El seriéfilo: junio de 2017
Permitidme que esta vez vaya directamente al grano, porque con esta ola de calor galopante estoy al borde del colapso térmico y no me gustaría dejaros sin recomendaciones seriéfilas para estas vacaciones veraniegas. Como preveíamos el mes pasado, los estrenos se han ido relajando y se han podido paladear con calma las pocas pero intensas series que han trufado Junio.
Para empezar, un obligado homenaje a una serie que mejora con cada capítulo y que, de no estar emparentada con uno de los pesos pesados de siempre, podría convertirse en el primer spin-off que supera a su serie madre; porque Better Call Saul (AMC) se encuentra entre los mejores títulos en activo y, sin duda, puede mirar por encima del hombro al 90% de las series actuales. Por desgracia para ella, Breaking Bad (AMC) ya ha entrado en el Olimpo televisivo y es muy osado suponer que pueda superarla, pero sí que podemos considerarla como una guía de estilo sobre cómo hacer un buen título derivado. Con un estilo visual y una ambientación muy similar, toma un personaje secundario icónico de la historia principal y desarrolla un nuevo mundo que se cruza con el original de forma tangencial y ocasional, difuminando la historia primigenia y manteniéndola en un plano secundario. Por eso no tendría que extrañarnos que alguien que disfrute más de los thrillers de juicios y abogados, pero que no se vea atraído por el mundillo de las drogas, prefiera a nuestro amigo Saul Goodman antes que al icónico Walter White. Better Call Saul tiene vida propia, y funcionaría perfectamente como serie independiente: no tiene ninguna deuda narrativa con el gigante que fue Breaking Bad, y parece que las referencias y los personajes compartidos son más un guiño a los fans que necesidades reales del guión para mantener el interés. Y no es tema baladí, pues la mayoría de los spin-offs recurren a su serie madre para suplir los agujeros y carencias narrativas. De momento, tres temporadas que van in crescendo y la esperanza de que las aventuras de Saul Goodman nos acompañen durante muchas más.
Si el mes pasado comentábamos la buena pinta que tenía la nueva creación de Starz, American Gods, el final de su primera temporada la confirma como candidata a mejor serie del año. La cadena televisiva acierta en todo: casting, guión, producción… ajustándose como un guante a la maravillosa historia parida por Neil Gaiman. Y si también hablábamos de lo buena que había sido la segunda temporada de Sense8, Netflix, ante la incredulidad de sus fans (entre los cuales me incluyo) confirmaba su cancelación, dejando la historia totalmente deshilachada con todos los frentes abiertos. Pero las protestas indignadas de los seguidores (y a la vez suscriptores de la cadena) parece que han acabado dando su fruto y este pasado jueves la cadena anunció que da luz verde a un especial de dos horas que servirá como colofón final, atando todos los cabos sueltos. Aunque esta es la cancelación más sonada, Netflix también ha confirmado la de The Get Down y Bloodline, aunque en estos casos, al quedar las historias más o menos cerradas, el revuelo ha sido menor. Estas noticias indican que la cadena online de moda es humana, y que, al igual que el resto, tiene unos recursos finitos para hacer series; que se lo digan a HBO con Carnivale o Deadwood, y más recientemente con Boardwalk Empire, que tuvieron que terminar abruptamente con una mini temporada que rompía claramente con el contenido anterior. Sorprende quizás, porque para Netflix es la primera vez, y puede que por ello, su forma de actuar fuera torpe. Como explicaba su CEO, la cadena quiere hacer productos más arriesgados y que sorprendan más, ya que eso le dará más notoriedad a la cadena y aumentará sus suscriptores. El prestigio que le proporciona una serie como Sense8 no compensa el coste, ya que con el dinero de una temporada podrían realizarse cinco títulos más experimentales (pelotazos como Stranger Things, por ejemplo), en los que el binomio producción-beneficio estuviese más compensado. Y es que el problema de series muy longevas es que cada nueva temporada suponen un coste mayor que la anterior; por eso es más rentable hacer productos nuevos que una temporada más de House of Cards u Orange is the New Black (OITNB).
