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Arte y Letras

Jack Kirby, el único y verdadero rey (I): antes de Marvel

«Era joven. Todavía estaba creciendo en el East Side. La única política real que conocía era que si a un tipo le gustaba Hitler, le partiría la cara y eso sería todo»

Jack Kirby[1]

En 2011 se estrenó una más (por entonces la quinta entrega) de las películas del Universo Marvel cinematográfico, Capitán América: El primer vengador (Captain America: The First Avenger, Joe Johnston). Como venía siendo habitual, y continuaría siéndolo en los años siguientes hasta su fallecimiento, contaba con un cameo de Stan Lee, cómodamente instalado como fundador y creador oficial del universo Marvel pese a que el Capitán América, en realidad, fue creado por Joe Simon y Jack Kirby mucho antes de que Marvel Comics existiese como tal. Pero no solo eso: Kirby es también el responsable de la creación de muchos otros de los personajes del MCU (estos, sí, junto con Lee[2]). Por fin, en la reciente Eternals, su nombre aparece como creador exclusivo de los personajes. Así pues, ¿quién fue Jack Kirby?

Código callejero

Lo primero es decir que Jack Kirby no era su nombre original. En realidad se llamaba Jacob  Kurtzberg, un nombre de resonancias centroeuropeas (sus padres eran judíos austriacos) aunque él nació en 1917 ya en los Estados Unidos. Creció en el Lower East Side de Manhattan, por entonces una barriada pobre poblada mayoritariamente por inmigrantes europeos que vivían hacinados en edificios de apartamentos y se ganaban la vida con pequeños negocios o con míseros trabajos industriales.

Jacob nunca llegó a ser demasiado alto, aunque sí fornido; además, tenía un carácter decidido y combativo que compensaba su tamaño. Muchos años después, viviendo en la soleada California y tras toda una vida como dibujante, todavía recordaba los escenarios de su infancia neoyorquina y las escaramuzas callejeras, enfrentado a golpes de ladrillo y tuberías contra bandas rivales. Pronto, bajo al sombra de la Gran Depresión, acumuló una sucesión de trabajos juveniles e informales (repartidor de periódicos, vendedor ambulante, chatarrero, etc.), pero todo se vería eclipsado por un increíble talento para el dibujo; un talento que desplegaba en cualquier trozo de papel que cayera en sus manos y en los suelos y paredes de su vecindad.

Mayormente autodidacta (él mismo afirmó, quizás exagerando, que solo había ido un día a la escuela de arte), el joven Jacob absorbió influencias de las tiras de prensa, del cine y de los pulps, como lector voraz y ecléctico que era. Pero todo pasaba a través de un tamiz personal que le llevaría a desarrollar un estilo característico, muchas veces imitado pero raramente igualado, tanto en sus dibujos como en sus guiones. Sin embargo, sus primeros trabajos relacionados con el dibujo le obligaro a dejar de lado cualquier estilo personal. El mundo de los cómics, donde pronto dirigió sus energías tras un breve paso por la animación, no estaba diseñado para artistas con ideas propias; era una paupérrima industria (que aún así podía dar beneficios millonarios en casos excepcionales) basada en la producción masiva y repetitiva.

El medio en los EEUU estaba claramente dividido entre dos formatos que marcarían el desarrollo del cómic durante las siguientes décadas: por un lado el mercado de las tiras de prensa, bien establecido y prestigioso, en el que estrellas como Hal Foster (Príncipe Valiente) o Alex Raymond (Flash Gordon) marcaban la pauta; por otro los incipientes comic-books[3], que comenzaron como recopilaciones de tiras de prensa, pero que pronto empiezan a crear material original (si bien, formalmente, aún dependían en gran medida de los recursos narrativos creados para dichas tiras).

Era un mercado volátil y algo salvaje donde la explotación y los contratos abusivos eran la norma, dominado por las llamativas y pintorescas figuras de empresarios tramposos como Victor S. Fox[4] o Martin Goodman, más interesados en el dinero fácil que en la calidad. En particular, todos se vieron sacudidos por la transformación provocada por la aparición en 1938 del primer superhéroe: el Superman de Jerry Siegel y Joe Shuster en las páginas de Action Comics #1. Si la imitación es la mejor forma de admiración, pronto los estantes de los kioscos estuvieron llenos de admiradores de Superman y se multiplicaron las editoriales, dedicadas a encontrar su propio superhéroe de éxito.

