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Arte y Letras

Bogey edición integral: reivindicando el cómic español a través de Sánchez y Segura

Si estás leyendo esto y te gusta el cómic, es muy fácil que tus referencias básicas oscilen entre lo británico, lo americano, el manga y lo francobelga, vulgo europeo. Esto no es, por supuesto, un problema por sí mismo, pero sí un síntoma del olvido sistemático que ha tenido el cómic español entre la afición al medio, un ámbito que a estas alturas sigue siendo una fuente de sorpresas y descubrimientos para todo aquel que no se criara entre las revistas de los años ochenta o semejante. Muchas de las grandes obras de nuestra escuela comiquera apenas están siendo reivindicadas y recopiladas correctamente en estos últimos años, caso de series como Hombre, Torpedo 1936 o la que nos ocupa, el Bogey de Leopoldo Sánchez y Antonio Segura, que al fin tiene una necesaria edición integral de la mano de Ponent Mon.

El cómic español siempre ha vivido a la sombra de nuestro vecino del norte. La fuerza y la vigencia del cómic francobelga ha sido un elemento difícil de ignorar para la historia del medio; a menudo, su efecto sobre nuestros autores era difícilmente valorable. ¿Era bueno porque permitió que algunos de nuestros mejores artistas pudieran dedicarse a su obra y llegar a un público más amplio, o era malo porque evitaba que crearan una escuela propia? Una complicada pregunta para la que seguramente no exista una única respuesta.

Los que se quedaron en España tuvieron que desarrollar su carrera entre revistas, pequeñas ediciones, periódicos y todo tipo de artimañas para no desaparecer. No fue el suyo un mundo de álbumes de gran recorrido, público fiel y entregado o una repercusión popular excesiva. Es fácil verlos como auténticos guerrilleros del cómic, teniendo que aprovechar cada ocasión que se les presentara para poder expresar su arte, sin saber si la revista iba a llegar a publicarse un número más o si su serie iba a estar entre las elegidas para ver la luz. Tal vez eso creara una sensación de inmediatez, una tensión constante que se extendía a cada historia, a cada página, dejando ver que tal vez fuese la última que nos iban a regalar.

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La publicación original de Bogey

Bogey fue el fruto de la colaboración entre dos de los nombres españoles más interesantes de la historia de nuestro cómic. Por el lado del guión estaba Antonio Segura, cuya fama se ha cimentado en su trabajo en series como Hombre y Orka, pero, sobre todo, gracias a su presencia en la serie Tex de la italiana Sergio Bonelli Editore. Ya hemos comentado que es triste tener que tender siempre a la referencia extranjera para poder valorar a nuestros creadores, pero ciertamente Segura ganó la inmortalidad por ser el primer guionista no italiano, y hasta ahora el único, en trabajar con el personaje. Su muerte en 2012 fue una de las grandes pérdidas del cómic español.

portada-bogey-el-hombre-que-florecioDe la labor gráfica se encargó Leopoldo Sánchez. A diferencia de Segura, este ya era entonces un veterano del cómic que estaba, según sus propias palabras, algo cansado del mundillo, pero no del medio. A pesar de estar dedicado a la publicidad, decidió por iniciativa propia (y no por ninguna petición editorial) trabajar sobre algunas de las historias que le contó Segura. El resultado fue un tomo editado de manera personal que incluía dos historias en las que se nos regaló un personaje ya totalmente definido y un mundo que funcionaba perfectamente. Tras su trabajo en Bogey, Sánchez decidió separar su camino definitivamente del cómic. El boom español había pasado y su futuro estaba en la pintura, medio que sigue siendo su presente.

Así, Bogey empezó con un volumen independiente de dos historias para después publicarse en la revista Cimoc, pasar brevemente por la K.O. Cómics de Ediciones Metropol (revista que apenas editaría cuatro números) y contar tan solo con dos recopilaciones a manos de la Editorial Norma con las que no cubrirían todo el recorrido del personaje. En total, fueron trece las historias de Segura y Sánchez, todas ellas completamente independientes y únicas, fruto de una colaboración que duraría cuatro años y dejaría tras de si una obra de referencia para el cómic español.

