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Estadio Viejo Carlos Tartiere, Oviedo

Esta es la historia del primer estadio que pisé en mi vida. Del primer césped que vieron mis ojos y de una imagen que tengo grabada a fuego en mi memoria. De los primeros goles cantados al unísono con el resto de paisanos míos, en comunión, sumergiéndonos en esa atmósfera que solo el fútbol puede provocar. Hoy escribiré acerca del estadio al que acudía cada domingo a las cinco durante mi infancia, mi adolescencia y en mis primeros pasos como adulto. Hoy hablaré del Estadio de Buenavista, el Viejo Carlos Tartiere; el verdadero e irrepetible hogar del R. Oviedo. Mi único equipo, hasta la médula, hasta la muerte.

En la historia del R. Oviedo, C.F. han existido varios estadios. El equipo carbayón fue fundado en 1926. En aquellos primeros años, exactamente hasta la temporada 1931-32, el equipo azul disputaba sus partidos en el campo de Teatinos, llamado así por encontrarse en el barrio ovetense del mismo nombre. Al principio, en Teatinos, el Oviedo ejercía de local en el Campeonato Regional de Asturias. No es hasta la temporada 1928-1929 cuando comienza el Campeonato Nacional de Liga, aunque el equipo carbayón comienza su andadura nacional en Segunda División.

Es en la temporada 1932-33 cuando el Oviedo se cambia de hogar. Comienza a jugar en el que será su estadio histórico, el Estadio de Buenavista (también llamado así por asentarse en el barrio del mismo nombre). El 22 de abril de 1932 quedó inaugurado el campo, con un partido disputado entre las selecciones de España y de Yugoslavia, con el estadio totalmente abarrotado de público. El Viejo Estadio de Buenavista sería el teatro en el que el R. Oviedo conseguiría su primer ascenso a Primera División. Ocurrió en esa misma temporada, 1932-33; la de la inauguración del coliseo azul.

Dos años después, el Estadio de Buenavista acogería al mejor R. Oviedo de todos los tiempos. En las temporadas 34-35 y 35-36, el equipo azul quedó en tercera posición en Primera División y su estrella, Lángara, fue el máximo anotador de Primera durante tres temporadas consecutivas (entre el año 1933 y 1936). Era el equipo carbayón con Carlos Tartiere en la presidencia del club y la delantera eléctrica en el campo, formada por los eternos Casuco, Gallart, Lángara, Herrerita y Emilín.

En 1936 estalla la Guerra Civil Española, lo cual tuvo unas consecuencias terribles para el R. Oviedo. Debido al conflicto, el campo quedó inservible para la práctica del fútbol (durante la contienda se había excavado una trinchera para que sirviera de refugio a los soldados). Por otra parte, las bombas hicieron el resto: la infraestructura del estadio quedó destruida. Hasta tal punto llegaron los desperfectos, que el R. Oviedo no pudo competir en la temporada 39-40, al no tener campo para hacerlo. La Federación Española de Fútbol guardó su plaza para que el club pudiera regresar a la Primera División la temporada siguiente. Pero el daño ya estaba hecho: la contienda civil había acabado con la trayectoria y progresión de un equipo azul que peleaba por el campeonato de Primera División de tú a tú con los equipos de las grandes ciudades. El R. Oviedo nunca más volvió a optar al título de Liga, exceptuando el meritorio tercer puesto alcanzado en la temporada 62-63.

En junio de 1.958, el hasta entonces Estadio de Buenavista pasaría a denominarse Carlos Tartiere, en homenaje póstumo al que fuera Presidente del Real Oviedo durante veinticuatro años y con el que los azules consiguieron sus mayores logros. Su nombre aún perdura en el actual estadio.

Con motivo de la disputa del Mundial de España 82, el estadio del R. Oviedo se remodela para aumentar el aforo. Durante el torneo mundial el estadio se llena congregando a 22.500 espectadores (frente a los 20.000 anteriores). De todos los campos remodelados como consecuencia del Mundial 82, el de menos capacidad era el Viejo Tartiere.

El escaso tamaño del Tartiere quedaría aún más en evidencia cuando, en 1998, se tienen que poner asientos en casi todo el estadio para adaptar los cambios a las nuevas normativas de seguridad de la UEFA. Esta medida dejó el campo con aforo para apenas 13.000 personas, lo cual hizo que los precios se desorbitaran y que durante las temporadas 1998-1999 y 1999-2000, la afluencia al campo fuera muy baja. Las normas de la UEFA habían acabado con el extraordinario ambiente, típico de aquellos años, en Primera División.

El estadio Viejo Carlos Tartiere también acogió la única participación en una competición europea del equipo carbayón. Fue en la temporada 91-92, cuando el R. Oviedo, C.F. se enfrentó al Genoa, C.F.C. italiano, venciendo en la ida disputada en Buenavista por 1-0.

En el viejo estadio del R. Oviedo también se disfrutaron de los mejores años en lo que a animación y colorido se refiere. El inolvidable viejo Fondo Este del Tartiere vio nacer a los grupos de hinchas y ultras más importantes de la historia azul: la Brigada Azul Universitaria en 1982, los Chiribís en 1986, las Brigadas Azules en 1988 y los Symmachiarii en 1994. Los grandes tifos, el impresionante apoyo desde el Fondo Este y la presión hacia al rival se convirtieron en la seña de identidad del coliseo azul durante la década de los 80 y, sobre todo, de los 90.

El 20 de mayo de 2.000, el Real Oviedo juega su último partido oficial en el Carlos Tartiere sito en Buenavista. El campo se había quedado ya no sólo pequeño, sino desfasado respecto a las nuevas normas de seguridad impuestas por la UEFA en los estadios. Por ello, se tuvo que abandonar. El último partido disputado allí fue en la temporada 1.999-2.000, y enfrentó al R. Oviedo y la Real Sociedad, con resultado adverso para los carbayones de 0-1.

Desde la temporada 2000-2001, el R. Oviedo, C.F. juega de local en su segunda casa, el Estadio Nuevo Carlos Tartiere. Es un estadio con mayor capacidad (30.500 espectadores), pero más frío y menos acogedor que el original Tartiere, el Viejo, el eterno feudo azul. En este nuevo campo, el equipo azul ha sufrido el peor período de su historia deportiva, llegando a jugar en Tercera División en cuatro temporadas distintas.

No obstante, el nuevo estadio ha presenciado cómo el oviedismo ha salvado a su equipo de la desaparición hasta en dos ocasiones diferentes. La primera en 2003, con el intento de suplantación del club por un engendro apoyado y promovido por las autoridades locales, que despreciaron e infravaloraron el verdadero sentir azul. La segunda en 2012, con una ampliación de capital cubierta en su totalidad.

Este ejemplo de fidelidad a un club, un equipo, unos colores, es un orgullo para todo seguidor azul. Siempre serán recordados estos años, y cuando el R. Oviedo, C.F. vuelva a Primera División, que volverá (que nadie tenga duda), siempre podremos decir que nosotros no dejamos morir a nuestro equipo. Que el Oviedo nunca morirá.

Como recuerdo del vetusto estadio os dejo el siguiente vídeo (partido R. Oviedo, C.F.-R.C.D. Mallorca, temporada 87-88, ida de la promoción. Último ascenso del R. Oviedo a Primera División):

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