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El Seriéfilo

Seriéfilo: diciembre de 2021

Otro año más que llega a su fin y que cerramos con la correspondiente reseña del pequeño pero fructífero periodo de tiempo que va desde el resumen de lo mejor del año hasta su final. Sí, lo sé: yo también detecto una falta de coherencia en que el año acabe más tarde que la publicación de mis series preferidas, pero esto funciona así y, si en los últimos días del año me da tiempo a ver un buen puñado de series, pues escribo sobre ellas. Estoy seguro de que aún queda espacio para la sorpresa con alguna pequeña gema oculta con la que amenizar estos días previos a la noche de reyes… Si creían que ya lo habían visto todo, sigan leyendo. Comprobarán que estaban equivocados. Vamos allá.

Si hay un género que reina durante las navidades, ese es, por encima del resto, la fantasía. En esta categoría destaca, y ya no es una sorpresa, la segunda temporada de The Witcher (Netflix), que por fin empieza a hacer justicia a la riqueza del universo de uno de los brujos más famosos de la literatura y los videojuegos. Esta segunda entrega va de menos a más logrando despojarse, poco a poco, de los malos vicios de su la primera temporada. Los últimos capítulos son frenéticos y, además, logran introducir una historia muy potente que tiene visos de explotar definitivamente más adelante. Por fin todo lo que sabemos que rodea a Geralt, Yennefer y Ciri encuentra soporte en una historia sólida que nos permitirá disfrutar de sus aventuras.

Precisamente, historia y trasfondo es lo que le falta a La rueda del tiempo (Amazon), una producción muy cuidada, aunque bastante irregular, que nos deja en la casilla de salida a la hora de contar la grandiosa historia que propone. Con un desarrollo muy lento y protagonistas poco carismáticos, la serie resulta bastante sosa en todos los aspectos. Se percibe un gran potencial, pero es obvio que no se ha sabido explotar más que en dos o tres momentos puntuales.

La fantasía se va apagando: poca le queda a la segunda temporada de Locke & Key (Netflix), la serie basada en el cómic de Joe Hill y Gabriel Rodríguez en la que tres hermanos deben gestionar el poder de unas llaves mágicas, luchando contra los demonios que intentan apoderarse de ellas. Aunque algo más oscura que la la anterior temporada, no consigue transmitir la magia y la sorpresa encerrada en las llaves que degustamos en la primera entrega. Además, tarda demasiado en retomar la historia principal, con lo que todo lo que resulta verdaderamente importante transcurre de forma precipitada en el último tercio de la serie y, especialmente, en el último capítulo. Para acabar, el epílogo se alarga de forma exagerada, emplazándonos para una tercera temporada que ya no esperamos con la misma ilusión.

Dejando la fantasía y navegando hacia géneros más realistas, destaca la comedia negra, casi histórica, The Great (Hulu). Seguimos la historia donde la habíamos dejado al final de la primera temporada: con el intento de Catalina de derrocar a su marido, Pedro, para construir una Rusia mejor. El humor negro de época y la tormentosa relación de amor-odio y admiración entre los dos protagonistas siguen funcionando. Los alocados y deliciosos enredos de palacio mantienen esta serie, un año más, entre las mejores del año.

Realismo dramático también lo tenemos en La asistenta (Netflix), la historia de una madre coraje que abandona a su marido por los malos tratos que sufre y parte de cero, limpiando casas, para sacar a su hija pequeña adelante. Un fantástico reparto, con una gran química entre madre, hija y abuela; y unos personajes muy bien perfilados convierten una historia que podría haber sido un telefilme de sobremesa en una serie sobresaliente. De lo más destacado del año también.

Otra miniserie muy recomendable es la inglesa, basada en hechos reales, Cómo meterse en un jardín (HBO). Olivia Colman y David Thewlis despachan un par de interpretaciones excepcionales y son capaces de transmitir una fascinante personalidad común que fluye entre la realidad y la imaginación. Juntos, forman una peculiar pareja acusada del asesinato de los padres de ella tras el descubrimiento de sus cadáveres, enterrados según las pruebas quince años después del macabro suceso. Esta rocambolesca historia se apoya en una fotografía y unas decisiones de dirección muy originales y rompedoras que encajan muy bien con el surrealismo de la historia. Pese a que el guion no cierra demasiado bien la historia, la serie no solo es interesante sino que posee una hermosa factura.

Sin dejar las miniseries de angustiosa amabilidad, basadas también en hechos reales, The shrink next door (Apple TV+) comienza como una comedia luminosa que, con el paso de los capítulos, se va oscureciendo cada vez más hasta llegar a provocar incomodidad en el espectador. Es algo que sucede poco a poco, al ver como el psiquiatra Isaac Herschkopft se aprovecha de forma descarada de sus pacientes, sobre todo del bondadoso, indeciso y millonario Marty Markowitz. Al igual que en Cómo meterse en un jardín, buena parte del éxito de la serie se basa en el trabajo de la pareja protagonista, Will Ferrell y Paul Rudd, capaces de soportar con sus interpretaciones todo el peso del metraje.

Para ir acabando y mientras despedimos el año, también decimos adiós a dos veteranas de la parrilla. Por un lado, se nos va Gomorra (Sky Atlantic) tras cinco grandísimas temporadas, conformando la que puede ser la mejor serie sobre crimen organizado de los últimos tiempos. Sin ser esta última su mejor temporada, su cierre alcanza sus grandes objetivos: ofrecer un duelo a la altura de Gennaro y su némesis (spoiler) y un final muy satisfactorio para poner punto y final a la historia de la familia Savastano. Por otro lado, también nos abandona definitivamente la adrenalínica La casa de papel (Netflix), que cierra el atraco del Banco de España fiel a la máxima de entretener a cualquier precio, llevándose por delante guion, interpretaciones y cualquier sentido que pudiera quedarle a la historia. La serie es una montaña rusa llena de loopings cada vez más grandes y descabellados que nos impiden pensar si lo que está pasando es posible o no. ¿Y qué más da? Al fin y al cabo, nos lo hemos pasado pipa… Y de eso se trataba.

Por último, para no perder a Marvel de vista, si La jungla de cristal (John McTiernan, 1988) es la película de navideña definitiva, La casa de las ideas imita el fenómeno con Ojo de Halcón (Disney +). No se si será la serie de navidad definitiva, pero desde luego es una de las mejores series de la franquicia en todo el año. Incorporar el personaje de Kate Bishop es todo un acierto porque le da a la producción ese punto gracioso y verborreico del que carece Clint Burton en el universo cinematográfico. Vuelven los gags humorísticos y la acción desenfrenada en una historia discreta, pero con varios giros interesantes, y con una ambientación navideña que llega al corazoncito. Nos encontramos ante un gran regalo de Marvel para acabar el año.

Y poco más que contar. Os dejo con los últimos coletazos de las fiestas y espero veros por aquí una vez pasada la temida cuesta de enero. Yo me quedo aquí, escribiendo la carta a los reyes magos: nuevas series de El señor de los anillos, de Juego de tronos, la temporada final de Better Call Saul, Ozark y Peaky Blinders, la serie de Willow, la de Obi Wan Kenobi… Espero haber sido suficientemente bueno y que me las traigan todas.

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