Por suerte para nosotros, no todo iba a quedarse así. De hecho, este 2016 nos ha traído la agradable sorpresa de un nuevo y pequeño relato que se incluye en la necesaria edición integral de la serie. Bye, bye! es, en el fondo, una especie de cierre necesario para Bogey y sus autores: Leopoldo Sánchez recordando a Antonio Segura y al personaje que les unió; tres buenos amigos tomando una copa con el lector que, a esas alturas, lo más normal es que se considere uno más del grupo.

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El cómic de serie negra futurista en versión española

La idea de hacer un cómic de serie negra ambientado en el futuro, no era una novedad absoluta cuando apareció Bogey, pero tampoco era precisamente algo habitual. La referencia más común cuando se habla del género es el The Long Tomorrow de Dan O’Bannon y Moebius; obra trascendental, que influyó tanto en el Ridley Scott de Blade Runner como en el William Gibson de Neuromante. No es difícil imaginarse que esa obra tuviese algo que decir en que Segura y Sánchez asumiesen la idea de un trasunto del detective más universal del cine en un mundo futurista enfrentándose a casos de diferente calado.

intro-el-hombre-que-florecioPorque Bogey no es solamente el nombre del protagonista, sino el apodo habitual del mismísimo Humphrey Bogart, cuyo físico en ocasiones coincide con el de Bogey aunque normalmente solo nos lo recuerde. El efecto es siempre el deseado, el de anclar la historia en el cine negro más clásico, pero no construyendo un mero pastiche, sino una obra que reflexione sobre el original. A pesar de que, en algún otro momento, sobre todo con la presencia de un émulo del Marlon Brando de El padrino en H.p., las referencia visuales se vuelvan explícitas, lo normal es que el dibujo nos recuerde al género y no a una muestra exacta del mismo.

Las tramas de Bogey suelen retrotraernos igualmente al género negro más clásico. Las mujeres bonitas caen en los brazos de nuestra estrella de un modo semejante al que la bibliotecaria de El sueño eterno se entrega a Philip Marlowe; los policías apenas aparecen, pero cuando lo hacen es para fastidiar al héroe; Bogey no tiene problemas en llevarse una buena paliza de vez en cuando… la sensación de estar leyendo una historia perdida de Raymond Chandler siempre nos acompaña. Sin embargo, es inevitable fijarse en que la trascendencia de la ambientación futurista va abandonándose poco a poco.

pagina-cuentemelo-sr-bogeyLas primeras historias son aquellas en las que la situación en el lejano futuro es más importante. Y es solamente en ellas en las que la idea de que estamos ante una colonia abandonada que recientemente ha sido redescubierta por la metrópoli terrestre, y es explotada por sus recursos, tiene alguna importancia. Adiós muñeca!, El hombre que floreció, Only You y H.p., son los ejemplos del peso de la ciencia ficción en la trama. Es cierto que, como cuenta el propio Lorenzo Sánchez en el prólogo de la edición integral, lo que buscaban era contar una historia con la mayor libertad posible y no realizar una obra de anticipación, pero eso no quita para que estas primeras entregas fuesen las que mostrasen una mayor dependencia de ese mundo creado para la ocasión.

La situación fue cambiando de manera progresiva y cada vez fue más sencillo enfrentarse a historias que podían tener lugar en el mismo momento en que se escribía el guión. Así pasará con relatos cortos como Tutti Frutti o La dama del castillo, pero sobre todo en algunos de los episodios más importantes dedicados al personaje, como ¡Cuéntemelo, Sr. Bogey! o Nunca jamás. En este último, el relato más extenso dedicado a Bogey, se puede ver claramente la deriva más realista, en la que la situación de la trama en el futuro no es más que una decisión estética heredada.

