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Defensa de la conspiración – 6 de febrero

El ejército de Estados Unidos propuso atentar contra sus propios ciudadanos para justificar la invasión de Cuba. Lo dicen documentos desclasificados del Pentágono. La Operación Northwoods incluía acciones como poner bombas en aviones civiles, asesinar a inmigrantes cubanos en Florida o en alta mar, o lanzar una campaña de atentados en ciudades estadounidenses. El general Lemnitzer, jefe del Estado Mayor Conjunto, presentó el plan secreto en la Casa Blanca en 1962. Defendía que, con esos ataques, la opinión pública local y occidental apoyaría una guerra a gran escala contra Cuba. Pero el presidente lo rechazó, cesó al militar y lo mandó a Bruselas como comandante supremo de la OTAN en Europa. Un año y medio después, Kennedy fue asesinado.

El asesinato de Kennedy sigue ensombreciendo el siglo americano. Y siempre ha pasado por Cuba. A Lee Harvey Oswald, supuesto único asesino, le enviaron unas extrañas cartas desde La Habana en los días previos al magnicidio. El general Fabián Escalante, antiguo mando de los servicios de contraespionaje cubanos, asegura que fueron escritas para implicar a Cuba en el crimen: sería una operación de falsa bandera. Escalante ha documentado 634 planes para asesinar a Fidel Castro entre 1959 y 2000 organizados por la CIA, el exilio cubano y la mafia a la que la Revolución dejó sin casinos. Son los mismos actores señalados en el asesinato de Dallas: espías, fanáticos y mafiosos, verdadero underground de la década de las flores.

La CIA realizó multitud de operaciones secretas en los años sesenta, dentro y fuera de su territorio. Es su naturaleza. Pero algunas de esas acciones fueron demasiado lejos, incluso para sus propios estándares. Las desveló The New York Times en 1974 y el gobierno tuvo que investigarlas. Se demostró que la CIA abría el correo de los estadounidenses y espiaba a grupos de izquierdas. También que puso en práctica un programa de control mental llamado MKUltra: usaban a seres humanos como cobayas en la búsqueda de sustancias para manipular a individuos y líderes. The Manchurian Candidate, llamó Hollywood a su ficción de un presidente controlado a distancia: en su fantasía anticomunista, los manipuladores eran malvados norcoreanos, cuando, en la realidad, era la CIA la que estaba lavando cerebros made in USA en sus laboratorios.

Complot, conjura… Durante siglos, la conspiración ha sido un procedimiento reconocido con naturalidad como parte de los juegos del poder. Hoy el secreto ha sido condenado como paranoia. Cicerón no habría podido proclamar que Catilina colmaba su paciencia. Se habrían reído de él por conspiranoico, y luego habría rodado su cabeza. Roma es una obsesión estadounidense desde los padres fundadores: construyeron un Capitolio, como el romano, y han estudiado con detalle el auge y declive del imperio. Sabían que en su pecado estaba la decadencia. Como intuye Tony Soprano, enganchado al History Channel: dirige a su clan mafioso como si fuera un país. A veces mata a su propia gente. Seguramente se dice que lo hace por el bien de la familia mientras se pone otro episodio.


Extramuros es una columna informativa de Efecto Doppler, en Radio 3

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Víctor García Guerrero
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