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El Seriéfilo

Seriéfilo: febrero de 2023

Siempre me pasa lo mismo con el mes de febrero: es tan corto que, cuando me quiero dar cuenta, casi estamos a mediados de marzo… ¡y el seriéfilo sin publicar! Por suerte, aunque breve, siempre deja buenas series para comentar. Esta vez han sido incluso excelentes. Escaso, pero con fundamento. Que no se os escape. 

Si hay una serie que cumpla con esta premisa esa es Happy Valley (Movistar Plus). Su última temporada se ha hecho de rogar nada menos que siete años, pero la espera ha merecido la pena. La producción nos deleita en su tercera entrega poniendo punto final a una de las mejores series de los últimos años. Tres temporadas de seis capítulos han sido suficientes para hacer un hueco en nuestro corazoncillo a la abnegada sargento de policía Catherine Cawood. Hueco ampliado en estos últimos episodios en los que parece sobrepasada por los acontecimientos y en los que muestra su lado más vulnerable.

Aprovechando para llevar el parón de la vida real a la ficción, nos encontramos con una Catherine a punto de jubilarse; Ryan, su nieto, se ha convertido en un adolescente con buen fondo, pero problemático; y su padre biológico Tommy, sigue encerrado en la cárcel de máxima seguridad donde lo habíamos dejado siete años atrás. Un tiempo en el que el interés por su hijo ha ido creciendo en paralelo a su odio por Catherine. A partir de aquí se escribe el capítulo final de una historia llena de decepciones, desengaños, redención y duelo. Con una magistral, como de costumbre, Sarah Lancashire; y un inspirado James Norton dando la réplica, el circulo se cierra convirtiendo las tres temporadas en un tríptico sobre el odio, la ira y el perdón. Una serie imprescindible que destaca en todos sus apartados, de la que se seguirá hablando durante mucho tiempo y que, sin duda, se convierte en la primera gran serie de este 2023.

Mientras tanto, resurge un género que parecía dormido, el western, en gran parte gracias a Taylor Sheridan que, en su misión por dotar a la serie Yellowstone (SkyShowtine) de un árbol genealógico, nos dejó el año pasado la maravillosa 1883 (SkyShowtime). Este año, avanzando en su propia cronología, marca otra muesca en la culata con 1923 (SkyShowtime), también precuela de Yellowstone

Sin llegar a la excelencia de 1883, 1923 es un buen exponente del western crepuscular: refleja los últimos coletazos del salvaje oeste, sucumbiendo ante los nuevos aires del capitalismo que voltea los pilares del poder. Los grandes vaqueros propietarios de cabezas de ganado se ven desplazados por los grandes inversores y los propietarios de acciones societarias. El mundo está cambiando y la familia Dutton lo está sufriendo en sus propias carnes de la peor manera posible. Para no sucumbir, lanzan una llamada de auxilio al sobrino pródigo, que lucha contra sus demonios internos como cazador de grandes depredadores en África. Esto permite mezclar el western con el cine clásico de aventuras en la sabana que. El exterminio de los indios auspiciado por la Iglesia católica da forma a la última pata en la que se apoya Sheridan para profundizar aún más en el universo de Yellowstone.

Sin dejar el western, al otro lado de la frontera encontramos La cabeza de Joaquín Murrieta (Prime Video), serie mexicana cercana al spaghetti western que, en muchos momentos, flirtea peligrosamente con la serie B. Dejando patente su limitación de presupuesto, lo más interesante de esta producción es el fresco que pinta de la fiebre del oro y el imperialismo norteamericano de mediados del siglo XIX, pero desde el punto de vista mexicano. Desde la óptica del pueblo que, tras la pérdida del estado de California y su anexión a los Estados Unidos, fue victima del racismo y la discriminación. Aquí surge la figura de Joaquín Murrieta, el líder forajido de la banda de Los cinco Joaquines, perseguido por el gobierno americano, pero querido y protegido por los californianos. 

Aunque la serie es entretenida y ágil, por la corta duración de sus episodios, las escenas de acción sufren la falta de presupuesto y algunas decisiones de guion; por momentos, la dirección es extraña, pretendiendo trasladar épica a la historia y consiguiendo transmitir en su lugar desconcierto por la falta de coherencia. Tampoco es buena idea tener a actores de habla inglesa chapurreando castellano continuamente: puede ser realista (seguro que, puestos a hablar español, los americanos lo hacían así), pero la labor actoral, ya de por sí justita, se ve muy lastrada. Y la serie se resiente. 

Una serie a la que nunca se podrá criticar por su acción es Fauda (Netflix). Su cuarta temporada parece producida con el piloto automático y, sin embargo, funciona como un reloj. Seguramente no es su mejor temporada, puede que las mejores escenas ya las hayamos vivido… pero Doron y su equipo de asalto saben mantenernos pegados a la silla a base de tiros y explosiones. Aunque esta vez parece que la acción se traslada a Europa, enseguida vuelven al entorno de Israel, que es donde la producción se siente más cómoda. Los patrones del guion resultan familiares, la reconexión de Doron con su grupo tras lo acontecido en la anterior temporada es muy forzada y el enésimo civil palestino al que le hunden la vida para llegar a la figura del terrorista suena a estrategia ya conocida. Y, aun así, no se puede negar que, como serie de acción, Fauda sigue funcionando a las mil maravillas.

Continuando con el repaso del mes, parece que el mundo de Anne Rice no está hecho para la televisión. O por lo menos sus series no están hechas para mí. Tras el estreno de su franquicia más potente, Entrevista con el vampiro (AMC+), que a pesar de las buenas críticas no me llegó, era de suponer que otra de sus creaciones, Las brujas de Mayfair (AMC+) también podría correr la misma suerte. En este caso, al no haber leído los libros en los que se inspira creía que podría gustarme más, pero no. Ambientada en algo parecido a una Nueva Orleans actual y vampírica y con una historia demasiado débil para cubrir toda la temporada, los episodios generan más sopor que interés. Tampoco ayuda el castin, correcto en los personajes secundarios pero muy fallido en los tres personajes principales. El trío formado por Alexandra Daddario, sobresaliente en su papel en la primera temporada de White Lotus (HBO); Tongayi Chirisa, en el papel de Ciprien; y, sobre todo, Jack Huston, como el demonio Lasher, muestra una falta de química alarmante. Tanto en el amor como en el odio: solo transmiten una indiferencia que, unida a lo limitado de la trama, hacen de este segundo proyecto relacionado con la obra de Anne Rice un error.

A pesar de todo, todavía nos queda una grata sorpresa dentro del terror para despedir el mes. Hablamos de la japonesa Gannibal (Disney +), en la que seguimos al agente de policía Daigo Agawa hasta su nuevo destino, Kuge, un pueblo perdido en las montañas donde empieza a encontrar señales de canibalismo mientras el pueblo mantiene su silencio. Con varios giros de guion que logran sorprender, acción muy cuidada, escenas no aptas para estómagos sensibles y unas gotas de terror sobrenatural, Gannibal es la serie perfecta para quien eche de menos una serie de terror japonés, bien hecho y sin repetir tópicos de viejas glorias como The Ring (Hideo Nakata, 1998) o La maldición (Takashi Shimizu, 2002).

Y con esta recomendación me despido hasta dentro de un par de semanas. No hagáis planes para marzo porque se vienen cosas muy grandes como la adaptación de The Last of Us (HBO), el videojuego más cinematográfico convertido ya en el producto seriéfilo más fiel a su original. Todo un hito para ambas industrias. Sobre esto y mucho más hablaremos en el próximo episodio seriéfilo de nuestras vidas. Aquí os espero.

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