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Cinefórum CCCXXXVI: «El bosque maldito»

Si la originalidad era la característica más llamativa de nuestro anterior cinefórum, podemos decir que, a la inversa, el convencionalismo lo va a ser de la cinta de esta semana. Un convencionalismo, dicho sea de paso, que se convierte tanto en el mayor reclamo de The Woods (2006) como, también, en su mayor inconveniente.

La segunda cinta de Lucky McKee, traducida aquí como El bosque maldito por aquello del acostumbrado menosprecio a la inteligencia media del espectador castellanoparlante, nos presenta una propuesta narrativa con aires de déjà vu: Heather Fasulo (Agnes Bruckner) es una adolescente rebelde enviada a una escuela privada para niñas. La escuela, de ominoso nombre (Academia Falburn) y perturbadora ubicación (en medio de un bosque de Nueva Inglaterra), esconde un siniestro secreto que, como pronto sabremos, está estrechamente vinculado con la brujería y el sacrificio humano. Además, la díscola protagonista muestra unas habilidades telequinésicas suficientemente elocuentes como para llamar la atención de Ms. Traverse, decana de la academia y, suponemos, cabeza jerárquica del aquelarre profesoril (especial mención merece la interpretación de una Patricia Clarkson con la edad y el físico perfecto para quintaesenciar la imagen de bruja madre).

United Artists, Cinerenta Medienbeteiligungs KB, Furst Films.

El cuadro lo completan alumnas desaparecidas, sueños premonitorios, una bully de manual que se dedica a hacerle la vida imposible a la recién llegada (en lo que parece una revisión dark y femenina de la historia del chosen one harrypotiense) y nada menos que Bruce Campbell, icono del género relegado a un papel secundario pero que, intuimos, esconde más de lo que deja ver.

Estas son las credenciales de una película que, en su misma propuesta, ofrece una declaración de intenciones. The Woods es exactamente lo que parece ser, una cinta que hace de los estereotipos, de los lugares comunes y de los homenajes (Suspiria, Evil Dead), su principal razón de ser y de disfrute. En ese sentido, funciona para el espectador predispuesto como oda al género de terror y a los subgéneros de brujería y de high school. Pero por supuesto, y como anunciamos al principio, esta baza también puede ser su principal condena. Bien dirigida y con unos efectos especiales convincentes, el esbozo rupturista de su final no deja de señalarnos que, pese a todo, hay en ella algo de ocasión perdida.

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