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Arte y Letras

Nameless: Grant Morrison y la interpretación de los textos

Grant Morrison se ha convertido por méritos propios en uno de los principales autores del cómic mundial. Un escocés cuya llegada a los EEUU vino propiciada por la llamada invasión británica de los años ochenta, se ha convertido en una de las figuras más brilantes del panorama internacional y ha llegado a publicar un libro teorizando sobre el cómic y su historia. A pesar de ser uno de los principales autores de la ya penúltima reinvención del universo DC, no ha dejado de lado su lado más independiente y puede servirnos como ejemplo de la disociación narrativa y la complejidad en el medio.

Durante unos años pudo parecer, de hecho, que Morrison había limado las asperezas de sus guiones y se había adecuado a las exigencias del mainstream americano. Su Batman podía permitirse algunos excesos, pero tampoco demasiados. Su Superman resultó decepcionante salvo por los escasos arranques de genialidad relacionados siempre con la interesante figura de Mr. Mxyzptlk. Y sin embargo, tras abandonar la primera línea de la popularidad ha decidido demostrar que sigue en plena forma con obras como su monumental Multiversity, Annihilation o Nameless.

Nameless conjuro numero 2

Nameless, o la narrativa como conjuro mágico

Es este último trabajo, recientemente recopilado en un volumen único por la editorial Image, el que posiblemente nos traiga más recuerdos del Morrison que podríamos considerar como clásico. De hecho, es tentador trazar una línea de continuidad entre Los invisibles, El asco y esta narración. Al igual que aquellas, se trata de una historia llena de recovecos y de aspectos oscuros, de narración discontinua y referencias ignotas. El mejor Morrison no suele ser accesible, sino buscar que el lector tenga que efectuar una lectura activa a la que, a menudo, no está acostumbrado.

Nameless numero 2 batalla espacialLa trama de Nameless se construye como un viaje a la profundidad del terror más absoluto. En un principio, funciona de manera bastante lineal. El Nameless del título es un ocultista con capacidades sobrenaturales, poca suerte en la vida y un pasado oscuro. Su vida cambia cuando es contratado por una serie de multimillonarios obsesionados con el fin del mundo, que han establecido una base en la cara oscura de la Luna. Estos quieren que participe en una expedición para acabar con un asteroide que se dirige hacia la Tierra y amenaza con acabar con la vida en nuestro planeta. Dicho asteroide responde al nombre de Xibalba, el inframundo de la cultura maya, y presenta en uno de sus lados un enorme símbolo mágico grabado. Además, resultará ser un resto del destruido quinto planeta de nuestro sistema solar, Marduk. En el viaje para tratar de acabar con el asteroide, todo tipo de extraños sucesos empezarán a ocurrir.

La historia, así presentada, parecería una mezcla entre la Armageddon de Michael Bay y la Horizonte final de Paul W. S. Anderson, algo cierto pero que no llega a rallar la superficie de la trama. A diferencia de la primera película, estamos ante algo muy alejado de una versión limpia y brillante de unos héroes americanos; a diferencia de la segunda, aquí la construcción del terror va mucho más allá y se convierte, de manera lenta pero inexorable, en un conjuro que atrapa al lector.

Nameless magiaEstaría bien aclarar, para el que no lo sepa, que Grant Morrison se considera a sí mismo un mago, y que para él todos los dioses son verdaderos «como elementos poderosos de la psique humana y como cualidades “eternas” que sobreviven a las individualidades y que pueden ser confundidas fácilmente con entidades sobrenaturales bajo la tenue luz de la ignorancia». Del mismo modo, Morrison entiende sus obras como auténticos conjuros, en una visión de la creación como magia que entronca con los postulados de Alan Moore. Puede que ambos autores estén sumidos en una batalla dialéctica sin fin, pero ciertamente sus posicionamientos acerca del proceso artístico son más cercanos de lo que cualquiera de ellos pueda admitir.

Así, lejos de caer en el exhibicionismo propio del terror contemporáneo de Horizonte final, todos los terroríficos sucesos que se nos narran en Nameless van construyendo un mensaje más profundo y entroncado en un viaje a los infiernos guiado de la mano de la cábala judía y su reverso más tenebroso. Una suerte de trayecto iniciático que se nos presenta de la única manera que Morrison sabe hacerlo: indirectamente.

Nameless cabala numero 6

Las notas del autor y la opacidad del mensaje

Nameless es una obra que difícilmente podría ser comprensible en su totalidad sin la guía del propio Morrison. En su edición en tapa dura se nos presentan, de hecho, tres páginas de explicaciones y anotaciones para poder seguir lo sucedido en la propia narración que acabamos de leer. Esta práctica, que de nuevo nos refiere a antecedentes como las notas al final de From Hell por parte de Alan Moore, puede antojársenos sobrante e incluso presuntuosa. ¿Acaso no confía Grant Morrison en nuestra capacidad para descifrar su escritura?