Precisamente este mes, Netflix ha lanzado la nueva serie que podría ser el sustituto de OITNB: Glow nos narra la gestación del primer espectáculo de wrestling femenino (el Pressing Catch de Hulk Hogan y El último guerrero para los que vivimos de niños los albores de Telecinco). Producida por los creadores de OITNB, el patrón es el mismo: un drama con tintes de comedia que junta a un grupo muy particular de mujeres que, sin quererlo, acaban formando parte del circo de la lucha libre; buena ambientación ochentera y guiños constantes a la cultura friki de esa década que harán las delicias de los que vivieron con intensidad esos años. La duración media de 30 minutos agiliza los capítulos, ya que la historia principal es bastante simple y no se busca profundizar demasiado en los personajes. Glow es una buena opción para los que comulgaron con el formato de OITNB, pero que después de cinco temporadas empiezan a estar cansados de tanta cárcel y tanto mono naranja; sin su brillo (ni su voluntad de deslumbrar), entretiene, y como serie ligera de verano cumple a la perfección.
Bloodline también ha sido cancelada, pero en este caso sin tanto revuelo, ya que en su final, pese a descafeinado, si se aprecia una conclusión definitiva; es decir, lo que se nos quería contar desde el primer capítulo ya no da para más, por lo que no hay nada que objetar.
Otra serie que cumple estos requisitos veraniegos es Hap & Leonard (SundanceTV), que en su segunda entrega sigue basando todo su potencial en la química existente entre sus dos protagonistas, James Purefoy (Hap) y Michael K. Williams (Leonard), y en su gran ambientación (de los años 80 en un pueblo de la Texas profunda). Temporadas de seis episodios en la que nuestros dos amigos se ven envueltos en algún tipo de asunto que siempre implica algo de acción e investigación, dando lugar a momentos de tensión y de comedia, y siempre con mucha crítica social. Otro título que no sé si será por el calor pegajoso que desprende, que parece traspasar la pantalla, pero que me encanta ver en verano, sudando como un pelícano ceñudo y con una cerveza bien fría en la mano.
El formato American Crime (ABC) sigue dando sus frutos en su tercera temporada; la idea de emplear siempre a los mismos actores protagonistas pero interpretando distintos papeles, le da un plus de complicidad con el espectador y una diferenciación del resto de series que se agradece. Fuera de ese tecnicismo formal, sigue esforzándose por mostrar la cara más oscura de la gente corriente; aquella que aunque sigue muy focalizada en la sociedad americana, podría encontrar su correlación en el comportamiento de cualquier persona anónima de cualquier país del mundo. En esta ocasión, trata temas como la inmigración ilegal, la ineficiencia de los servicios sociales desbordados sin medios para atender a los jóvenes que los necesitan, el racismo o cómo la globalización arrastra a los empresarios a explotar a trabajadores para mantener sus beneficios. Críticas de mucha actualidad, más si cabe con el ascenso de Donald Trump a la presidencia de los EE. UU., y enfocadas con un prisma de desesperanza.
Vuelve también Animal Kingdom (AMC) con su segunda temporada, desterrando cualquier lazo que pudiese haber tenido con la película que le da nombre. La serie se escora hacia un enfoque más lúdico, con más acción y centrado en las actividades criminales de una familia de ladrones de guante blanco. Este cambio consigue un resultado más ligero y espectacular, perfecto para disfrutar durante este periodo veraniego, evitando exigencias que recalienten aún más nuestro cerebro.
Este mes todavía nos quedarían series en el tintero, pero creo que vamos a dejarlo antes de que el maldito calor termine por derretir el teclado. Si xntes lo digo… yx se me hx pegxdo xl dedo lx teclx x, x ver como xrreglo esto pxrx el próximo mes, mierdx de vidx gente. ¡Hxstx mxs ver!