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Assange: el filtrador en la cárcel de los asesinos en masa – 24 de abril

A Julian Assange por fin lo han metido en la jaula a la que estaba destinado desde que Wikileaks mostró cómo matan las democracias. Ahora está en una cárcel de Londres. Pero Estados Unidos quiere su extradición y ya tiene preparado destino: Florence, Colorado. La llaman el Alcatraz de las Rocosas: celdas de dos por tres metros y ventana de diez centímetros. Allí pasará veintitrés horas al día. No verá a sus compañeros de presidio: yihadistas, Unabomber, el Chapo Guzmán. Assange pagará como un asesino en masa su maldad de mostrar la muerte invisible usando el verbo, que es el pecado original.

Los detalles del futuro presidio de Assange los cuenta The Intercept, el medio que creó Glenn Greenwald, otro periodista perseguido. Greenwald fue quien entrevistó a Edward Snowden, el filtrador del espionaje global de Estados Unidos. Los grandes disidentes de hoy, escribe Rafael Poch, son occidentales. Blancos, anglosajones: también pueden ser parias si le enseñan al mundo el matiz, esa parte de la historia que la convierte en diabólica para quien está acostumbrado a escribirla. Snowden reveló la mentira de las autopistas de la información. Assange, la farsa sangrienta de la guerra quirúrgica.

El vídeo que puso a Assange en la diana lo tituló WikiLeaks Asesinato Colateral. Muestra la ejecución de una quincena de personas en Bagdad a manos de un helicóptero Black Hawk del ejército invasor de Estados Unidos. «Dispara», «Dispara», insiste el piloto a su artillero, que acribilla a dos periodistas de Reuters y a los civiles iraquíes que les acompañan. «Buena puntería», celebran los matarifes sin capucha. El vídeo empieza con una cita de Orwell: «el lenguaje político está diseñado para que las mentiras parezcan verdades y el asesinato, respetable».

Setenta abriles se cumplen de 1984 y la distopía de la tiranía universal se ha materializado en una dictadura real de la mentira: fake news, por aparentar. Wikileaks debió verlo venir: por eso disparó sus vídeos y cables en puro, filtraciones masivas sin filtro. Llenas de detalles, o sea, de diablos, de aquello de lo que el vencedor escapa con toda su alma porque en ello le va la victoria semiótica. «Maldito muro me aparta de la que yo quiero», cantaban Los Chunguitos, puños de acero entre paredes de martirio. El preso Assange ni siquiera tendrá el alivio del vis a vis para evitar la locura por desconexión del mundo.


Notas de Extramuros es una columna informativa de Siglo 21, en Radio 3. Puedes escucharla en el siguiente audio y acceder al programa pulsando aquí. También puedes revisar todas las Notas de Extramuros en este Tumblr.

Víctor García Guerrero
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