que el insulto a las autoridades fuese aún mayor, se capturaron entre otros a los oficiales de la policía local, que en esta ocasión fueron liberados sin sufrir ningún daño. Es durante este periodo cuando la opinión pública comienza a ponerse definitivamente del lado de los forajidos, azuzada por dos motivos diferentes. El primero fue la detención de todos los conocidos y allegados de los fuera de la ley durante tres meses, sin falta de ningún tipo de prueba ni de acusación. El segundo derivó de la costumbre mostrada por Kelly y sus compañeros de destruir los documentos bancarios del banco durante el atraco, lo que fue visto como una venganza hacia los poderosos y una señal de ayuda a aquellos que estuviesen endeudados con la entidad financiera. A pesar de que su jugarreta no funcionaría en Jerilderie (el Bank of New South Wales tenía copias de todos los contratos hipotecarios en Sidney), las autoridades no podían dejar pasar este comportamiento. La recompensa por la captura de la banda alcanzó durante estas fechas la increíble cantidad de ocho mil libras esterlinas.

Tras los robos, el segundo de los cuales fue realizado en febrero de 1879, no se supo nada más de nuestros hombres hasta junio de 1880. Durante ese tiempo, la orden para su arresto había dejado de estar en vigor tras la disolución del parlamento. Solamente Dan y Ned Kelly eran hombres buscados oficialmente. Desconocemos qué motivos exactos los llevaron entonces a decidir que su siguiente acto sería acabar con la vida de uno de los principales informadores de la policía. Aaron Sherritt había sido amigo de la infancia de Joe Byrne y era de esperar que este lo considerara entonces un traidor. Vivía protegido por cuatro agentes de la ley en su granja y era famoso, entre otras cosas, porque si no tenía nueva información para vender se la inventaba. Su asesinato fue llevado a cabo por Joe Byrne en la propia casa de Sherritt mientras el resto de sus compañeros mantenía a la escolta atrapada entre los muros durante doce largas horas, amenazándolos con prender fuego a la casa. Finalmente los asaltantes se fueron; muchos creen que por entonces Ned Kelly ya no consideraba a las autoridades de Victoria una amenaza real, sino más bien una panda de incapaces.

Ned Kelly antes de ser ejecutadoPoco después llegarían los sucesos que colocan a Ned Kelly finalmente en la mitología australiana. Decidido a librarse de sus perseguidores pensó que la mejor idea era sabotear el tren que trajese los refuerzos a la altura del pueblo de Glenrowan. Para estar preparados, los forajidos contaban con unas armaduras de metal pensadas para repeler las balas, las cuales alcanzaban un peso de cuarenta y cuatro kilos y les protegían todo el cuerpo salvo las piernas. Ned Kelly y sus compañeros procedieron a tomar más de sesenta rehenes en Glenrowan y planeaban encargarse de los pasajeros del tren cuando este pasara por el lugar. Sin embargo, un profesor de escuela, Thomas Curnow, consiguió avisar a las fuerzas de la ley y estas se apresuraron a tomar posiciones y preparar una ofensiva sobre el hotel en el que se encontraba la banda.

El enfrentamiento duró desde la madrugada hasta más allá de las tres de la tarde. A lo largo del mismo los hombres de Kelly fueron liberando a los rehenes, hasta el punto de que las únicas muertes de civiles en la lucha fueron causadas por la policía. Ned Kelly fue el encargado de salir del hotel al abrigo de la noche para tratar de caer por la espalda de la policía y acabar con el asedio. Finalmente fue capturado cuando uno de sus rivales consiguió darse cuenta de su punto débil y ordenó dispararle a las piernas. Para entonces Joe Byrne ya había muerto en el hotel a causa de un disparo perdido que le alcanzó en la cabeza. Dan Kelly y Steve Hart fenecerían en el incendio con el que se trató de finalizar la confrontación. Sus cuerpos se hallaron tirados uno frente al otro, nunca se supo si habían muerto en la refriega o se habían suicidado ante la perspectiva de ser capturados.

Ned Kelly fue el único miembro de su banda que sobrevivió a Glenrowan para ser juzgado en octubre de 1880 en Melbourne. El resultado del juicio fue el esperado: pena de muerte por ahorcamiento. Ned Kelly pudo entrevistarse con sus familiares antes de ser ahorcado el 11 de noviembre de 1880. Se dice que su madre le dijo que debía morir como un Kelly. Y sin duda lo hizo. Caminó voluntariamente al cadalso y se ahorró palabras grandilocuentes. No sabemos con certeza qué dijo, pero un periodista de la época se limitó a poner por escrito que lo último que salió de sus labios fue un sencillo «oh, bueno, supongo que tenía que terminar así».

