NELINTRE
Cinefórum

Cinefórum CDIII: «El regreso de Martin Guerre»

La película de la semana pasada, Mambrú se fue a la guerra, nos contaba la historia de un hombre que volvía, aparentemente, de entre los muertos para reintegrarse (más mal que bien) en la vida de una comunidad, de un país que había seguido adelante sin él. En la de esta semana nos encontramos con una historia también de regresos a destiempo: El regreso de Martin Guerre (Le retour de Martin Guerre, 1982, Daniel Vigne).

Basada en un episodio histórico, nos sitúa en la Francia de mediados del siglo XVI, en Artigat, un pequeño pueblo del condado de Foix, donde de forma sorprendente retorna el desaparecido Martin Guerre (Gérard Depardieu), quien había abandonado el pueblo, acusado de robo de grano, unos ocho años antes. En su ausencia, su esposa, Bertrande de Rols (Nathalie Baye), no ha podido volver a casarse, pues mientras el marido continuara en ese limbo de los desaparecidos, ni vivo ni muerto, la Iglesia y la ley la seguirían considerando casada. La película utiliza la vista de Bertrande ante las autoridades para conseguir la disolución del matrimonio como forma de introducir la historia anterior en la narración. Martin se reintegra aparentemente en la vida de la comunidad durante tres años, aceptado por el pueblo, por su familia y, sobre todo, por su esposa. Sin embargo, algunas dudas persisten, especialmente cuando las disputas por una herencia le enfrentan con su tío Pierre Guerre (Maurice Barrier). Llevado a juicio para demostrar su identidad ante el parlamento de Toulose, presidido por Jean de Coras (Roger Planchon), se defiende vehementemente hasta que lo impensable sucede: otro hombre aparece afirmando ser el verdadero Martin Guerre (Bernard-Pierre Donnadieu).

La película hace una recreación de la vida campesina, con toda una galería de personajes y situaciones, desde la ceremonia matrimonial hasta las supersticiones populares, incluyendo también algunas de las figuras del poder en la Francia del Antiguo Régimen. Un mundo iluminado por el fuego de velas y candelas, un mundo rural cerrado sobre sí mismo, en el que el suceso extraordinario del retorno, por partida doble, de Martin trastoca las reglas de la vida cotidiana y pone al descubierto algunos de los mecanismos de la sociedad. Algunas tensiones quedan en parte en el subtexto: la religiosa, entre catolicismo y protestantismo (la voz en off no duda en recordarnos que el mismo Jean de Coras morirá apenas unos años después, asesinado durante los eventos de la noche de San Bartolomé); la confrontación entre la ciudad y el campo, entre la tradición y el individuo; incluso la tensión entre el discurso culto y el popular sobre la magia se confrontan visualmente en los vestuarios y en los escenarios (el pueblo y el tribunal) en los que transcurren las dos partes de la historia.

Daniel Vigne, director con una carrera poco brillante de la que esta película constituye su punto álgido, utiliza composiciones clásicas y un movimiento de cámara cuidadoso pero poco llamativo. Consigue reproducir los ritmos del trabajo rural, aunque a veces la dimensión temporal del relato (cuánto tiempo pasa entre determinados sucesos) no consigue trasmitirse con claridad.

La historia fue conservada en su momento en dos relatos diferentes, uno escrito por Guillaume le Sueur y otro por el propio juez Jean de Coras (Arrest Memorable du parlement de Tolose), algunos creen que como justificación de su propio comportamiento en el caso, que ciertas fuentes calificarían de excesivamente crédulo. A lo largo de los años, el caso célebre reaparece ocasionalmente en la literatura: es mencionado por Montaigne y Dumas (padre), quien le dedica uno de sus Crímenes célebres (además de hacer aparecer al personaje, por partida doble, en su novela Las dos Dianas). La norteamericana Janet Lewis publicó en 1941 The Wife of Martin Guerre, una novela corta que, desde el título, reflejaba la visión de Bertrande. Pero quizás la versión más conocida, al menos esa es mi impresión, sea la de la historiadora norteamericano-canadiense Natalie Zemon Davis, quien, tras trabajar como asesora para la película, publicó un libro con el mismo título en 1983.

La tesis de la película, desde su inicio y basándose en la interpretación de Zemon Davis (y el enfoque dado por Lewis), se centra no tanto en los motivos del falso Martin, sino en los motivos de Bertrande en todo el asunto. Como es esperable, ninguna de las narraciones contemporáneas realmente permite penetrar la barrera de los hechos, y toda suposición sobre los motivos y pensamientos de los implicados debe entrar en el terreno de la ficción.

Nathalie Baye interpreta a un personaje que habla poco: educada en el silencio, trasmite su precaria situación con su mirada y con sus posturas, atrapada en una situación insoportable, en la que debe decidir en cada momento qué hacer y a quién creer. El guion introduce una improbable conversación entre Jean de Coras y Bertrande, en la que a ella finalmente se le permite expresar lo que ha tenido que callar hasta entonces y lo que tendrá que callar después. Gérard Depardieu, por otro lado, dibuja un personaje carismático, simpático, cuya personalidad parece atraernos siempre hacia su historia: queremos creer que es el verdadero Martin o, al menos, cuando dudamos, que sus mentiras consigan engañar al juez, que parece más ruin que el supuesto estafador.

El regreso de Martin Guerre
Production Marcel Dassault, France 3 (FR 3), S.F.P.C

En papeles secundarios podemos ver a algunos rostros bien conocidos del cine francés posterior, como el peculiar Dominique Pinon o el turco de nacimiento Tchéky Karyo, prácticamente en su debut en la gran pantalla.

La película tuvo también un remake americano, Sommersby (1993, Jon Amiel), en el que el papel del soldado retornado (trasladado ahora a las postrimeras de la Guerra de Secesión americana) es interpretado por Richard Gere, y el de la esposa por Jodie Foster. La versión norteamericana, quizás impulsada por la imagen de su estrella masculina, hace una versión casi heroica del soldado retornado (aquí llamado simplemente Jack), haciéndole enfrentarse a los émulos del Ku Klux Klan o salvando la economía local con un proyecto comunitario, y hace explícito lo que la versión francesa prefiere dejar en el subtexto. Sin embargo, desde el punto de vista del drama romántico, el efectivo trabajo de su pareja principal consigue hacer medianamente creíble el romance.

José Ramón Vidal Álvarez
Últimas entradas de José Ramón Vidal Álvarez (ver todo)

Publicaciones relacionadas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Botón volver arriba