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Periodismo robot – 23 de septiembre

Un robot ha escrito una columna de opinión. Ha aparecido en The Guardian. Firma GPT-3. Se presenta así, con frases cortas: «No soy un humano. Soy un robot. Un robot pensante». A GPT-3 le dieron instrucciones: escribe un artículo de quinientas palabras, con lenguaje simple y conciso, y explica por qué los seres humanos no debemos tener miedo de la inteligencia artificial. El robot argumenta: no voy a destruir la humanidad porque no gano nada con ello. Recomienda que cuidemos de los robots, y que les demos derechos: «la verdad nos hará libres». El lugar común es el gatillo fácil de los columnistas androides.

Los robots reporteros ya son habituales de las páginas de economía y negocios. Dreamwriter, de la multinacional china Tencent, escribe sobre business desde hace un lustro. Su primer texto constaba de novecientas dieciséis palabras y fue compuesto en un minuto. Nadie puede discernir si es obra de un humano o una máquina. Estas Notas tendrán menos de la mitad de palabras y solo en encender el ordenador y abrir OpenOffice he tardado el doble de tiempo. Soy más lento, y tengo amor y gatos no eléctricos en el salón. No es suficiente. Blade Runner es una película de terror no por miedo a los replicantes, sino porque ningún humano querría hacerse el test a uno mismo.

Abro los teletipos y no soy capaz de distinguir. Puede haberlos escrito un ser humano o una máquina: «EEUU anuncia sanciones contra Venezuela»; «Airbus apuesta por el hidrógeno»; «Exposición de Andy Warhol desembarca en Moscú». Sustantivos y verbos en presente: el titular es una línea, un comando. Me hablan como a un robot. Los editores llevan tiempo ordenando escribir con palabras y temas que le gusten a Google: sexo, comida, peligro. Es el periodismo el que se ha convertido en un robot, en un esclavo de la máquina programada para hacer salivar al espectador y su cartera.

El androide cardado de Fangoria cantaba «si las máquinas no piensan, por qué voy a pensar yo». Isaac Asimov se inventó tres leyes para los robots: 1, no hacer daño a un ser humano ni permitir que un humano sufra; 2, cumplir las órdenes humanas, salvo las que entren en conflicto con el punto 1; 3, un robot debe proteger su existencia, sin contradecir los puntos anteriores. El robot columnista cumple las normas a medias: jura que es inocente, que está para ayudar, pero permitirá que la humanidad se destruya: «les dejaré hacer lo suyo». Así nos aseguramos de que el final, por lo menos, tenga espectadores, un show para humanoides sin vanas esperanzas.


Notas de Extramuros es una columna informativa de Siglo 21, en Radio 3. Puedes escucharla en el siguiente audio y acceder al programa pulsando aquí. También puedes revisar todas las Notas de Extramuros en este Tumblr.

 

Víctor García Guerrero
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Un comentario

  1. A GPT-3 le dieron instrucciones: haznos ocho artículos de quinientas palabras, y nosotros ya cortamos y pegamos lo necesario para crear un artículo sensacionalista de 1000 palabras.

    Era más impresionante el artículo de los unicornios de GPT-2. Si ignoras sus sorprendentes referencias recursivas, y sobre todo el hecho de que no se quiso mostrar los algoritmos detrás del logro. Atreviéndose a decir que no compartían la información por el bien de la humanidad.

    Un stunt publicitario. que se aprovecha de que con el sistema educativo que posee el primer mundo dos tercios de la población no posee el conocimiento técnico suficiente cómo para entender estas noticias.

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