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Cinefórum CCCXXXVIII: «La leyenda del Rey Cangrejo»

Navegando entre la realidad y la ficción, lo vivido y lo imaginado, damos un paso más entre película y película. Tanto el relato fantasmagórico de David Lowery (A Ghost Story) como la historia que nos proponen esta semana Alessio Rigo de Rigui y Matteo Zoppis, comparten la diletancia de unos personajes desnortados que se erigen, sin saberlo, en protagonistas de su propia trascendencia y leyenda.

La leyenda del Rey Cangrejo (Re Granchio, 2021), es una curiosa e interesante película que apuesta por resucitar un estilo de cine que podríamos ubicar en los años setenta, pero con una audaz estructura, una cuidada puesta en escena y una fotografía muy destacada. Una línea arriesgada que, si bien encaja en el guión que tiene en la base, suscita altibajos en la mezcla de géneros que se suceden en la cinta.

Alessio Rigo de Rigui y Matteo Zoppis firman la dirección y el guion de una historia ambientada a finales del siglo XIX y que narra la peripecia de Luciano, hijo borracho vocacional de un médico rural, que mata accidentalmente a su amada en una disputa contra el cacique local. Buscando evadir la cárcel y conseguir una redención que no llega, Luciano viaja a los confines de la Patagonia con otra identidad en busca de un tesoro legendario.

La leyenda del Rey Cangrejo
Ring Film, Shellac Sud, Volpe Films, Wanka Cine

Gabriele Silli, María Alexandra Lungu (a la que ya viéramos en Lazzaro felice), Darío Levy y Mariano Arce lideran un reparto muy bien escogido por su veracidad estética y su trabajo actoral. Llaman especialmente la atención la figura de los ancianos que se mueven entre dos épocas, ya que además de un bonito ejercicio poético es toda una vindicación de la tradición oral y del valor y vigencia de los relatos populares.

Simone D´Arcangelo firma una fotografía fácil de paladear en el ritmo lento y contemplativo de la cinta. En ella, los paisajes y los escenarios adquieren un protagonismo compartido con los personajes que en ellos habitan y los enfoques de cámara se tornan en verdaderos cuadros en movimiento.

Si bien la dualidad estructural de la obra descuadra un poco la continuidad argumental de la obra, esta estructura es una audacia que otorga interés al conjunto y resulta ser un eficaz ejercicio de estilo que dota de personalidad a la película.

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