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Seriéfilo: abril de 2019

Mes especial para la comunidad seriéfila: es el último abril de Juego de tronos, que nos abandonará para siempre tras ocho años sirviendo como punto de encuentro entre los espectadores más hardcore y los casuales. Y es que estas series mainstream pueden gustar más o menos, pero es innegable que prestan un gran servicio para que esta, nuestra afición, siga creciendo exponencialmente; para que siga dándose a conocer a más gente.

Sin embargo, el análisis completo de su última temporada lo dejaré para el próximo mes. A la hora de escribir estas líneas, únicamente se han emitido tres capítulos de la última temporada de la serie y no procede hacer una valoración tan sesgada. Ello no es impedimento, en cualquier caso, para ir empezando a rendir un pequeño homenaje a esta serie que tanto nos ha dado durante los últimos años.

Bajo la inmensa sombra del buque insignia de HBO, pasamos a comentar lo que nos ha dejado  este mes de abril, aunque anticipo que, posiblemente, haya sido el más flojo del cuatrimestre. Lo han sostenido series como American Gods (Starz), la ya comentada Juego de tronos y la italiana Gomorra (Sky Atlantic), cuyas temporadas aún no han acabado de emitirse.

La primera gran decepción del mes la protagoniza Black Monday (Showtime), la prometedora serie protagonizada por Don Cheadle, que se queda en una simple anécdota fallida. Es una mezcla de drama y comedia que no se encuentra cómoda en ningún registro. Nos situamos en el Wall Street de finales de los años 80, el de los excesos de los brokers que acabarían con el crack del 87. Podría resultar un escenario interesante por estar poco explotado, sin embargo, una historia tan retorcida como insustancial y, sobre todo, unas interpretaciones pasadas de rosca, convierten la producción en una mala caricatura que no convence en ninguno de sus registros. Decepción absoluta.

Por otra parte, la tercera temporada de This is Us (NBC), comienza a ofrecer síntomas de desgaste. Parece que a la familia Pearson no le quedan muchas historias que contar. Aunque los guiones siguen funcionando como un reloj, cada vez es más difícil alinear los astros del presente con los acontecimientos del pasado, que son la verdadera seña de identidad de la serie, y queda la impresión de que la infancia de los Pearson ya ha sido totalmente saqueada.

La gran apuesta de Amazon para este mes tampoco cumple con todas las expectativas. Hanna ha sido anunciada hasta la saciedad, anuncio durante la Super Bowl incluido. Con un episodio piloto que se estrenó en marzo para crear algo de hype y con la presencia de los dos protagonistas de la serie de culto The Killing (AMC), el proyecto pretendía impulsar la influencia del gigante de la venta minorista en el mundo de las series, pero el éxito tendrá que esperar.

Sin duda alguna, Hanna es un buen thriller, la historia que plantea es atractiva y, cuando la acción entra en juego, la factura de la serie resulta sobresaliente. A pesar de ello, cuando acaban los fuegos artificiales hacen falta ciertos mimbres, que aquí se han descuidado, si se quiere desarrollar una buena historia. Los valles de la serie, los que desarrollan la trama y dan empaque a los personajes, son torpes y aburridos; parecen tratar de dar al guion una complejidad que no necesita, e incluso rozan el absurdo en tramos prescindibles como la trama que lleva a Hanna hasta Inglaterra para tratar de vivir como una adolescente normal.

Sin ser una serie desastrosa, queda lejos de lo que se esperaba de ella. Además, como serie de acción, dentro de la misma plataforma, funciona mucho mejor la ya citada The Widow, que sin embargo pasó mucho más desapercibida.

Netflix, por su parte, presenta la serie que más destacada del mes: Black Summer demuestra que el género zombi no es una moda pasajera y, como el western, supone un envoltorio ideal para rodear cualquier otro género. Combina perfectamente con todo. En esta ocasión, sirve de excusa para explorar las relaciones humanas en una situación extrema que mezcla supervivencia y ausencia de autoridad, circunstancias ideales para sacar a la superficie la verdadera naturaleza humana. Dura, en ocasiones; asfixiante y angustiosa en otras, la serie es un soplo de aire fresco dentro del género y una apuesta muy interesante de la productora The Asylum, que se aleja de productos más disparatados como su otra serie de zombis por excelencia, Z Nation (SyFy).

