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Seriéfilo: junio de 2020

Parece que se ve la luz al final del túnel; ya se puede salir de casa y tenemos una batallita más para contar a nuestros nietos. Habrá quien haya batido su récord personal sin salir. He de reconocer que tres meses es una buena marca, pero hay veces que el «un capítulo más» se te va de las manos y, cuando te quieres dar cuenta, tu cara está en una página web de desaparecidos que no han dejado rastro. Para todos aquellos que vean el fin del confinamiento como una opción, pero no una obligación, para todos los que sigan la máxima de «ahora que ya me he hecho al sofá para qué me voy a levantar», aquí van mis recomendaciones seriéfilas para un mes más de cuarentena voluntaria.

Quienes hayan llegado a la temporada final de Dark (Netflix) ya saben a lo que se enfrentan: ciencia ficción de viajes en el tiempo para ver con un bloc de notas a mano. Es importante apuntar las relaciones entre los personajes para no perderte, aunque, spoiler, te vas a perder igual. Reconozco que el estado de concentración permanente en el que te mantiene este tipo de series puede llegar a ser divertido, pero toda esta diversión se cae como un castillo de naipes cuando eres consciente de que nunca vas a poder descifrar el enrevesado enigma que te proponen. No podrás, porque los guionistas no quieren que lo desenredes hasta el último minuto del último capítulo, momento en el que ellos, y no tú, resolverán la historia.

Que Dark está hecha para no ser entendida es algo que salta a la vista: cinco líneas temporales, varias dimensiones, al menos quince personajes que tienen influencia en la trama, tres versiones de cada uno de ellos (joven, adulto y viejo) y múltiples interacciones entre todos ellos. Es decir, un personaje adulto puede viajar a otra línea temporal, encontrarse consigo mismo y llevar a cabo alguna acción que cambiará algo en otra línea temporal, que a su vez… Vamos, un sin dios. Ni Spielberg sería capaz de que un espectador medio se enterase de algo.

Por si esto fuera poco, cada temporada se añaden reglas nuevas que complican más el universo de la serie y nadie se preocupa de justificar por qué. Está claro que no hay ninguna intención de ofrecer explicaciones al respecto. Al final, la historia se cierra de forma tramposa y queda la sensación de que para este viaje no hacían falta tantas alforjas. Me hubiese gustado que el resultado se aproximase más a Donnie Darko (Richard Kelly, 2001), pero se han pasado de revoluciones acercándose a la rayante Primer (Shane Carruth, 2004).

Si viajamos en el tiempo unos siglos atrás, nos encontraremos con The Great (Hulu), una sátira lejanamente inspirada en el matrimonio de Catalina la Grande y el emperador Pedro III de Rusia. Veremos cómo Catalina llega a Rusia para casarse con Pedro y cómo sus ilusión por compartir su vida con un rey se va desvaneciendo hasta el punto de intentar, por todos los medios, deshacerse de su marido. Comedia corrosiva con toques de humor negro que hace una crítica mordaz tanto de las monarquías absolutas como de la vida cortesana del siglo XVIII. La única pega que se le podría poner es que, en algunos momentos, se hace un poco larga. Meter algo de tijera en el metraje hubiese acercado el resultado a una comedia de época perfecta.

Ahora avanzamos algo más de una centuria, hasta el Dublín de 1880, lugar en el que se ambienta la irlandesa Dead Still (Acorn TV), una original miniserie que sigue los pasos de un fotógrafo de muertos. Ya saben que, por aquel entonces, era costumbre muy común hacerse unas fotos con el fallecido como recuerdo. Si ya nos encontramos ante una profesión morbosa de por sí, la presencia de un fotógrafo díscolo que realiza el mismo trabajo, pero con gente asesinada, y un inspector de Scotland Yard que intuye que el futuro de la investigación está en los fotógrafos forenses, ofrece un producto muy original y envuelto en un fino humor británico. Por desgracia, la serie tarda en meterse a fondo en su propia trama y gasta demasiadas balas en la presentación de los personajes, sobre todo teniendo en cuenta que solo consta de seis capítulos. El final se siente demasiado atropellado, pero aún así espero que este haya sido el inicio de una bonita relación seriéfila. Tengo ganas de que me deleiten con una segunda temporada, ya que tanto el personaje como el entorno la merecen.