02-only-you-paginaLos cambios, sin embargo, no se reducirían a esa progresiva abstracción del entorno, sino también a una mayor libertad compositiva. En las primeras historias Lorenzo Sánchez suele emplear un diseño de página muy fuerte y constante, hasta el punto de haber sido reconocido como una influencia en el dibujo de Watchmen (de nuevo tenemos que irnos al extranjero para valorar lo nacional) por el mismísimo Dave Gibbons. Only You y H.p. son las historias que muestran con más claridad una cuadrícula de nueve viñetas en 3×3 como la que elegirá el autor británico, pero en casi todas las páginas de Sánchez hasta La dama del castillo, suele verse una regularidad que tiende hacia seis viñetas de igual tamaño en dos columnas que le da al relato una claridad narrativa envidiable.

Tanto La dama del castillo como, sobre todo, Nunca jamás, rompen con esa tradición y nos muestran a un dibujante mucho más liberado y que parece jugar con todas las posibilidades que se le ocurren en cada una de las páginas. De esta manera, no duda en utilizar fondo negro para resaltar unas escenas con abundancia de blancos, ni tampoco en emplear splash pages que siguen narrando y evitan ser un mero ejemplo de exhibicionismo. A esto ayuda el inteligente y habilidoso uso de los diálogos y su situación en la página, consiguiendo que nunca se rompa la imagen del cómic a pesar de que algunos de ellos sean muy extensos (lo que muestra una maestría en la narración que nunca se pierde).

Es curioso que ambos desarrollos vayan de la mano, construyendo un cómic que progresivamente se va liberando de las ataduras de la ciencia ficción y de las de construcción gráfica, para ir siendo una obra más personal e inclasificable. Esto puede llevar a que cada lector prefiera una de las dos vertientes, pero tal vez también pueda explicar que el dibujante declare que su historia favorita es ¡Cuéntemelo, Sr. Bogey!; dejando de lado la posible apreciación de la trama, ciertamente muy notable, estamos ante el que tal vez pueda ser el punto medio de ese recorrido hacia una mayor libertad.

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Reivindicando el cómic español

Tal vez lo más triste que pueda pasar con esta edición integral de Bogey es que pase desapercibida en el mercado editorial actual. Lo más probable es que muchos de sus potenciales lectores no conozcan en absoluto la serie y tengan que hacer un esfuerzo adicional para poder decidirse a adquirir la obra de dos autores de los que posiblemente sepan poco o nada. Ese es el estado del mundo del cómic español.

03-portada-bogey-integralBogey debería, por méritos propios, ser una referencia de la historia del noveno arte en España, una de esas colecciones que todo el mundo debería leer alguna vez en su vida para poder hacerse una composición de lugar sobre la trascendencia de nuestros autores. Solamente así, apreciando nuestro pasado y conociéndolo, es posible que exista un futuro para el cómic en nuestro país.

Ya sabemos de qué modo terminó la supuesta edad de oro de finales de los setenta y principios de los ochenta, aquel boom que resultó ser apenas un petardazo y nos condenó a una larga travesía en el desierto de la que aún no está claro que hayamos salido del todo. Aprender del pasado es la única manera de evitar que este se repita, y acercarnos a obras como esta la única manera de desterrar ideas equivocadas. En España se hizo muy buen cómic y la desaparición de la industria se debió a diversos factores, pero nunca a la falta de calidad. Bogey es buena muestra de ello, y es fácil pensar que si sus autores hubiesen sido ingleses y se hubiera publicado en las páginas de la revista Warrior, o incluso de 2000 AD, su posible público ya llevarían tiempo reivindicándola y pidiendo a gritos una reedición. Han tenido que pasar veintidós años desde la publicación de su última historieta para que tengamos un integral de Bogey. Ojalá haya vuelto para quedarse.

Ismael Rodríguez Gómez
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Un comentario

  1. A principios de los ’80 leía la revista de comics ‘Cimoc’, y una de las series era Bogey, quedé fascinado tanto por el guión cómo de la calidad gráfica. Eran los tiempos de Blade Runner, Tron, etc…el CyberPunk estaba de moda. Pasados muchos años, me volví a interesar por Bogey…pregunté aquí y allá en tiendas especializadas si existía algún comic y nada de nada…hasta que ayer, volví a buscar en internet y Bingo…hoy mismo me fuí a comprarlo en Norma. Tenemos mucha suerte de tener en nuestras manos uno de los mejores comics del género negro-futurista.

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