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Helter Skelter, o el tobogán apocalíptico por el que bajó Charles Manson

No es nuevo en el mundo de la música eso de culpar a artistas por acontecimientos lamentables que suceden en la vida real. Si a un chiflado le da un día por levantarse y cargarse a sus compañeros de instituto con un rifle, nuestra estreñida sociedad no perderá el tiempo, jalonada por el sensacionalismo de los medios de comunicación, en buscar un chivo expiatorio que la exonere de parte de su responsabilidad: ¿que ese adolescente pajillero y marginado tenía un disco de Marilyn Manson en su cuarto de adolescente pajillero y marginado? ¡Pues Marilyn Manson es el causante de la matanza! Poco importa que el chaval en cuestión tuviese acceso libre a un arsenal más grande que el de El equipo A, o que se haya criado en un ambiente que lo ha convertido en una mofeta social. Ese grupo de rock satánico es el culpable y punto. El axioma es de una sencillez tan brutal que podría ser perfectamente el lema de cualquier campaña política.

beatles-helter-skelterPero como decíamos, esta circunstancia no es nueva. Ya a finales de los años sesenta, cuando The Beatles despacharon una de sus grandes obras, el White Album (1968), la polémica envolvió de igual manera a ese disco en general y a una de sus canciones en particular, Helter Skelter. Cuenta la leyenda que Paul McCartney recibió como un envite imaginario la reseña mediática de una canción de The Who, que había sido calificada por la crítica como «extremadamente salvaje y estridente, con gritos y mucho eco». Sabido es que al cuarteto de Liverpool era de mecha corta en lo que a piques creativos se refiere, ya fuera entre sus propios integrantes o con otros artistas y bandas. Y sabido es también que de estos duelos salían siempre vencedores. De ahí que el bueno de Paul, que por uno de esos injustos casos de deconstrucción histórica ha pasado a la posteridad como el blando del grupo (bueno, por eso y por horteradas como Ob-la-di-ob-la-da), facturase la que ha sido calificada por muchos como una de las grandes composiciones predecesoras del hard rock, el heavy metal y el punk. Y es que Helter Skelter era precisamente un trallazo salvaje que pretendía emular musicalmente la naturaleza metafórica de su propio título: el vértigo (vital) del descenso por los toboganes en espiral, típicos de las atracciones británicas de esa época.

Pero la polémica que envuelve a este tema no radica en que los oídos sesenteros perdieran sus límenes rockeros ante tal empuje de ruido sonoro, si no en que su letra fue reinterpretada (que no malinterpretada) por Charles Manson, hasta el punto de que parece que sirvió como acicate decisivo para sus asesinatos. Sí, Charles Manson, el mismo psicópata que dio apellido al Marilyn del que hablamos más arriba; el mismo que, a día de hoy, sigue siendo el preso con más correspondencia en todo el mundo; el mismo chiflado que bajo su particular revisión del espíritu hippie creó una psicotrópica familia-harén donde se erigió como líder mesiánico y avezado follarín. Charles, ese hombre no hombre con una esvástica tatuada en la frente y que indujo a sus pupilos a realizar una serie de crímenes como el de Sharon Tate, tras escuchar en bucle un tema que creía que había sido escrito para él.

charles-mansonDado el panorama, cabría pensar que la letra de Paul McCartney invitaba a lanzarse a una matanza masiva de inocentes, pero la realidad es que el texto respondía a la mejor tradición mccartiniana de canciones chorras (Hello, Goodbye, Yellow Submarine…) y que no pasaba de un inofensivo «bajo por el tobogán, subo por el tobogán y me vuelvo a bajar», como canto a vivir la vida a tope. O algo así. Otra cosa es lo que aquel cerebro agujereado como un queso gruyer por ingestas masivas de LSD interpretara del mismo. Y lo que sacó en claro fue poco menos que la invitación a iniciar una guerra racial. Pero es que Manson y su familia Munster creían firmemente que la civilización se acercaba a su final ante una supuesta amenaza afroamericana, y la constatación del armagedón la encontraron en Helter Skelter, y también en ominosas señales de otros textos del mismo álbum como Revolution 9, Sexy Sadie, Piggies o Happiness is a Warm Gun. Sus crímenes pretendían ser una excusa con la que culpar a la comunidad negra y evitar así el apocalipsis. Parece que bajaron por el tobogán equivocado.

Está claro que en este mundo podrido en el que vivimos, nunca faltarán los que intenten culpar de todos sus males a los actores más insospechados. Incluida una canción. Sin embargo, parece más sensata la reflexión que hizo al respecto el que fuera mejor amigo, a la par que archienemigo de Paul McCartney, John Lennon: «Francamente, no sé qué tiene que ver Helter Skelter con acuchillar a alguien. Realmente, nunca le presté atención a la letra, era sólo un montón de ruido».

Marcos García Guerrero
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