Seriéfilo: enero de 2025

Pistoletazo de salida para un nuevo año en el que parece que todos los participantes se lo están tomando muy en serio. Y es que hace tiempo que no se veía un enero con tantas buenas series… Si el arranque fuese la muestra de lo que 2025 nos va a ofrecer durante los próximos doce meses, el año podría ser apoteósico. Pero si a esto le sumásemos el estreno de la segunda temporada de El juego del calamar (Netflix), que debido a la intempestiva fecha de su estreno (el 26 de diciembre) se quedó en el limbo de todos los rankings de 2024, entonces la cosa mejora todavía más. Porque (lo comento de momento de pasada), esta segunda entrega ha sabido seguir muy bien la historia y se siente como una continuación orgánica, no como un pegote hecho únicamente para rentabilizar el enorme éxito de la primera temporada…
Y ahora sí, vamos con el producto genuino de este mes de enero, que tampoco tiene nada que envidiar a la serie coreana, empezando por la exquisita ciencia ficción que nos ofrece AppleTV: Silo ya comenzó a enseñar la patita con su sorprendente e inesperada primera temporada y, con su segunda entrega y el anuncio de renovación por una tercera y cuarta (así, todo de golpe), se apuntala como la gran sorpresa del género, como en su día lo pudo ser The Expanse (Prime Video). Una propuesta de ritmo pausado, centrada en los personajes más que en la acción y que exige ser disfrutada sin prisas. Nuestra protagonista, Juliette, sigue luchando contra todo para intentar descubrir los entresijos del enorme silo en el que viven diez mil personas encerradas para poder sobrevivir a una atmósfera exterior radiactiva y mortal. En esta segunda temporada, su mundo mantiene el ritmo plomizo y asfixiante que ya conocimos, pero poco a poco se van resolviendo muchas de las incógnitas que se plantean desde el primer episodio, dando forma a un ecosistema en el que va encajando pieza a pieza. Destacar que esta historia se puede disfrutar doblemente, pues, aunque sigue las obras de Hugh Howey en las que se basa, aquí encontramos distintos giros de guion y nuevas formas de cerrar algunos arcos argumentales. Se podría decir que la serie se centra más en los personajes y el libro en la historia, por lo que ambas se complementan perfectamente.
Mientras tanto y aunque no solo de Taylor Sheridan vive el western, lo que está claro es que el actor, productor y director norteamericano está marcado el camino del género. Al igual que en su fantástica 1883 (SkyShowtime), Érase una vez el Oeste (Netflix) muestra el salvaje oeste más violento que nunca, cambiando el lirismo visual de Sheridan por una brutalidad descarnada. Esta miniserie nos lleva a los albores de Utah, donde los mormones, los colonos y las ya muy mermadas tribus indias nativas colisionan de forma sangrienta en unas tierras alejadas de cualquier vestigio de humanidad. Cruda y despiadada, hará las delicias de los aficionados a las buenas vaqueradas crepusculares melancólicas y descreídas de Peckinpah o Eastwood.
No obstante, la última creación de Sheridan es Landman: Un negocio crudo (SkyShowtime/Movistar+), una suerte de western moderno pero centrado en la explotación de las plataformas petrolíferas en el sur de Texas. Un negocio peligroso a la par que lucrativo en el que cada día es una aventura. Protagonizada por un solvente Billy Bob Thornton, el actor interpreta aquí al personaje de Tommy Norris, capataz de una empresa petrolera y que tendrá que solventar numerosos contratiempos, narcotraficantes incluidos, para que el oro negro siga fluyendo. Aunque es terriblemente entretenida, como todo lo que toca Sheridan, la serie presenta varios fallos que la alejan del podio de series del prolífico creador. Las tramas secundarias flojean: una, la protagonizada por el hijo de Tommy, que quiere seguir sus pasos en el negocio, por inverosímil y por estar metida un poco a calzador; y otra, la de su mujer e hija, que directamente es absurda. Y es que aquí encontramos otro de los problemas de la producción: los personajes femeninos son bastante bochornosos, permitiéndose el lujo de desperdiciar a Demi Moore, ganadora de un Globo de Oro y nominada al Óscar como mejor actriz principal este mismo año por su papel en La sustancia (Coralie Fargeat, 2024), con un papel secundario con cuatro frases mal contadas.