Otra miniserie que no dejará indiferente a nadie es I know this much is true (HBO), protagonizada por partida doble y de manera ejemplar por Mark Ruffalo. Se centra en la vida, rodeada de desgracias, de Dominick Birdsey y su hermano gemelo Thomas, que sufre de esquizofrenia paranoide. No es una serie para todos los públicos, ya que su fuerte carga emotiva es íntegramente negativa: el sufrimiento a todos los niveles de Dominick salta todas las barreras y no hay desgracia física, mental, emocional o social que no le golpee ante nuestra mirada. Tanto sufrimiento junto no es fácil de digerir y menos para quienes estén viviendo algún momento duro. Tened cuidado si esta serie os pilla con las defensas bajas…

Y tras esta advertencia, uno de los platos fuertes del mes: ha vuelto la aclamada Killing Eve (BBC America), aunque con una tercera temporada que empieza a mostrar síntomas de fatiga. En esta ocasión y ante la  evidente ausencia de una buena historia, han tirado por lo fácil: «balones a Will», que decían en El príncipe de Bel-Air, siendo Will una Villanelle que, capítulo a capítulo, se come el resto de la serie, incluyendo a Eve. El resultado es un conjunto de sketches deslavazados en los que Villanelle hace cosas que molan. Y aunque funcionan como escenas sueltas, no hay un atisbo de guion coherente. Baste como ejemplo el capítulo en el que la asesina va a conocer a su familia: es un episodio divertido, entretenido, casi genial… pero que nada tiene que ver con el resto de la serie. En ese sentido es un buen añadido que no aporta nada al conjunto. A su paso solo deja más gloria para la grandiosa Villanelle. Y, ciertamente, nos encanta ese personaje, pero no creo que ella sola pueda sostener una serie por mucho tiempo. Ver veremos.

Bajando a los infiernos se encuentra la esperada continuación de la serie que protagonizó Eva Green de forma magistral, Penny Dreadful: City of Angels (Showtime). Encontramos aquí una historia independiente pero que trata de mantener las señas de identidad que marcaron la producción original. Lamentablemente, nada funciona bien: la teatralidad que sentaba como un guante al Londres victoriano no resulta natural para el Los Ángeles de los años 30. En algunos momentos se roza la ridiculez, lo cual no encaja en absoluto con el ambiente supuestamente caldeado, incluso a punto de explotar, por los conflictos raciales. Del mismo modo, los elementos sobrenaturales que tan naturales resultaban en aquel Londres de finales del XIX (vampiros, brujas, hombres lobo…) aquí son simples convidados de piedra. La llamada Santa Muerte y su hermana no son más que una pincelada exótica sin impacto real en la trama. Por si todo esto no fuera suficiente, el crimen que parece vertebrar la historia se difumina sin importar a nadie. Alrededor del caso, los judíos luchan contra los nazis, hay racismo en la policía, aparece una secta religiosa, surgen bandas callejeras… todo es un batiburrillo de tópicos del cine noir que no acaban de mezclar bien y que no logran imponer su tono al resto, dando como resultado una obra fallida tanto en el fondo como en la forma.

Y ya que estamos hablando de series fallidas, este es el momento ideal para hablar de la cuarta y última temporada, por fin, de Por 13 razones (Netflix). La otrora serie de Hannah Baker culmina su desplome total con la peor de sus temporadas y eso que la segunda y la tercera ya eran francamente malas. Estirar el chicle hasta límites insospechados es lo que tiene: uno acaba tirando por tierra el legado de una buena temporada autoconclusiva que no necesitaba nada más.