Referentes históricos y míticos para entender la leyenda de Ned Kelly

Ned Kelly at Bay

Ned Kelly fue un hombre que tuvo una vida corta pero intensa. Murió antes de cumplir los veintiséis años, pero se convirtió en una figura casi mitológica para la cultura australiana. Su desprecio por las fuerzas de la ley británicas, el hecho de que no asesinara a ningún inocente durante sus correrías y su costumbre de destruir los registros de los bancos cuando los atracaba hicieron que gran parte de la población se posicionara de su lado. Ned Kelly era un icono, más que una persona.

La construcción de su imagen post mortem estuvo marcada por el éxito de nuestra concepción actual de Robin Hood. La romántica versión que manejamos a día de hoy del forajido inglés se debe a Walter Scott y su Ivanhoe (1823), aunque su perfeccionamiento se debió a Howard Pyle en su Las alegres aventuras de Robin Hood (The Merry Adventures of Robin Hood, 1887). Esto tuvo lugar, pues, apenas siete años después del ajusticiamiento de Ned Kelly, es decir, en el mismo momento cultural. Y si a los ingleses les venía bien un caballero sajón caído en desgracia que robaba a los ricos para dárselo a los pobres, a los australianos les venía mejor todavía un forajido que despreciaba al gobierno colonial, pero respetaba la vida de los demás hombres mientras atracaba bancos y trataba de acabar con las hipotecas que ahogaban a los pobres descendientes de irlandeses.

Grabado Ned KellyNed Kelly se construyó, además, sobre el mismo sustrato que dio vida a las figuras americanas de Billy «el niño» o Jesse James. Al igual que ellos, se convirtió en la personificación del hombre libre, enfrentado a una justicia que muchos entendían como corrupta y aparentemente invencible. Un héroe de nuevo cuño que acabaría cayendo muerto antes de que pudiese destruir su propia leyenda. La frontera, tanto la americana como la australiana, necesitaba de figuras jóvenes y activas.

Los consumidores de estas nuevas mitologías, debemos recordarlo, eran sobre todo los jóvenes. A pesar de lo que a veces creemos, la juventud siempre ha funcionado como el motor del cambio de la sociedad, desde los albores del tiempo. Del mismo modo que los punks ingleses del 77 creaban ídolos que destruían desde el interior una sociedad que despreciaban, al igual que los bisoños idealistas corrían a formar en los ejércitos de Napoleón, muchos crecían en Australia viendo en Ned Kelly un modelo a seguir en la lucha contra un poder policial que entendían ajeno y corrupto.

La figura de Ned Kelly no se diferencia así del resto de los iconos históricos que le rodean. Lo importante no son tanto sus propios actos, sino el modo en el que el lector se refleja en ellos. Ned Kelly no trasciende por ser un forajido, sino por haber conseguido que muchos jóvenes australianos vieran en él una imagen ideal, un hombre que fue condenado a convertirse en un rebelde y trató de ser lo mejor que le permitieron sus circunstancias. Ned Kelly no podría ser nunca un villano, sino un héroe.

La carta de Jerilderie

Jerilderie Letter Spread

Pero toda esta historia no deja de ser algo común a todos los personajes que podríamos equiparar a Ned Kelly. El forajido de leyenda, en la línea del ya mentado Billy «el niño», no deja de ser una figura bien conocida. Sin embargo, el australiano guardaba todavía una última bala para alcanzar la inmortalidad: su condición de autor.

En el segundo de sus exitosos atracos a bancos, que tuvo lugar en la ciudad de Jerilderie, el propio Ned Kelly se preocupó de desviarse de su objetivo para entregar una carta al contable del banco local, Edwin Living. Su primera intención había sido la de buscar al editor local para obligarle a que realizase un panfleto con la misma y lo distribuyese, pero este no estaba en la ciudad. Edwin Living rompió su promesa y no publicó la carta tras consultarlo con la policía y sus superiores en el banco, pero todavía a día de hoy contamos con el original y dos copias manuscritas de la misma.

No era su primer intento de contar su versión de la historia. Tras el atraco de Euroa ya había dictado una primera carta destinada al político Donald Cameron, que había sido muy crítico para con la actuación de la policía de Victoria. La carta alcanzó tanto a Donald Cameron como al superindentente de la policía John Sadleir. No llegó a ser publicada pero sí pudo ser leída por los periodistas. Seguramente la negativa de las autoridades a su edición fue el detonante de la carta de Jerilderie.

