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Libia: «vas a morir aquí» – 14 de diciembre

«Vas a morir aquí», le dijeron los carceleros a una migrante en Libia. Fue en el centro de detención de Abu Salim, en Trípoli, este año. Ella cuenta cómo la seleccionaron por su cuerpo, que una guardia la llevó ante unos hombres, y le dijo que, si se acostaba con uno de ellos, la dejarían salir. La mujer gritó y se resistió, y entonces la guardia la golpeó con una barra de hierro y la amenazó con la muerte. Pero sobrevivió y se lo pudo contar a Médicos sin Fronteras, que denuncia en un informe las infames condiciones de los centros de detención para migrantes de Libia. La Unión Europea paga al gobierno de Trípoli para que haga de dique frente a la marea humana que mana de África.

«Miles de personas invadirán Europa desde Libia. Europa será negra», pronosticaba Muamar el Gadafi meses antes de que lo ultrajaran y mataran sus propios compatriotas con la bendición de la OTAN. Los corazones bombardeados de los libios no encontraron paz con su cadáver. Al contrario, el país se perdió, y todavía hoy no se ha encontrado: dos gobiernos, dos parlamentos, dos ejércitos. Dos capitales: Trípoli y Bengasi. El sueño del África unida de Gadafi ni siquiera alcanzó a su país, que sin embargo sigue cobrando por ser el freno contra migrantes que ofrecía el malogrado coronel. Si violan o esclavizan, eso no es asunto de Europa, que paga por un muro.

Muros y naufragios, ese es el horizonte que Occidente propone a los hijos de las antiguas colonias. Y porras y tiros. O bombas, como las que lanza Israel sobre Gaza. Aunque este colonialismo es de otra época, un eco de los genocidios de América del Norte y Australia, advierte Rafael Poch: porque la población colonizada en este caso no tiene ninguna utilidad como fuerza de trabajo explotada. «El mejor palestino es el que está muerto o se ha largado», decía Edward Said. Para la masacre no hace falta más que una excusa, y un gobierno de colonos ultras alimentados por el queroseno de los bombarderos y erotizados por el vientre de los misiles.

«Él es mi dentista. Él es el camarero. Son inmigrantes ilegales. Contratarlos, alimentarlos o encubrirlos es un crimen. Proteja Inglaterra. Denuncie a los inmigrantes ilegales», advierte el gobierno de Children of Men, la película de Alfonso Cuarón sobre un mundo sin niños y cárceles para migrantes. El Reino Unido quiere hoy mandar a migrantes a Ruanda. El país centroafricano aceptaría, a cambio de dinero. Fue lo que prometió Berlusconi a Gadafi para evitar una Italia negra. Y mientras se siguen elevando los muros de la ciudadela, donde ya no vivirá Dios, refugio de los oprimidos, sino ciudadanos temerosos de esos que deben morirse ahí.


 

Extramuros es una columna informativa de Efecto Doppler, en Radio 3.

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Víctor García Guerrero
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