Nameless reunionLo cierto es que no lo hace. Y tiene razón. Desde sus inicios, el autor escocés ha destacado por trabajar con una serie de referencias escritas oscuras, a menudo alejadas del territorio de la ficción. Ya cuando empezó su etapa en la Patrulla condenada, allá por 1989, nos contaba que sus influencias iban desde las películas de Jan Svankmajer, Kenneth Anger o Maya Deren a libros de Douglas Hofstadter o Truddi Chase, pasando por diversas obras alquímicas. Una colección de fuentes que difícilmente esperaríamos encontrar en un escritor de cómics para una major americana.

La situación no ha ido cambiando con los años. Para construir Nameless, según nos dice el propio Morrison, los nombres claves son Kenneth Grant, Linda Falorio o Peter Levenda, todos ellos estudiosos de la magia tifoniana. En base a esas creencias, Morrison construye una narración que busca alejarse de la narrativa influenciada por el cine y usar un lenguaje propio del arte secuencial para introducirse en el auténtico terror.

Y es cierto que la obra es disfrutable por sí misma, sin falta de acceder a ese diferente plano de la propia historia que existe en un compartimento diferente al que normalmente accedemos como lectores. Esa es la verdadera magia de un escritor como Morrison, al conseguir que su obra funcione en diferentes planos de lectura y pueda entenderse como una obra de entretenimiento más o menos convencional; pero también como una reflexión acerca de la propia existencia, del terror visceral, la religión organizada e incluso, la que según Morrison sería la verdadera clave de la narración: la necesidad de que las mujeres aniquilen el arquetipo masculino y salven el mundo. No es poca cosa, la verdad.

Nameless referencias numero 1

De lecturas únicas o múltiples

Sin embargo, este posicionamiento de Grant Morrison debe llevarnos a cuestionarnos de una manera más global nuestro acercamiento a obras como la que nos ocupa. ¿Debe existir una única lectura válida o son todas nuestras apreciaciones igualmente válidas? Es este un tema tremendamente complejo en el que brillan autores como el recientemente fallecido Umberto Eco. No es mi intención dar una respuesta definitiva a la pregunta planteada, algo a todas luces inviable, sino aportar algunos ejemplos y aspectos al debate.

Opera apertaTodos los aficionados a su cine sabremos, por ejemplo, que el cineasta David Lynch ha reconocido en diferentes ocasiones que él mismo desconoce el significado último de sus películas. Nos ha explicado que tiene sus propias ideas acerca del mensaje de Carretera perdida o Mulholland Drive, pero que su interpretación es tan válida como la que pueda realizar cualquier espectador. Para Lynch, por lo tanto, el significado de su obra es múltiple, cambiante e igualmente correcto sin importar cual sea.

Frente a este posicionamiento, tendríamos una obra como Nameless, en la que el autor no duda en darnos una suerte de pequeña guía de lectura para que podamos adentrarnos en los misterios que oculta su obra. Para Morrison, por lo tanto, existe una interpretación de su obra que es superior cualitativamente al resto, que permite extraer el verdadero mensaje oculto en las páginas y construido por el autor previamente a su plasmación sobre el papel.

Ambos enfoques podrían parecernos, en principio, frontalmente enfrentados. Sin embargo, creo que la realidad es que la inmensa mayoría de los lectores se van a mover en un punto intermedio, sin importar las declaraciones de los autores. Los espectadores siempre van a poner en cuarentena cualquier interpretación de las películas de David Lynch que no proceda del propio director, no dudando en negar la mayor y defender en ocasiones que, diga lo que diga el artista, tiene que existir un motivo concreto y una finalidad única que dé sentido a su producción. Del mismo modo, los lectores de Morrison estarán más que dispuestos a negar la interpretación del escocés si esto choca contra la suya, parapetándose bajo su comprensión del texto.

Nameless Portada numero 6Posiblemente, en ese punto intermedio está, curiosamente, la verdadera esencia de todas las obras. Como consumidores de arte, necesitamos una suerte de guía que nos lleve por vericuetos que habríamos sido incapaces de interpretar por nosotros mismos, pero también la libertad necesaria para, llegado el momento, poder aportar nuestra propia subjetividad al texto. Según esta perspectiva, ambos posicionamientos, el de Lynch o el de Morrison en Nameless, serían igualmente válidos para nosotros como destinatarios, recordándonos por igual la necesidad de construir nuestros propios discursos y de adquirir nuevos conocimientos para descifrar nuevas capas de significado. De esta manera, tanto la ausencia absoluta de una guía como la existencia de una suerte de visión cerrada de la obra nos ayudan a la hora de conseguir que nuestra comprensión de la misma sea lo más completa posible.

Nameless, por lo tanto, debe ser visto como una oportunidad como lectores para poner a prueba nuestra propia capacidad para construir un discurso válido sobre la obra. Leer el cómic, sumergirse en su historia llena de vericuetos, saltos narrativos y situaciones aparentemente incoherentes, es un ejercicio que solo se convierte en totalmente satisfactorio cuando enfrentamos nuestras conclusiones con el mensaje oficial del autor. Es entonces cuando vemos si tuvo éxito o no al transmitir su interpretación; si en el proceso ha conseguido darnos nuevas claves que él mismo desconoce; o si, simplemente, ha fallado el tiro y nos ha sumido en la mayor de las incomprensiones. Sea cual sea el resultado, lo más probable es que salgamos enriquecidos de la lectura.

Ismael Rodríguez Gómez
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