La misiva fue dictada por Ned Kelly a su compañero Joe Byrne. Está compuesta por cincuenta y seis páginas y más de ocho mil palabras. Se trata de una obra capital de la tradición oral australiana del siglo XIX, que casualmente fue escrita. En ella muchos han visto, por ejemplo, la confirmación de las leyendas que situaban al padre de Ned Kelly como amigo del famoso poeta convicto Frank the Poet.

A Convicts Tour to HellLa figura de Frank the Poet, nacido en 1811 bajo el nombre de Francis McNamanara en Belfast, es básica para la poesía popular australiana nacida de su condición de colonia penal. Frank the Poet publicó su obra más conocida, A Convict’s Tour to Hell, en 1839, cuando todavía era un convicto. Era un hombre de gran voluntad y con tendencia a ser flagelado y castigado por insubordinación que llegaría a ser enviado a la temible Van Diemen’s Land (actual Tasmania) de por vida. Sin embargo en 1849 lograría la libertad. Moriría en 1861 en Mudgee.

Todavía a día de hoy se discute la posible autoría de la que posiblemente sea la más importante balada convicta de la historia de Australia, Moreton Bay. Lo cierto es que muchos han querido atribuírsela a Frank the Poet, pero fuese así o no, tanto esta balada como A Convict’s Tour to Hell tuvieron que ser bien conocidos por Ned Kelly, que los cita y reelabora en su discurso. El lenguaje empleado también comparte su raíz con la obra de Frank the Poet. El padre de Ned Kelly había nacido en la población de Tipperary, en Irlanda, y su manera de hablar había pasado a sus hijos. A menudo se ha visto a Ned Kelly como una figura clave de la lucha entre los convictos y plebeyos irlandeses contra los ricos ingleses, algo fácil de comprender si uno lee la carta.

Del contenido de la misma merece la pena destacar que en ningún momento Ned Kelly se muestra avergonzado ni busca un perdón fácil. Está dando su propia versión de los sucesos y no busca la simpatía del lector sino su comprensión. Admite haber matado a los policías en Stringybark Creek y el resto de crímenes, y no se arrepiente de ellos. Lo que hace es, curiosamente, explicar por qué se produjeron.

Muchos han definido la carta como una confesión y como un manifiesto al mismo tiempo. El objetivo de Ned Kelly era mostrar cómo la policía de la región de Victoria había sido la causante de su condición de forajido y de su vida dedicada al crimen. Es cuando se refiere a los representantes de la ley que su lenguaje se vuelve todavía más florido y ocurrente, que la inventiva lingüística que se suele atribuir a los irlandeses se muestra con toda su fuerza.

Jerilderie Letter Page 42Ned Kelly no se contentó con vivir la vida de un forajido, sino que nos dejó por escrito por qué actuó de esa manera y cómo justificaba sus actos. La figura literaria de Ned Kelly, a diferencia de la del resto de sus equivalentes en otras latitudes, fue creada por él mismo. Y desde su propia óptica, Ned Kelly no podía existir: era demasiado grande para lo que le rodeaba. Vivía en un entorno que le atacaba y le condenaba al crimen, lleno de corruptos oficiales que merecían la muerte y donde su banda y él eran los auténticos gobernantes que liberarían a su pueblo.

Las últimas frases de la carta, con su puntuación casi inexistente, muestran claramente la fuerza de aquel que las dictó. Nos traen a un Ned Kelly que parece considerarse por encima del bien y del mal, de la propia existencia, dispuesto a acabar él mismo con la corrupción de Australia y capaz de amenazar a todo el gobierno colonial si hace falta. La última frase será siempre la herencia literaria de Ned Kelly, la voz del forajido australiano por excelencia:

«Doy cumplida advertencia a todos aquellos que tengan razones para temerme de que vendan todas sus posesiones y den diez libras de cada cien a las viudas y los huérfanos y no intenten residir en Victoria salvo por el más corto tiempo que les sea posible tras haber leído estas nuevas, ignorad esto y asumid las consecuencias, que serán peores que las del moho en el trigo en Victoria o las de la sed en una temporada seca para los saltamontes de Nueva Gales del Sur no quiero que la orden entre en vigor sin avisar con tiempo suficiente pero soy el hijo forajido de una viuda y mis órdenes deben ser obedecidas».

Ismael Rodríguez Gómez

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