Addams, Monster y Collins: gótico televisivo para todos los públicos
En la Norteamérica de los años sesenta coincidieron en televisión tres series que tenían como protagonistas a familias americanas estrechamente relacionadas con lo siniestro y lo sobrenatural: La familia Addams (The Addams Family), Los Monsters (The Munsters) y Sombras tenebrosas (Dark Shadows). El hecho de que estas tres series coincidiesen en su temática y fuesen emitidas en la misma década, y que además las dos primeras desaparecieran el mismo año que empezara a emitirse la tercera (1966), se debió más a una cuestión de competencia en el medio que a algún tipo de señal satánica del más allá. Aunque, ojo, si inviertes el 9 de 1966, e ignoras el 1, obtienes el número de la bestia… o algo.
La familia Addams
La familia Addams tiene su origen en las tiras cómicas one-liner que el humorista gráfico Charles Addams comenzó a realizar para The New Yorker a finales de los años treinta. La familia que le daría la fama a Addams (que paradójicamente ocupa una parte ínfima de toda su producción), y que adoptaría su propio apellido, estaba compuesta por unos personajes siniestros y de costumbres macabras que convivían en total normalidad con la realidad que los rodeaba, lo que servía de elemento cómico y suponía a su vez una crítica a las miserias de la vida familiar estadounidense. En los sesenta, el productor de televisión David Levy propuso a Addams crear una comedia de situación con sus personajes, para lo que tuvo que darles nombre y definir claramente sus personalidades. La ABC estrenó en 1964 La familia Addams, en blanco y negro (como las películas clásicas de terror), con la dirección de Stanley Z. Cherry y Arthur Hiller y la supervisión del propio Addams.
Gómez Addams (John Astin) era un padre de familia cariñoso pero de peligrosas tendencias masoquistas y psicópatas; Morticia Addams (Carolyn Jones) era una atractiva y enigmática madre de familia (cuyo look copiaría la sensual Maila Nurmi para su Vampira) empeñada en mantener su casa tétricamente sucia; el tío Fétido (Steve Ballmer) era un individuo cuyo nombre hacía justicia a su aspecto (una especie de Quasimodo calvo de higiene deficitaria) y cuya salud mental parecía el resultado de su poco conveniente costumbre de meter la cabeza en una presa; Pericles (Kean Weatherwax) era el rollizo niño al que le encantaba todo acto digno de provocar el vómito en una persona normal y su hermana Miércoles (Lisa Loring), la niñita que tras su aspecto de colegiala angelical escondía una miniversión siniestra de su madre. La familia se completaba con la madre de Gómez, la abuela Addams (Marie MacDonald), bruja cuyos hechizos solían tener consecuencias desastrosas; Lurch (Ted Cassidy), el mayordomo de aspecto frankensteniano; Dedos, la mano con vida propia que ayudaba a los Addams en sus labores diarias, y Tío Cosa, un hombrecillo velludo a medias entre Chewbacca y el Capitán Cavernícola de Los Picapiedra.
La serie solo duró dos años en pantalla, y pese a que Charles Addams no volvió a recuperar a sus personajes (una de las condiciones de los productores televisivos había sido que estos no apareciesen a la vez en viñetas), los Addams no cayeron en el olvido. Hanna-Barbera los recuperó a comienzos de los setenta como personajes invitados en la serie de dibujos Scooby Doo y el entusiasmo con el que fueron recibidos provocó que la NBC creara un spin off con sus aventuras recorriendo América en una especie de casa rodante. En 1977, en color, y con casi todo el reparto original de la serie, protagonizaron un especial de Halloween. Su popularidad despegaría definitivamente en los años noventa con los dos blockbusters dirigidos por Barry Sonnenfeld, La familia Addams (1991) y La familia Addams: la tradición continúa (1993), a lo que también ayudó una nueva serie animada de Hanna-Barbera (emitida entre 1992 y 1995), un tercer largometraje más descafeinado y estrenado directamente en vídeo, La familia Addams: reunión (1998), y otra serie de imagen real, La nueva familia Addams, que apenas se mantendría un año en antena (1998). Parece que la próxima reencarnación de la peculiar familia será en formato stop-motion y tendrá a Tim Burton como productor y guionista.
Los Monsters
Los Monsters surgieron como la competencia de la NBC frente a La familia Addams. Se mantuvieron en antena exactamente el mismo tiempo que la serie de la ABC, pero su cancelación no se debió a problemas de audiencia, sino a un desacuerdo entre la cadena y sus productores respecto a los costes de rodar la serie en color (hasta entonces, como los Addams, las peripecias de los Monsters habían sido rodadas en blanco y negro, a excepción del capítulo piloto).
Cada miembro de la familia representaba un personaje de terror clásico: Herman Monster (Fred Gwynne) era un monstruo de Frankenstein bonachón, con una facilidad pasmosa para salir de casa sin abrir la puerta y con un coeficiente intelectual digno de un cerebro encontrado en un vertedero; Lily Monster (Yvonne DeCarlo) era la esposa de Herman, una sensual mujer vampiro con claras reminiscencias de Morticia Addams, que intentaba desempeñar su labor de ama de casa con la normalidad que le permitía su condición de chupasangres; el padre de Lily (Al Lewis), conocido como «Abuelo», era un vampiro anciano (cuando hablamos de vampiros el término anciano siempre es relativo) que se pasaba el día encerrado en el laboratorio del sótano y que tenía como desagradable costumbre intentar morder a quien anduviese más cerca, incluida su hija (nada extraño si tu hija es Yvonne DeCarlo); el benjamín de la familia era Eddy (Butch Patrick), un niño licántropo (fruto de la cópula entre el monstruo de Frankenstein y una vampiresa… ¿?) al que le gustaba dormir en un armario de la alacena y hacer experimentos con el abuelo; la «rara» de la familia era Marilyn (Beverley Owen/Pat Priest), la bella sobrina universitaria de Lily; y, por supuesto, como toda familia americana media que se preste los Monsters también contaban con una mascota: Spot, un dragón que vivía debajo de las escaleras.