Explorando las series extranjeras del canal, sigue constatándose que siguen siendo el talón de Aquiles de la plataforma. En este apartado, las buenas producciones son la excepción y no la norma. La sueca Arenas movedizas es una miniserie de seis capítulos que arranca con un tiroteo en un instituto. Se arresta a una chica que no recuerda claramente lo ocurrido y la serie reconstruye sus pasos desde el inicio del curso. Lo más llamativo es la forma de narrar la historia, ya que las imágenes de lo ocurrido son confusas y no se conocen los detalles de quién ha muerto, en un intento por simular la sensación de aislamiento y confusión de la protagonista. El resultado es entretenido, pero no transmite nada, no consigue que desarrollemos empatía por ninguno de los personajes, ni siquiera por Maja, la protagonista. Al final, nos interesa más saber lo que ocurrió en el tiroteo que lo que pase con los personajes y eso no es buena señal.

También muy esperada era la segunda parte de Las escalofriantes aventuras de Sabrina, reinterpretación de la sit-com de los 90. Si bien su primera parte, estrenada en octubre del año pasado, dejó muy buenas impresiones, en esta segunda temporada se ha visto lo mejor y lo peor que puede ofrecer esta franquicia. Un principio perezoso y desnortado que convierte la serie en una típica y aburrida sit-com de adolescentes, en este caso ataviados con disfraces de Halloween. Resulta tan soporífero que invita a dejar la serie, pero, por suerte, entre el cuarto y quinto capítulo la producción recupera el pulso hasta el final. Queda un buen sabor de boca, pero también sirve como toque de atención advirtiendo dónde puede acabar el proyecto si no tiene cuidado con los guiones.

En plena explosión de las adaptaciones de cómics a la pequeña pantalla, llegan dos nuevas series con dispar resultado. A pesar de lo que pueda parecer, no es fácil trasladar el lenguaje de la viñeta a la pantalla y es por eso que muchos fans fruncen el ceño cuando se anuncia la adaptación de su obra preferida. En el lado fallido estaría Deadly Class (SyFy), que no consigue trasladar la suciedad y sordidez de los dibujos de Wes Craig a la pequeña pantalla. A pesar de ser bastante fiel a la historia original y de la calidad de la producción, la incapacidad para trasladar los personajes del cómic a la gran pantalla resquebraja el conjunto. Un casting nefasto que trata de acercar la serie al público adolescente con protagonistas prototípicos de sus comedias, acaba por no hacer creíble nada de lo que, supuestamente, ocurre un una despiadada academia de asesinos.

Más difícil todavía parecía adaptar el surrealismo de una obra como Doom Patrol (DC Universe), el spin off de Titans (DC Universe) que, por lo menos en la pantalla, supera con creces a su matriz. Este grupo disfuncional de antihéroes es un soplo de aire fresco frente a los moralmente impecables y demasiado perfectos superhéroes a los que estamos acostumbrados. Llevar a la pantalla personajes tan locos como Danny the Street y lograr que no resulte una idea ridícula, es algo totalmente meritorio que habla muy bien de los creadores de esta serie.

Para acabar, como ha quedado un mes algo agridulce, comentaré algunas comedias para acabar este resumen con una sonrisa. Parecía que Miracle Workers (TBS) podría tomar el relevo de la magnífica The Good Place (NBC), sin embargo se queda en una comedia menor con un Steve Buscemi que interpreta a un Dios que no funciona. Es un humor demasiado blanco que no acaba de calar. Mejor rumbo lleva The Orville (FOX), que comenzó como una parodia de Star Trek, pero que, después de dos temporadas, se afianza como una comedia espacial con identidad propia, muy divertida y con un humor familiar. Para terminar in crescendo, nos vamos con el humor fresco e irreverente que nos ofrece Derry Girls (Channel 4) en su segunda temporada. Mantiene todas las bondades que nos encandilaron el año pasado y cada vez parece más evidente que las historias de este grupo de adolescentes de la Irlanda del Norte de los 90 todavía pueden dar mucho de sí.

Y así, con una sonrisa en los labios, acabamos un mes de series que es un preludio de lo que está por venir con la potentísima entrega de mayo. Salen a la palestra los pesos pesados del mundo seriéfilo: Juego de Tronos, American Gods Killing Eve. Si parpadeas te lo vas a perder.

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