Policía que sirve y mata – 23 de enero

La policía de Estados Unidos nunca mató tanto como en 2024. Fueron al menos 1260 personas, según Mapping Police Violence. Son 45 muertos en lo que va de 2025. Más de dos al día. La policía mata más en el este y el centro del país, pero el lugar donde resulta más mortífera es en Nuevo México, y en la ciudad donde rompen récords es Albuquerque. El 28% de los asesinados eran negros, cuando solo el 12% de la población estadounidense es afroamericana. Los negros también tienen tres veces más probabilidades de recibir una bala o una paliza mortal de las fuerzas de la ley. Y más de un tercio de los asesinados cayó cuando huía. Latinos y negros también tiene más probabilidades de morir si intentan escapar.
Solo una de cada tres muertes empezó por la denuncia de un delito grave. La mayoría sucedió porque la policía paró un coche para multarlo, el muerto tuvo un episodio de crisis mental o hubo algún tipo de discusión menor. Las muertes policiales se dan sobre todo en los suburbios, no en el centro de las ciudades. Los agentes, en todo caso, pueden matar sin temor a las consecuencias. En el 98,2% de todos los casos registrados entre los años 2013 y 2024, los matarifes no fueron acusados de ningún crimen. Hay muertes gratuitas en la patria del dinero. El capital distingue el color de piel y hasta el sexo (más hombres que mujeres), pero los estudios estadísticos no dicen nada de la clase. La pobreza se le supone a los muertos.
En Estados Unidos se cuentan muchas cosas bien: se cuentan las horas que cada ciudadano dedica por semana al cuidado del césped (dos), o la cantidad de frutos secos que ingieren los hombres blancos mayores de veinte años. Se cuentan también cuántas mujeres en edad fértil usan anticonceptivos. Se cuenta todo eso, pero no los cadáveres que dejan las fuerzas y cuerpos de seguridad. Eso queda para organizaciones como la que ha hecho los cálculos citados en esta columna. O para las universidades. Hace veinte años, el FBI intentó recopilar los datos, pero desistió ante la pasividad y renuencia de los Estados. De ese modo, las cifras no son oficiales, y por tanto más opinables. Los muertos son otro punto de vista.
La policía de Estados Unidos mata con cualquier presidente a un ritmo creciente: unos mil muertos al año con Bush, Obama, Trump, Biden. Con el nuevo Trump no se esperan grandes novedades. Cuando al taxista Rodney King casi lo matan a palos en Los Ángeles gobernaba Clinton. Y estaba Obama cuando a Freddie Gray lo asesinaron en Baltimore. David Simon tiene una serie sobre la brutalidad, la impunidad y la militarización de la policía de Estados Unidos en esta ciudad del este del país. Se titula Somos los dueños de esta ciudad. Dicen: «El dinero habla, pero el poder grita. Y en esta ciudad, el poder es el único lenguaje que realmente importa». Se aplica a Trump, un narciso imperial. Y aún más a su corte de millonarios. Ya no necesitan dinero, sino los gritos y las balas del poder.
Extramuros es una columna informativa de Efecto Doppler, en Radio 3
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