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Cine y TV

Música, conversaciones y silencios

El mundo es de los distraídos y los silenciosos, de los conversadores y los profesionales de la escucha activa, léase bien, estos últimos escasean. Hay conversaciones de arte y ensayo, pero también es necesario debatir sobre lo cotidiano, lo simple, la vida sin artificio… Ya lo cantaba Zahara, «si eres tan inteligente, que nadie puede entenderte, no sirve de nada».

Estos meses de verano hemos sido felices, tan felices como en una portada de un disco pop, género indie para ser más exactos. Dúo transgresor patrio, ambos están sentados y permanecen apoyados en la pared, miran fijamente a la cámara… Ella deja caer, sutilmente, la cabeza en el hombro de él… Esa portada ha captado el momento. Una se pregunta de qué hablaban antes de esa instantánea o si, a esa imagen, le precede un silencio cómodo, sin «un jardín descuidado».

Presta atención y observa las conversaciones ajenas, esa forma sutil de recoger el pelo detrás de la oreja o como el interlocutor contesta con una precipitación entusiasta, reciclando una palabra de la intervención anterior. Esas escenas en las que la verdadera protagonista es la conversación, por aquello de Martín Hache de «follarse las mentes» o en las que un silencio expresa todo en el momento justo, también puede que una canción de el mejor de los pies.

La música y el elogio a lo simple

La vida es simple, a veces solo basta unos cascos, una habitación y escuchar a los Hombres G. Ver la vida a través de los ojos de un niño. David Serrano en Voy a pasármelo bien repite la fórmula de la sonrisa de medio lado y el musical. Eso sí, desde una perspectiva algo más tierna que en otras de sus películas.

Hace unos días, Filmin nos recordaba la escena de The Lobster y el discman sincronizado, visiten el clip; en los ochenta nos conformábamos con un walkman y confiábamos nuestra alma al diablo y a la duración de las pilas. Dos niños, una habitación y esa sensación del momento eviterno, ese momento que tiene principio pero no fin. Viviendo con alguien las primeras veces de las que hablaba Jabois en uno de sus artículos. Los protagonistas cantan, a todo pulmón, el tema Dos imanes del grupo madrileño. A veces esos dos imanes no son tan opuestos y son tan similares que te hacen preguntarle a tu padre qué hizo aquel verano del 82. El miedo a la estirpe y al incesto involuntario…

En Sing Street la música es la excusa y se fusiona con el discurso. Tus padres se separan y tu hermano pone a punto su halo paternal para protegerte. Os encerráis en su habitación mientras habláis sobre la vida, compartís discos o debatís sobre la pulsión artística y el credo a seguir, «persigue los sueños que yo no cumplí». Entre consejo y consejo suena A-ha y The Cure y tú te sientes cada vez más importante escuchando a tu hermano mayor entre esas cuatro paredes.

Esta vez nos ponemos en la piel de un adolescente y sus conversaciones, las ganas de impresionarse a sí mismo y, cómo no, de impresionar a una chica interpretada por Lucy Boyton. Al hablar con ella, el protagonista, Cosmo, siente que le faltan minutos, días o vidas. ¡Vete tú a saber! Basta cruzar un par de palabras con la persona adecuada para que ese lugar se convierta en el lugar del que hablaba Triana, donde cae la lluvia y crecen las flores a una velocidad estratosférica, formando lindes y espirales para proteger el momento.

Sing Street es, sin duda, una película que parece simple pero que es encantadora. Posdata, en Broadway, estrenaron un musical basado en esta cinta.

Los silencios

Encerrados en nuestras conversaciones internas puede que solo busquemos redención, como  Ralph Phien Fiennes en Los perdonados. Quizá necesitemos abandonar el rococó mental para organizar ideas o llegar a conclusiones. Puede que aproveches para ello un paseo y todo el azul de Cádiz.

En un capítulo de la primera temporada de la serie Master of None el protagonista, tras una cita, coge un taxi. Lejos de aprovechar el siguiente plano para cambiar de localización, la cámara se queda acompañándolo, dentro del taxi, todo el trayecto. El actor principal es el silencio. No pasa nada, no hay diálogo, el personaje solo piensa sin voz en off. ¿Por qué se omite siempre ese momento? ¿Por qué no se suele otorgar ese toque de realidad a los guiones? ¡Qué obsesión por completar algo que no necesita ser completado!

¿Y si descansas de tu periplo mental ante un cuadro? ¿Y si apuestas por ese silencio contemplativo? En la serie This is us, Rebeca vuelve al Meet de Nueva York a admirar un cuadro que observaba cuando era niña. Nos hacen creer que contemplaba el cuadro, cuando en realidad observaba a una mujer rubia, con los labios pintados de rojo, que siempre lo miraba conmovida. Rebeca, en la senectud, se da cuenta de que nunca ha vuelto a admirar ese cuadro, que no ha ocupado el lugar de esa mujer espectadora. Y en ese preciso momento, en el que el cuadro se convierte en espejo, en su psique, se promete no postergar próximas veces.

Disfruta de los planos fijos, de la plasticidad del pelo, la palabrería, los fotogramas acelerados, los deshielos y las conversaciones en constante ebullición. Observa el verdor de la luz filtrada tras las hojas, organiza ideas, clasifica los azules gaditanos y decide… Aunque hayas cumplido los 40 revive el entusiasmo infantil pre o posadolescente… No postergues y no te prives de revivir, una y otra vez, esas primeras veces…

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