México irreconciliado: cincuenta años de la matanza de Tlatelolco – 3 de octubre
Los asesinos de la plaza de las tres culturas, en México, usaban guantes blancos. A la señal de tres bengalas, comenzaron la matanza. Fue hace cincuenta años, en el 68 mexicano que hoy se conmemora con un presidente en despedida y otro en capilla. El ministro del Interior saliente ha dirigido el homenaje de las dizque autoridades en Tlatelolco y ha dicho que México (treinta y un mil asesinatos el año pasado) está recorriendo el camino de la reconciliación. Luego izaron la bandera tricolor y sonó el himno: «y retiemble en sus centros la tierra, al sonoro rugir del cañón».
La noche del dos de octubre de 1968 rugieron las balas contra estudiantes y huelguistas en Tlatelolco. Soldados a pie, francotiradores al suelo: dispararon sin aviso a las miles de personas que asistían a un mitin. Hubo treinta y nueve civiles muertos: cuentas oficiales, quién sabe. A los cadáveres los sacaron en camiones, como al ganado. Es una forma de ver al pueblo. El gobierno mexicano informó inmediatamente a Washington y la CIA recomendó declarar el estado de sitio. No se llegó a tanto. Diez días después se inauguraron los juegos olímpicos de México, «las olimpiadas de la paz».
A aquel México que no le hacían falta dictaduras para mantener el orden y el progreso le premiaron en el sangriento 68 con unas olimpiadas y en el 70 con un Mundial. El del maravilloso Brasil de Pelé, Gerson, Jairzinho y Rivellino. A Brasil sí que le pusieron bastón de mando a los generales. Como a Chile. Como a Argentina. A los ejércitos de América se les agasajó con el poder, las armas y el deporte para endulzar aquellas reconciliaciones sangrientas con las que se combatía al comunismo. Luego cuando ganaron hicieron como Pinochet: «la única cosa que queda, señores, es olvidar».
«Con guantes blancos cubrieron sus manos para distinguirse al empezar a matar», cantó Banda Bostik: al rock le dejan cantar cuando las balas callan. «Los estudiantes se suicidan disparando contra la policía». Ilegales también rimaron en la España que se iba despejando del colocón de la Movida y el Mundial 82, y empezaba a probar el sabor amargo del paro a un veinticinco por ciento. El Coleta: «todo el mundo es artista, nadie tiene trabajo». En el mundo sin trabajadores, las banderas rojas han caído y las revoluciones son sonrientes, de colores. Sueños de naciones, himnos y amnesia.
Notas de Extramuros es una columna informativa de Siglo 21, en Radio 3. Puedes escucharla en el siguiente audio y acceder al programa pulsando aquí. También puedes revisar todas las Notas de Extramuros en este tumblr.
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