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Cinefórum CCCXL: «El demonio vestido de azul»

La experiencia afroamericana en el cine siempre ha contado con muchas perspectivas diferentes. En entregas anteriores de este cinefórum pudimos verlo gracias a obras como Daughters of the Dust, I Am Not Your Negro o, la semana pasada, Selma. En esos ejemplos podemos ver cómo algunos miran a un pasado casi mítico y tratan de reconstruirlo, otros buscan la síntesis perfecta que explique su experiencia y, los últimos, buscan en los grandes sucesos de la lucha por los derechos civiles la recreación de un pasado reciente que debe seguir vivo. Frente a ellos, existe otra corriente nacida de la literatura que engancha con la novela negra y de la que nuestra película de hoy, El demonio vestido de azul, es un buen ejemplo.

La historia de la literatura de serie negra con protagonistas afroamericanos seguramente tuvo su primer éxito con un exiliado en París como Chester Himes y su serie de detectives de Harlem, protagonizada por ese curioso dúo que eran Ataúd Ed Johnson y Sepulturero Jones. Por suerte, las cosas ya habían cambiado cuando en 1990 Walter Mosley publicó El demonio vestido de azul, primera de las, hasta el momento, catorce novelas dedicadas a Easy Rawlins, un veterano de la Segunda Guerra Mundial que acaba convertido en detective privado cuando pierde su trabajo en la California de finales de los cuarenta. En un ambiente tardío para el hardboiled clásico, Mosley sabe usar el fondo racial para crear a un personaje que se convierte en un detective durante el transcurso de la narración.

Eso gustó sobremanera a Carl Franklin, otro autor afroamericano que venía de la actuación y que, tras trabajar a destajo con Roger Corman, consiguió destacar en el mundo del cine negro hasta el punto de convencer a Jonathan Demme y Jesse Beaton para lanzarse a la producción de la película. Además contó con un Denzel Washington en plenitud (venía de actuar en Philadelphia el año antes, y con un joven Don Cheadle bordando su papel. Como secundarios contaba también con un buen grupo de actores como Jennifer Beals o Tom Sizemore.

El resultado es una cinta que forma parte de esa corriente que se da en llamar el neonoir. Así, aprovechando la mayor libertad posible en la trama se intentan recuperar los aspectos más interesantes del cine negro clásico al tiempo que se les da a los temas un tratamiento mucho más contemporáneo. Escenas como aquella en la que Easy Rawlins está a punto de llevarse una paliza por hablar inocentemente con una chica blanca no podían existir en el cine negro clásico estadounidense de los estudios, pero ahora son totalmente naturales. Como reivindicación de una cultura popular afroamericana la novela y la película son muy interesantes, planteando el tópico del personaje normal que se ve atrapado en algo que le viene grande, pero con la diferencia de que aquí es un afroamericano a finales de los cuarenta.

El demonio vestido de azul
TriStar Pictures, Clinica Estetico Productions, Mundy Lane Entertainment

El demonio vestido de azul es una película interesante y bien realizada, a la que seguramente le pese un poco no ser capaz de superar a su original modelo literario. La trama parece más compleja de lo que realmente es, algunos personajes aparecen demasiado poco en pantalla para que nos importen y en algún momento no sabemos muy bien por qué pasan las cosas.

Es cierto que esto es un clásico del género, pero también que parecía algo superado. Por suerte, los actores están muy bien y la imagen, con una fotografía que resulta curiosamente setentera, siempre los acompaña, de manera que el resultado final es un neonoir que por momentos parece llegar a rozar la excelencia, pero que siempre se queda un poco corto.

Ismael Rodríguez Gómez
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