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Cinefórum CCLI: «Verano del 84»

Cambiamos la obsesión romántica de la semana pasada por, en esta ocasión, una obsesión nostálgica; concretamente la de unos idealizados años ochenta que, de una temporada a esta parte, son incansablemente reivindicados como la quintaesencia de la ficción popular anglosajona y, por impositivo cultural, también de la nuestra.

Escrita antes que Stranger Things pero rodada y estrenada después, Verano del 84 (2018) se erige desde su propia portada, trama y banda sonora como la hermana menor de la serie de Netflix. De hecho, todo lo que dijimos aquí en su día sobre la obra de los hermanos Duffin puede ser aplicado casi de forma literal a la cinta del trío canadiense RKSS (Anouk Whissell, François Simard, Yoann-Karl Whissell): se trata de otro refrito de goonies aventureros que persiguen un misterio en su aburrido vecindario norteamericano de clase media. Y que lo harán, por supuesto, montando en bicicleta, hablando con walkie-talkies, planificando sus pasos en la casa del árbol y cumpliendo todos los estereotipos sociológicos conocidos en la cosmovisión Amblin. Y todo ello al son de sintetizadores. ¿El misterio? El del vecino del personaje principal, un policía ejemplar al que nuestros pajilleros favoritos verán como el posible psicópata que lleva tiempo raptando a los niños de su localidad.

Verano 84Vista la sinopsis, hija bastarda de It y Noche de miedo, así como las múltiples y reconocibles referencias que van trufando la película, uno arranca el visionado de la misma con la duda legítima de estar exponiéndose a un ejercicio de nostalgia-homenaje que, en su condición de reincidente, no parece tener mucho que aportar además del onanismo consciente y voluntario del espectador. Pero como los caminos de la masturbación nostálgica son inescrutables e infinitos, avanzamos con fluidez en un metraje que, hasta su tramo final, cumple satisfactoriamente con la forma y esencia de lo esperado. Hasta que el espíritu MR Wonderfull spielberiano revienta por los aires y descubrimos que, en realidad, el globo de colorines llamativos estaba sujeto por el Stephen King más perverso y que tú, como el desdichado Georgie, también flotarás.

La vuelta de tuerca final de Verano del 84 parece decirnos que, por mucho que nos empeñemos, ningún verano de nuestra infancia es en realidad como lo recordamos.

Marcos García Guerrero
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