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Hacia un apartheid climático – 26 de junio

El mundo camina hacia un apartheid climático. Los ricos, seguros en sus fortalezas; los pobres, víctimas de desastres naturales, el hambre y la guerra. Lo dice el Relator Especial de la ONU para la extrema pobreza. No es Nostradamus: es Philip Alstom, jurista, profesor, australiano que se basa en los estudios científicos que todos los líderes conocen de sobra: el sistema económico destruye el planeta, empuja a más gente a la miseria y son los países pobres los que pagan la factura más alta del cambio climático. Los ricos privatizan su bienestar confiando en salvarse de la última ola.

«Hace frío y nieva en Nueva York: ¡necesitamos calentamiento global!», decía Donald Trump en 2012. Los ricos también pueden congelarse, aunque es más probable la muerte por hipotermia en las aceras de la pobreza que en la dorada Torre Trump. El presidente contemplaba desde su rascacielos los efectos del huracán Sandy, que dejó a millones de personas sin luz. No fue el caso de los ejecutivos de Goldman Sachs: iluminaron sus finanzas con un generador propio, y veinticinco mil sacos de arena evitaron la inundación del banco mientras Nueva York se hundía en la tempestad.

La población de los países pobres se muere en desastres naturales a una tasa siete veces superior a la de los países ricos. Pero en el capitalismo siempre hay opciones de consumo: en el este de África, denuncia Oxfam, once millones de personas pueden elegir entre migrar o morirse de hambre por la sequía. Y los vivos que huyen deben escalar fronteras levantadas por políticos financiados por los mayores contaminantes. Las empresas de la energía fósil son responsables del setenta por ciento de las emisiones de efecto invernadero. La ultraderecha neoliberal niega el cambio climático para seguir con su business as usual.

Una de las crónicas de Guerra Mundial Z relata cómo un grupo de celebrities huye de Manhattan en pleno apocalipsis zombi. Se refugian en una mansión fortificada para protegerse de los muertos vivientes. Se sienten seguros en su opulencia militarizada. Pero cometen un error: son adictos a la fama, necesitan que el mundo les contemple, y emiten por Internet su lujoso apartheid cotidiano. Los pobres de Nueva York, que también quieren salvarse de los zombis, terminan invadiéndolos. «Todo era un caos», cuenta el narrador, «justo lo que uno se imagina cuando piensa en el fin del mundo.»


Notas de Extramuros es una columna informativa de Siglo 21, en Radio 3. Puedes escucharla en el siguiente audio y acceder al programa pulsando aquí. También puedes revisar todas las Notas de Extramuros en este Tumblr.

Víctor García Guerrero
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2 comentarios

  1. la ultraderecha (llamarlos nazis mejor) y muchos más que no salen en los medios, en especial los despiertos, no nos creemos la patraña del cambio climático.
    la que se ha armado los últimos días por una puñetera ola de calor, cuando todos los años llegamos a los 40 grados.
    en 1935 se llegó en Zaragoza a los 52 grados.
    15 buques transportadores de contenedores contaminan lo mismo que todos los coches del mundo.
    menos subvenciones y más verdades, aunque sean en contra del NOM.
    siguen deforestando, quemando bosques, fumigando, llenando todo de antenas, vendiendo bolsas de plástico y echando la culpa a los compradores, guardando los inventos limpios en el cajón… y los supuestos informadores comprando el discurso a los asesinos.
    que los ultras se opongan es parte del engaño.
    que os aproveche.

  2. Yo creo que lo de los cascotes de hielo derritiéndose son patrañas de esos malditos no nazis. Eso es una foto modificada de alguien descongelando la nevera. Olas de calor pufff lo normal. Si es normal como puede ser malo. Como los nazis que son normales pero para nada malos. Los malos son los que defienden cosas contrarias a los nazis. Donde vamos a parar.

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