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Tractores contra la marcha del mundo – 7 de noviembre

El gobierno de Holanda quiere cerrar tres mil granjas porque contaminan demasiado. La ministra de Naturaleza y Política del Nitrógeno, del derechista Partido por la Libertad y la Democracia, ofrece alternativas: innovar, cambiar de negocio, sacarlo del país o cerrarlo. A cambio, promete compensación: para la destrucción llamada reconversión siempre hay dinero. Europa paga. Países Bajos defiende que actúa para cumplir con las normas comunitarias de emisiones contaminantes. El clima es una apisonadora y los granjeros han sacado sus tractores de guerra.

Holanda es el mayor exportador de productos agroalimentarios de Europa. De sus infinitos campos de invernaderos salen más tomates, patatas, cebollas, fresas y huevos que de Italia, España y Portugal juntas. Sus innovadoras técnicas de producción son elogiadas: producen mucho y bien en menos terreno que Aragón. No pasa lo mismo con los animales. En Holanda hay 98 millones de pollos, 11 millones de cerdos, 4 millones de vacas y medio millón de cabras en granjas que escupen amoniaco. Están en peligro de extinción porque la carne ensucia el mundo.

Los granjeros están furiosos con el gobierno holandés y han salido a las carreteras. Enormes filas de tractores ocupan regularmente las vías de los Países Bajos desde hace semanas. «Sin granjeros no hay cerveza», dice un cartel: los bloqueos afectan a la distribución de bienes básicos. Se quejan de que ellos pagan mientras que otros sectores, como la industria y hasta el aeropuerto, reciben un trato privilegiado. Muchos se agrupan en la Fuerza de Defensa de los Granjeros y agitan banderas neerlandesas. Algunos son violentos y la ultraderecha les apoya: la izquierda ha renunciado a cobijar la rabia.

Las protestas del agro nunca han sido ni de izquierdas ni de derechas. Thomas Munster dio voz a los campesinos alemanes que pedían justicia y pan en el siglo XVI. Éric Vuillard recuerda que la revuelta siempre se levanta contra élites traidoras. Todo cambia para seguir igual: más concentración de riqueza en las ciudades, más tierras vacías, más rotondas grises para chalecos amarillos. Esteban Hernández percibe que el murmullo del rencor de clase está mutando en gritos. Y rugen los motores de quienes se resisten a quedarse fuera de la rueda de la fortuna, olvidados como esos barcos encallados en lagos que ya no existen, en ríos sin agua en el mundo del ayer.


Extramuros es una columna informativa de Efecto Doppler, en Radio 3.

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Víctor García Guerrero
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