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Un tren descarrila en Ohio – 21 de febrero

Un tren ha descarrilado en Ohio y el humo tóxico de sus vagones ha llegado a las nubes. El convoy volcó por razones desconocidas y las autoridades decidieron quemar el cloruro de vinilo que transportaba para evitar males mayores. Greenpeace asegura que se ha salvado la catástrofe ambiental, pero en East Palestine la gente no quiere volver a sus casas porque le tienen miedo a la lluvia negra. «Es peor que en Chernobil», han dicho a la BBC: «me quiero ir de aquí». Hay nerviosismo. Un periodista fue arrestado durante horas por grabar el incidente. Un ambiente de Stranger Things, de cosas extrañas, se ha instalado en el corazón de Estados Unidos.

La decadencia de las ferrocarriles es visible en el país fundado por las locomotoras y atravesado por 225.000 kilómetros de vías. Los ferroviarios quisieron hacer huelga hace unos meses porque no tenían derecho a un solo día de baja por enfermedad, pero Biden, el presidente dizque más izquierdista desde Roosevelt, les mandó parar porque sería perjudicial para los negocios. Y los trabajadores no pararon. Hoy las redes están llenas de imágenes de trenes de carga que descarrilan como elefantes moribundos. Y de pueblos como East Palestine donde la vida era el tren que pasaba y ahora ven un futuro de tinieblas. El sueño americano también tenía estación término.

Los trenes son parte de la mitología fundadora de Estados Unidos y pasaron por encima de muchos cadáveres, como mostró Sergio Leone en aquel western filmado en Almería donde morían casi todos al ritmo de la armónica. Hoy los trenes siguen siendo útiles en el teatro de la propaganda. Biden llegó en tren a Kiev, aunque no se le vio en la estación como al resto de líderes mortales. La Casa Blanca sólo ha divulgado una foto del presidente despachando en un vagón con las persianas bajadas. Puede ser Ucrania, Cracovia o Pensilvania. A Putin también le atribuyen un tren blindado, pero no hay fotos. Kim Jong-un sí ha enseñado el suyo. Es color verde oliva, como los tanques.

Lenin llegó a la estación Finlandia de Petrogrado en un vagón acorazado cortesía del Kaiser. Alemania le hacía la guerra a Rusia y su bala de plata fue la revolución de Octubre. Los trenes llevaban a los soldados a la trinchera, devolvían cadáveres y, si había suerte, a supervivientes de eternas miradas perdidas. Sin novedad en el frente, justamente premiada, muestra la algarabía de la juventud dispuesta a subirse al tren de la conquista y que luego será sacrificada en las trincheras, ese altar supremo de la patria. Algunos critican la película porque hace dudar del ardor guerrero necesario para sobrevivir a estos tiempos descarrilados.


Extramuros es una columna informativa de Efecto Doppler, en Radio 3.

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Víctor García Guerrero
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