Más sincera y acertada me parece Love, Victor (Hulu), una serie totalmente entregada al público adolescente, con un protagonista gay que tiene que lidiar con todos los problemas de la juventud y la incomprensión social que le impide mostrarse tal y como es. A pesar de no ofrecer nada nuevo y ser la típica serie de adolescentes, destaca la naturalidad y sensibilidad con la que está escrito el personaje de Víctor: únicamente cambiando la sexualidad del protagonista, todo lo que gira en torno a su historia se ve desde un prisma distinto.

Siguiendo con las historias de amor, aunque esta a otro nivel, Normal People (Hulu) relata el discurrir de una relación que comienza a finales del instituto y se alarga hasta los años universitarios. Destaca, sobre todo, por eliminar cualquier atisbo de edulcorante que pueda restar verosimilitud a la historia. La de los protagonistas es una relación compleja que cambia a lo largo de los años y que no está exenta de interferencias externas e inseguridades. La producción tiene una realización sobria e intimista, con mucho plano corto que busca desnudar a los personajes y consigue transmitir todas sus emociones. La elección de los actores protagonistas fue realmente buena, porque llevan a cabo una gran interpretación y logran crear una historia de amor diferente a las que suelen verse en televisión. Todo se siente mucho más cercano a la realidad.

Pasando del amor hacia algo más banal pero que también levanta pasiones, hablaremos de la miniserie El presidente (Amazon Prime), que narra con pelos y señales la historia del llamado FIFA Gate, el caso de investigación policial en el que miembros de las distintas federaciones sudamericanas de fútbol fueron acusados de soborno, fraude y blanqueo de capitales. La serie emplea un tono cómico a la par que cínico que consigue mantener el interés a pesar de transcurrir en los despachos más alejados del terreno de juego. La vertiente tragicómica del personaje principal, Sergio Jadue, presidente de la federación chilena, también añade interés a la trama. Lo más sorprendente es recordar que todo lo que narra ocurrió realmente, lo cual vuelve a refrendar que, en ocasiones, la realidad supera a la ficción. Serie recomendada tanto para futboleros como para profanos del deporte rey, que seguro la disfrutarán y se sorprenderán viendo cómo se maneja el negocio del balón.

Y como ya me he vuelto a pasar de tiempo, recomiendo rápidamente, como cada mes, un par de comedias para acabar con buen sabor de boca el confinamiento. Primero hablaremos del regreso de una de las grandes del año pasado: la surrealista What We Do In The Shadows (FX) sigue creciendo y nos trae una temporada mucho mejor que la de su debut, con unos capítulos para enmarcar que desprenden la esencia del humor absurdo de la serie y un Guillermo que crece como personaje y se desata totalmente.

Y para finalizar, una comedia que debe contar con el honor de ser la primera serie rodada íntegramente durante el confinamiento; una idea brillante en la que Michael Sheen y David Tennant se interpretan a sí mismos y que transcurre principalmente a través de videoconferencias. Staged (BBC One) es la historia de estos dos actores, que se proponen preparar una obra de teatro durante el confinamiento y representarla en cuanto termine. Miniserie de seis capítulos de tan solo quince minutos, que demuestra que una buena idea y unas buenas actuaciones compensan cualquier pequeño presupuesto. Staged es original, hilarante y cuenta con dos monstruos de la interpretación que demuestran tener gran química entre ellos. No haría falta nada más, pero hay que destacar algún cameo de gran nivel. En definitiva, estamos ante una comedia adaptada a la nueva realidad que, por su corta duración y gran calidad, es de obligado visionado.

Y poco más que contar… porque, aunque me quedan series en el tintero, es lo que me obligan a decir… Recordad que, aunque ya se pueda salir de casa, es conveniente hacer tandas de cinco o seis días de confinamiento cada cierto tiempo, para no perder la costumbre. En mi caso, por más que se hayan levantado las restricciones, que ya se pueda viajar a cualquier país libremente, por mucho que el calor apriete y que sueñe con la brisa a la orilla del mar… #Yomequedoencasa y de aquí no me sacan, que me ha costado casi tres meses hacerme al sofá. Me quedo acurrucado e incluso esposado, por si acaso. Os espero dentro de un mes en el chaise longue.

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