En cualquier caso, si una serie destacado este mes (y eso que las tres anteriores ya son canela fina) es la inglesa Chacal (SkyShowtime/Movistar+), una reinvención actualizada de la película clásica que rodó Fred Zinnemann en 1973. Si en aquella ocasión el objetivo del asesino a sueldo más letal era el presidente francés, el general De Gaulle, en esta ocasión, los objetivos serán más variados, aunque su arma principal seguirá siendo un rifle de francotirador. La persecución del asesino a lo largo y ancho del mundo por parte la obsesiva y tenaz agente de la inteligencia británica, Bianca Pullman, mientras Chacal prepara su último golpe es trepidante y nos deja algunos de los mejores momentos de acción, suspense y tensión del momento. Los personajes, muy bien construidos, hacen que empaticemos más con el asesino que con sus perseguidores, aunque en todo momento nos muestren la crueldad del prófugo, lo que crea una sensación extraña que nos acompaña durante todo el metraje. Esta es una serie a la que no le falta de nada y en la que todo está bien hecho. Aunque estemos todavía en enero, me atrevo a vaticinar que nos encontramos ante una de las mejores series del año, sin duda alguna.
En otro frente, reflota la franquicia Star Wars con una propuesta modesta que, visto lo visto, es lo que mejor le funcionar a Disney. Esta vez, dirigida al público más infantil, Star Wars: Tripulación perdida (Disney+) es puro cine fantástico de aventuras familiar con aroma ochentero, certificando que el universo Star Wars es tan vasto y tiene tantos rincones por explorar, que soltar el lastre de la saga principal y perderse en alguno de los múltiples detalles de la galaxia crea historias muy disfrutables. Esta vez nos encontramos con una especie de Goonies espaciales que, en vez de encontrar el mapa del tesoro de Willy el Tuerto, necesitan encontrar el mapa para volver a su planeta natal, At Attin, escondido por la Antigua República al ser el lugar en el que producía todo su dinero. Pero donde hay tesoros escondidos, hay piratas, y es aquí donde entra en juego Jod Na Nawood, capitán pirata interpretado por Jude Law, que ayudará a los críos a buscar su camino de vuelta a casa para intentar descubrir ese planeta tesoro.
Y ya para acabar este mes cargadito de buena mercancía, un par de comedias patrias que lo están haciendo muy bien. Por un lado, la tercera temporada de Machos Alfa (Netflix) que, a pesar de los años, sigue creando situaciones hilarantes con temas que levantan ampollas como la igualdad de género, la identidad sexual o el machismo… Esta longevidad se sustenta en la creatividad de los guiones, que evitan la tentación de caer en el humor grueso y fácil, y en un elenco con muy buena química que transmite muy buen rollo a pesar de sus cafradas.
La que sí es cafre es Muertos SL (Movistar+), con cuyo humor negro me despido. Se estrena su segunda minitemporada (únicamente consta de seis episodios), con nuevas historias de la funeraria Torregrosa y un Carlos Areces que parece hecho para el papel de director insensible y egoísta con ínfulas de grandeza. A la serie se le echa en falta algo más de mala baba en sus gags, aunque, situados sobre la fina línea del humor negro, los guionistas quizás hayan preferido pecar de prudentes que pasarse. Aun así, la serie funciona bastante bien sin llegar al nivel de Machos Alfa.
Y poco más que añadir a este súper enero de series: mucha calidad para empezar el año con buen pie. ¿Será capaz febrero de mantener el ritmo? El próximo mes lo comprobaremos. ¡No me fallen!