Como los Addams, los Monsters sobrevivieron a la cancelación de la serie original. Varios largometrajes de dudosa calidad los reflotaron regularmente en el recuerdo popular (así como múltiples reposiciones como las que acompañaron a los mocosos españoles que crecieron viendo La bola de cristal), hasta que en 1989 se emitió Los Monsters hoy (The Munsters Today), una reedición actualizada y en color que situaba a la peculiar familia recién despertada de una hibernación accidental fruto de uno de los locos experimentos del abuelo. De esta manera pudimos ver cómo se las apañaban Lily y compañía para desenvolverse veinte años más tarde y comprobamos, no sin cierto estupor, que Herman era de color verde (¿verde?) y que las hombreras y el pelo cardado de Marilyn podían resultar un elemento más aterrador que el atrezo más tenebroso de la casa de sus tíos (en la comparación moda adolescente sesentera-ochentera, está claro quién salía perdiendo). El Halloween de 2012 se estrenó el capítulo piloto de Mockingbird Lane, remake libre de la serie presentado como un cruce entre Modern Family y True Blood, y que no logró la confianza de la NBC.
Sombras tenebrosas
La ABC estrenó en 1966 Sombras tenebrosas, una versión adulta de La familia Addams y Los Monsters, que se mantendría en antena hasta 1971, con más de 1.200 capítulos en su haber. Dirigida y producida por Dan Curtis, realizador talentoso y llamado a dejar su huella en el medio (véase su televisivo Drácula de 1974, o sus colaboraciones con el escritor de terror Richard Matheson en El vampiro de la noche y El estrangulador de la noche), la serie surgió tras el éxito de los romances góticos en la línea de Victoria Holt, tratándose en un principio de una soap opera de tintes oscuros dirigida a las amas de casa (se emitía por semana a las 16:00 horas), pero que acabaría atrapando a los espectadores más jóvenes atraídos por sus atmósferas lúgubres, sus tramas fantásticas, sus giros melodramáticos y su aire sensual y perverso.
La historia se inicia cuando Victoria Winters (Alexandra Moltke) queda huérfana y, con la intención de indagar en su misterioso pasado, se instala como institutriz de los Collins en el antiguo caserón de la familia en Collinsport (Maine). El éxito de Sombras tenebrosas radica fundamentalmente en la aparición, pasado el año de emisión, del vampiro Barnabas Collins (Jonathan Frid), uno de los personajes más memorables de la televisión norteamericana y que supuso un punto de inflexión para que la serie adquiriese el cariz decididamente sobrenatural que la caracterizaría. Barnabas es un antepasado de la familia que habita la casa de los Collins; un vampiro que despierta después de doscientos años y que se reincorpora a la vida moderna haciéndose pasar por un primo llegado de Inglaterra, y cuyo deseo verdadero es apoderarse del alma de Maggie, reencarnación de su antiguo amor. La mezcla de perversa crueldad y autoflagelación moral de Barnabas (un claro antecesor de los vampiros torturados por su naturaleza vil tipo el Louis de Pointe du Lac de Anne Rice o el Edward Cullen de Stephanie Meyer) lo convirtió rápidamente en el personaje más popular de la serie, haciendo que sus responsables se viesen obligados a mantenerlo en escena pero moderándolo.
Dan Curtis dirigió dos largometrajes sobre los Collins para la pequeña pantalla (House of Dark Shadows, en 1970, y Night of Dark Shadows, en 1971). En 1991 la NBC realizó un remake que tan solo llegó a los doce capítulos, y en el 2004 The WB Television Network preparó un último intento de resurrección televisiva que lamentablemente se quedó en capítulo piloto sin emitir por la muerte de Curtis. Pero Sombras tenebrosas resurgiría con fuerza el pasado 2012 con la adaptación a la gran pantalla de Tim Burton, realizador obsesionado por rescatar todo referente gótico susceptible de ser fagocitado por su personal estilo.
Gótico para todos los públicos
Frente a la seriedad de Sombras Tenebrosas, culebrón gótico de sobremesa, Los Monsters y La familia Addams eran sitcoms que basaban su comicidad en el contraste entre la búsqueda de la normalidad de sus protagonistas y las aterrorizadas reacciones de las típicas familias estadounidenses con las que interactuaban. Las tres alcanzarían la categoría de obras de culto, manteniéndose vivas en el recuerdo gracias a las diferentes versiones que en cine y televisión han conocido, llegando así a formar parte de nuestro imaginario colectivo.
Y es que son series que se adscriben a ese gótico para todos los públicos tan vigente en nuestra cultura popular (ya sea en televisión, en cine, en literatura, en música o en la juguetería más cercana) y que es consecuencia de la conversión de los personajes clásicos de terror en iconos pop. Es un gótico inofensivo que transforma los arquetipos de nuestros miedos más profundos en referentes, a veces cómicos, desdramatizados de su oscura simbología, pudiendo llegar a ser reducidos en casos extremos a frívolos objetos de fetichismo estético. Desde libros infantiles como El pequeño vampiro, de Angela Sommer-Bodenburg, a recientes películas animadas de Sony como Hotel Transylvania, pasando por el referencial mundo estético y conceptual burtoniano, son muchos los ejemplos de este terror para toda la familia y que parece concebido para ser disfrutado la noche de Halloween; esa noche en la que se asusta, pero de mentirijilla, y que además nos permite disfrazamos de Bela Lugosi.
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