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Entrevistas

Jose María Mijangos: «Tengo la inmensa suerte de escribir lo que quiero. Tengo la desgracia de no ser millonario con lo que escribo»

En la solapa del último de sus libros puede leerse: «Jose María Mijangos vive en Madrid. Ha publicado las novelas El rey de Prosperidad (Sociedad General del Sur de Europa, 1999), Curso de asesinos por correspondencia (RBA, 2003) y Braille para sordos (Martínez Roca, 2006). Soul man (2009) es su primera novela en Lengua de Trapo».

Y cabría añadir lo siguiente: «Escritor de novelas rosa (seudónimos: Ángela Davis, antigua militante comunista; Charles Hudson, actor porno), adaptador de novelas de Corín Tellado, redactor de Press-Books, guionista para cine, radio y televisión, librero, columnista, autor de una novela que verá próximamente la luz, maestro del rock de los sesenta, conferenciante, profesor, madridista y el tipo más canalla que conozco».

Mijangos 1

¿Qué ha hecho por ti la literatura?

Compartir la mitad de mi vida, ya sea leyendo o escribiendo. La otra mitad, o dormía o me ganaba los garbanzos.

En Braille para sordos relatas in extenso ese invisible mundo de las novelas para kiosco y los «engaños de la literatura». ¿De qué te ha servido toda esa batalla en los «bajos fondos»?

Tengo un inmenso respeto por la literatura de kiosco. Es directa, modesta y sin trucos ni alharacas. Y el precio es acorde al producto. Ahora se hace literatura de kiosco en grandes editoriales, pero en tapa dura y a precio cuadriplicado. Antes por lo menos tenían la decencia de no timar al público. Yo eché los dientes escribiendo esas novelillas. Me aportaron disciplina, agilidad en los diálogos y una cumplida juerga al cobrar cada cheque. ¡E invitando a la parroquia!

¿En qué se diferencia el hombre desconocido de aquel que publica en las principales editoriales?

Mijangos 3Partiendo del hecho de que posean análogo talento, probablemente el hombre desconocido sea tímido, no conozca a nadie o no ubique en gran valor su obra y se la coma con patatas y haya de utilizar su manuscrito como papel higiénico. El otro, con que salga en la televisión copresentando el telediario, o contando malos chistes, ya sabe que la novela que le escriban le será publicada por la editorial a la que pertenezca la cadena de televisión. Uno de mis mejores amigos publicó este año una magnífica novela en una editorial puntera y le hicieron el mismo caso que a la mujer de la limpieza cuando estaba de baja por maternidad. La misma editorial publicó un engendro de un presentador de su cadena de televisión y se gastaron la mundial en promoción. Y eso es una pena, pero no me extraña lo más mínimo.

¿Cuál es la anécdota que siempre te has callado y que ahora desvelas por caridad?

Hace años, trabajando en la feria del libro, me tocó aguantar la perorata de un escritor de prestigio sobre las desigualdades sociales, la injusticia del capitalismo y lo banal de la explotación de los trabajadores. Después de asentir con entusiasmo me pidió si le podía traer un güisqui, pero que fuese Chivas de veinticuatro años. Por supuesto, le conseguí el güisqui, me bebí la mitad antes de dárselo  y le comenté con ironía que con gente como él, la revolución social estaba más próxima. Sonrió, se acabó el güisqui de un trago y me pidió otro. «Pero si no quieres ir tú, manda a uno de estos», dijo mirando a uno de los trabajadores temporales. Ahí caí en la cuenta de la diferencia entre los que escriben con el estómago lleno y los que viven con él medio vacío. Espero que siga soñando con la mirada que le lancé.

¿Qué es el éxito?

No estoy seguro. Puede ser arrancar una sonrisa, ganar un premio Nobel o tener siete años y arramblar con un paquete de chicles sin que te pillen. Depende de las expectativas de cada cual.

Una ironía castiza y aparentemente desatenta domina todas tus novelas, guiones y columnas. ¿El más innovador es el más tradicional?

Una famosa cita indica que lo que no es tradición es plagio. Mi prosa es un cocido de todo lo que he leído desde mi infancia. Con todo ese batiburrillo conseguí hacer un mundo propio. Eso, y pegar la oreja en la calle. Me encanta entrar en un bar, pedir una caña y escuchar a los mayores, aprender sus palabrejas, su humor desesperanzado. Leyendo y escuchando construí mi pequeño mundo.

Mijangos 2La música es determinante en tus escritos, especialmente en tu última novela, Soul man. ¿Qué deberíamos escuchar cuando oímos algo que no nos gusta?

Para mí la música es el arte total.  Pero diariamente escuchamos estridencias, y no en forma de música. Lo mejor cuando escuchas algo que no te gusta es disimular, escupir al suelo y ciscarte en el padre del interlocutor. No falla. O como decía Dalí, un tímido supremo: siempre que hablaba con un ser desagradable y bocón, se imaginaba que su interlocutor tenía una mierda en la cabeza. Es un buen truco…

¿Cuál es la verdad, tu gran verdad, en todo este asunto de la literatura?

Tengo la inmensa suerte de escribir lo que quiero. Tengo la desgracia de no ser millonario con lo que escribo. Pero si tuviese que escoger entre una cosa y otra, seguiría eligiendo lo primero.

La gran cita que nunca te has callado. 

«Pues es cierto que la mejor señal de ser bueno es ni tener ni deber y la mayor de la maldad, ni temer ni pagar.» La escribió el que en mi opinión es el mejor escritor en lengua española de todas las épocas. Y ahí lo dejo.

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