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El Movimiento – 10 de octubre

Mateo Salvini y Marine Le Pen dicen que quieren salvar a Europa de la burocracia, la banca y la inmigración. La ultraderecha italiana y francesa comparten el gusto por las banderas patrias, pero también por algunas que levantó una izquierda que (según ellos) ha traicionado a su clase. «En las sedes de los socialistas hay más banqueros que trabajadores», afirma Salvini, que empezó en política en un centro social autogestionado, al estilo de Mussolini: sindicalista antes que Duce. Sostienen los europeistas acosados que a los nuevos fascistas se les debe combatir con información e ilusión. Olvidan que a Mussolini lo frenaron las balas partisanas.

La idea de que el fascismo es un asunto de ignorantes y pesimistas tiene su predicamento. Se dice de Trump y sus votantes. De Bolsonaro y sus huestes. De Le Pen, Salvini, Wilders y esas decenas de millones de europeos desencantados con la globalización neoliberal y ese estado de bienestar que incluye a trabajadores recién llegados más pobres y baratos, en general. A esa gente, sus bolsillos y sus miedos, se dirige la neoderecha patriota. Pero no es estúpida. Ni utópica. De hecho, tiene tiempo y sede. Steve Bannon, exideólogo de Trump, alienta y coordina desde un despacho en Bruselas. El proyecto se llama The Movement. El Movimiento.

MSI: Movimiento Social Italiano. Así se llamaba el partido de los seguidores de Mussolini. Y Movimiento Nacional la versión del fascismo hispano: «la comunión de los españoles en los ideales que dieron vida a la Cruzada». Adolfo Suárez fue ministro de la cosa. El fascismo italiano tuvo sus poetas y ahora usan en vanguardia organizaciones como Casa Pound, en honor al lírico antisemita. España también aportó hombres ilustrados a la causa. Hombres de letras y, sobre todo, de ciencias y técnicas. «Los ingenieros de Franco», ha escrito Lino Camprubí Bueno, sobre obras, Opus y Escrivá, futuro santo por gracia de un Papa polaco con tanta fe en Dios como en el capital.

La inteligencia y el metal no riñen con la barbarie. El orden del día, último premio Goncourt, describe el encuentro de los mayores industriales alemanes con Hitler en 1933. Allí estaban los dueños de Siemens, Opel o Bayer, que hicieron dinero antes, durante y después de la destrucción. En Brasil, la Bolsa de São Paulo celebra la victoria parcial de Bolsonaro, patriota del mercado, mientras Wall Street festeja sin pausa la «America First» de Trump y Bannon. Los sabios de los números aprecian un aquelarre. En Friburgo, el filósofo Martin Heidegger era rector cuando el nazismo quemaba libros prohibidos: «Llama ilumínanos, muéstranos el camino del que ya no hay vuelta».


Notas de Extramuros es una columna informativa de Siglo 21, en Radio 3. Puedes escucharla en el siguiente audio y acceder al programa pulsando aquí. También puedes revisar todas las Notas de Extramuros en este tumblr.

Víctor García Guerrero
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