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El seriéfilo: enero de 2015

¡Hola, amigos! ¿Qué tal lleváis el nuevo año? ¿Os trajeron mucho los Reyes? Yo debí portarme muy bien, porque a mí el 2015 me ha traído un montón de series nuevas. ¡Treinta y tres he podido desenvolver a lo largo de este mes enero! Y la verdad es que, después de tanto tiempo, me sigue haciendo ilusión recibir tantos regalos: alguno que otro no me ha gustado, pero bueno, es que es muy difícil acertar con todos. Al final, lo que importa es la intención y que se acuerden de uno en fechas tan señaladas. Voy a hacer un repaso de todos ellos. Ya veréis, ya…

Uno de los que más me sorprendió fue Galavant (ABC), una comedia musical, medieval, canalla (cómo se os queda el cuerpo, ¿eh?) que aunque empieza muy fuerte y luego decae un poco, hay que alabar al suponer una propuesta fresca y original. Tiene personajes absolutamente hilarantes como el del Rey Richard y encima cuenta con la presencia, ni más ni menos, de Vinnie Jones. La misma cadena, sabedora de mi querencia por los cómics, estrenó Agent Carter, miniserie que sigue los pasos de la agente Peggy Carter antes de crearse S.H.I.E.L.D., recreando muy convincentemente el Nueva York de los años cuarenta y con una historia repleta de acción que avanza sin freno (ventajas de que la temporada sea solo de ocho capítulos). De relleno, sus majestades del lejano oriente también trajeron los últimos episodios de Resurrection (ABC). Un detalle para hacer bulto, porque hace tiempo que la serie vaga sin rumbo y no creo que nadie la echase de menos si la cancelasen.

El canal The CW no quiso arriesgar y fue a tiro fijo: regresos de Arrow, The Flash y Los 100, rindiendo todas ellas a muy buen nivel y destacando por encima del resto los nuevos capítulos del superhéroe rojo, que está completando una primera temporada muy buena. Me atrevería a decir, incluso, que mejora los comienzos de nuestra flecha verde preferida. Lo que no me esperaba era el giro de Jane the Virgin (también The CW), en la que la cadena cambia totalmente de registro y deja a un lado los futuros apocalípticos y las máscaras para centrarse en una parodia de las telenovelas muy original, en tono de comedia y con una voz en off que se convierte en el personaje estrella de la función.

Por su parte, HBO hace oídos sordos a mis quejas y me trae la cuarta temporada de Girls, que por más que digo que no me gusta, no acaba de desaparecer. Ahí la tengo, otra vez, totalmente sobrevalorada y sin saber hacia dónde va, poblada por unos personajes que pasan el rato haciendo el payaso (pero sin hacer gracia). Queridos Reyes, de verdad, no me la traigáis más. También aprovecharon para dejarme por aquí Togetherness (HBO), una dramedia de estas que están ahora tan de moda, que tiene buenos mimbres; sin embargo, solo he visto tres capítulos y no me atrevo a decir nada definitivo. Eso sí: hay que reconocer que, a estas alturas, Orange is the New Black (Netflix) ya olía a gran serie.

Fox sabe que también me encanta la música, así que me trajo Empire, serie entretenida pero que abusa un poco de los personajes estereotipados. Y como el año pasado dije que me gustaba Sleepy Hollow, pues toma dos tazas… La verdad es que se me está haciendo cuesta arriba. Parece que los guionistas no contaban con la renovación y están explorando unas tramas cada vez más inverosímiles (y eso que estamos hablando de una serie en la que el protagonista viene del siglo XVIII para impedir que los jinetes del apocalipsis instauren el reino de Moloch, a.k.a. el Diablo, en la Tierra. Casi nada). Por suerte, lo compensaron con Gotham (también Fox), que desde la vuelta de Navidades parece otra: tres capítulos como tres soles, con mucha acción, sin rodeos y con la trama principal avanzando a buen ritmo. Auguro una segunda mitad de temporada trepidante.

