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Libia: «liberada» para esclavizar – 22 de noviembre de 2017

«Hombre fuerte para trabajar». Con este mensaje venden a seres humanos en Libia. «¿Alguien necesita un excavador? Este hombre es muy fuerte para excavar». Cuánto: subasta. Trescientos, cuatrocientos, ochocientos dólares. Vendido. Es el precio de los esclavos que hoy se comercian en el país del norte de África. La ONU está indignada. Uno de los gobiernos libios, también. El de Mali, por supuesto. Van a reunir comités. Muy prometedor. Libia es un país sin Estado, un trozo de suelo en disputa por el que circulan migrantes desesperados que pueden caer en manos de gente sin alma pero con suficientes conocimientos para los negocios. La esclavitud se paga por giro de Western Union.

Los hombres esclavos son mano de obra. A las mujeres las prostituyen. Vienen de Senegal, Nigeria o Ghana. Quieren cruzar el Mediterráneo, ese viaje que se hace en barcaza infame que con suerte saldrá en el telediario rescatada por una fragata. Los buques europeos que patrullan esas aguas no tocan Libia. Como mucho la miran desde lejos. Algunos quizá participaron en la guerra que con civilizado cinismo se llamó humanitaria. Qué tiempos no tan lejanos, cuando a nuestros diarios de combate se les saltaban las lágrimas de emoción al ver los cazabombarderos quemando democracia en las toberas. Llevaban la esclavitud junto al ataúd de Gadafi.

«Sátrapa libio», decían, y así escribían las líneas de la destrucción de una nación imperfecta, de un gobierno tolerado o condenado según moda. Hasta que resultó insoportable que aquel Gadafi que sabía demasiado siguiese gobernando en este norte de África llamado a estar teñido de revoluciones de nuestros colores. Barack Obama, presidente de Estados Unidos; Sarkozy, de Francia; Monti, de Italia; Zapatero, de España. La civilización ilustrada atacó Libia para asesinar a un hombre y terminó matando a un país entero a cambio del dos por ciento del petróleo de la Tierra. «Fuimos, vimos y murió», sentenció Hillary Clinton con una sonrisa mercader.

Los esclavos contemporáneos siguen saliendo del occidente africano, de donde partían para la América europea. Hoy ya no se les vende en las plazas del nuevo mundo. Ahora se comercian en su propio continente, ese que miramos con desprecio e ignorancia un par de segundos televisivos antes de apartar la mirada. En muchas escuelas de África no hay libros. Tampoco mapas. Muchos migrantes no tienen en la cabeza las líneas de las fronteras que les dibujamos. El norte no es Libia aunque lo diga la brújula. Pero ahí pueden quedarse, esperando en el mercado de seres humanos a que les salve un cielo poco protector. Del nuestro ya cayeron las bombas.


Notas de Extramuros es una columna informativa de Siglo 21, en Radio 3. Puedes escucharla en el siguiente audio y acceder al programa pulsando aquí. También puedes revisar todas las Notas de Extramuros en este tumblr.

Víctor García Guerrero
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2 comentarios

  1. Esta guerra imperialista estuvo basada en MDM (Mentiras de Destrucción Masiva). Una auténtica guerra de agresión contra un país que caminaba hacia el aperturismo político y gozaba de unos de los índices de desarrollo más altos del continente africano.

    Libia, país que ya no existe, destrozado como un trozo de suculenta carne por una jauría de perros rabiosos. Que bien nos saben vender las “guerras humanitarias” de agresión, allí no pasó nada.

    ¿Y la Chacón? Lagrimitas y homenajes de despedida “era una socialista ejemplar!” .

    ¿Y Santiago Alba Rico? El canalla “progre” encargado de vender a la izquierda la “guerra necesaria” y “humanitaria” de la OTAN, disfruta ahora de presencia en los medios para vendernos sus libros.

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