NBC lo intentó con Constantine, pero no acaba de arrancar. Una pena, porque a pesar de tener un personaje carismático y un cómic lleno de arcos argumentales muy jugosos a su disposición, está desaprovechando una franquicia con mucho potencial. Para compensar, me han tocado la fibra sensible desempolvando una vieja serie del año 2007, triste e injustamente caída en el olvido tras una única temporada: Los hermanos Donnelly (también NBC), que con su sobresaliente episodio piloto (el creador es Paul Haggis, guionista de Crash, Million Dollar Baby o Cartas desde Iwo Jima, entre otras) nos traslada al Hell’s Kitchen de Scorsese y De Niro para vivir las peripecias de cuatro hermanos irlandeses en clave del mejor cine negro.

La segunda temporada de Broadchurch (ITV) es el típico regalo con el que siempre se acierta, porque llevas meses dando la tabarra para que te lo compren. Aquí no hay fallo posible, porque este es un producto mucho más disfrutable, si cabe, si se ha visto antes el desastroso remake que fue Gracepoint (Fox). La continuidad con la primera temporada es impecable y nada forzada, sin artificios, poniéndonos de nuevo bajo la piel del inspector Alec Hardy y de la sargento Ellie Miller (pareja con gran química). Ambos lidian con el resto de personajes del Broadchurch post-Danny Latimer y afrontan viejos fantasmas del pasado de Hardy.

Desde Gran Bretaña me llegó también la segunda temporada de The Musketeers (BBC1), serie de aventuras basada vagamente en la obra de Alejandro Dumas y realizada con la corrección característica inglesa. Esta vez, en cambio, la serie va dirigida a un público más casual, con episodios autoconclusivos, historias cerradas que pocas veces tienen incidencia en posteriores capítulos y que hará las delicias de aquellos que únicamente busquen evadirse durante una hora entre persecuciones a caballo, intrigas de palacio y duelos de espadachines.

Hacía falta un final digno para las aventuras de nuestra desastrosa pareja The Wrong Mans (BBC2) y este nos llegó en formato de mini, mini, miniserie (solo dos capítulos, el paquete era tan pequeño que casi ni lo encuentro). Esta comedia de humor inglés puede que no consiga arrancarte una mísera carcajada, pero te mantendrá con una sonrisa en los labios con situaciones surrealistas provocadas por la entrañable pareja de protagonistas (Sam y Phil) y gracias a un tono muy similar al de la película Hot Fuzz (Arma fatal), del también inglés Edgar Wright. Palabras mayores.

Amazon Studios arriesgó con un solo regalo (acompañado con el piloto de The Man in the High Castle, basado en la obra de Phillip K. Dick, que no pinta mal, pero que puede haberse adelantado a la serie en un año, así que la dejamos para más adelante), explotando también la faceta musical en su faceta más clásica. De la mano de una oboísta que trata de conseguir una plaza en la Orquesta Filarmónica de Nueva York, que estrena director (un Gael García Bernal ligeramente sobreactuado), Mozart in the Jungle (también Amazon Studios) resulta divertida y narra una historia poco convencional, para nada previsible, que sorprenderá en muchas ocasiones, aunque sin llegar al nivel de su anterior éxito, Transparent.

Y por último, ese regalo que no entusiasma pero que sabes que es buen regalo (no sé, por ejemplo, un cepillo de dientes eléctrico: nunca te lo comprarías pero si te lo regalan, lo usas): su versión seriéfila sería Banshee (Cinemax), que sin ser de mis series favoritas (la veo más como fuegos de artificio que otra cosa), me resulta rabiosamente entretenida y sus capítulos se pasan en un suspiro inundado de sangre y sexo. Si lo que buscas es una historia coherente, desarrollo de personajes y demás… Banshee no es tu pueblo.

En fin… Pues sí que me han regalado series. Va a ser que me aprecian estos canales televisivos… Os seguiré contando el próximo mes, no vaya a ser que pierda el ritmo y el próximo año no sean tan espléndidos. Nos vemos en cualquier canal, a cualquier hora, en cualquier lugar.

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