Durante sus primeros años como profesional, Kurtzberg alternó una variedad de pseudónimos (como Jack Curtiss, Bob Brown o Lance Kirby), trabajando para compañías como Lincoln Features Syndicate[5], Eisner & Iger Studios[6] y Fox Features Syndicate. También se fogueó en una variedad de géneros como la ciencia ficción, el western o el policíaco, incluyendo algunos tan alejados de su carrera posterior como la sátira política. Su estilo era cambiante y, muchas veces, debía imitar el de algún autor de éxito; pero su planificación de viñeta y su dinamismo ya son notorios. También su capacidad de producción, manteniendo una calidad notable con una velocidad pasmosa.

Fue en Fox donde realizaría sus primeras historias de superhéroes, ocupándose de Blue Beetle[7], y donde comenzaría a utilizar su pseudónimo definitivo. Además, fue allí donde conocería, en 1940, a Joe Simon, autor con el que iniciará una fructífera colaboración que se extenderá durante los siguientes quince años.

Simon y Kirby

En principio ambos eran autores completos, dibujantes y escritores, pero pronto se creó una cierta división no estricta del trabajo en la que el grueso del dibujo a lápiz quedaba en manos de Kirby, al que no le gustaba la labor de entintado, mientras que Simon se encargaba, por lo general, de las tintas y el diseño de portada. Mientras, los guiones eran elaborados a cuatro manos por ambos. Sus comics dinamitaban las formas heredadas de las tiras, revolucionando y aprovechando el formato más extenso de una manera que solo el The Spirit de Eisner superaría en esos primeros años. El lápiz de Kirby queda, a veces, oculto por la tinta de Simon, pero la rotundidad de las formas y la agilidad y fuerza de su narrativa pronto convirtieron los cómics del dúo en un estándar de la industria. Su primera colaboración fue el número 2 de Blue Bolt (Julio de 1940), una historia de ciencia ficción que Simon había creado en solitario. Fue en el quinto número, no obstante, donde definitivamente pasaron a firmar conjuntamente, como harían en decenas de proyectos a partir de entonces: Simon & Kirby.

Sin embargo, tan solo tras tres meses en Fox, Simon dejó la compañía y creó su propio taller, mientras Kirby (temeroso de dejar un puesto mal pagado, pero fijo) se multiplicaba para trabajar a la vez para Fox y para su amigo. Solo cuando Simon recibió en 1941 una oferta tentadora para convertirse en editor jefe de los Timely Comics del editor Martin Goodman[8], Jack se decidiría finalmente a dejar Fox y seguirle en su nueva aventura.

Timely era una compañía menor que se había dedicado fundamentalmente a la publicación de pulps (con títulos como Western Supernovel Magazine, All Star Adventure Fiction o Marvel Science Stories) y que se había sumado a la moda de los comics publicando, con muy buenas ventas, Marvel Comics #1 (Octubre 1939), donde aparecerían por primera vez el Namor de Bill Everet y la Antorcha Humana de Carl Burgos. La primera creación de Simon y Kirby para Goodman fue un éxito total, quizás sabiendo leer como nadie el ambiente prebélico que dominaba el país, mientras en la lejana Europa los ejércitos nazis se apoderaban del continente. A principios de 1941, los kioscos del país se vieron asaltados por Captain America #1, con una llamativa portada en la que el héroe enmascarado, vestido con los colores de la bandera, lanzaba un puñetazo al reconocible rostro de Adolf Hitler. Aunque el Capitán América no fue el primer héroe abanderado de los comics (ese honor le correspondería a The Shield [9]), fue sin duda el más exitoso, con ventas millonarias de su primer número y una repercusión publica sin precedentes.

Por aquel entonces, en las oficinas de Timely también trabajaba un joven de apenas 18 años, con supuestas aspiraciones literarias y llamado Stanley Martin Lieber. Era pariente de Martin Goodman y servía como recadero y chico para todo. Sin embargo, cuando escribió una historia corta, en prosa, para el número 3 de Captain America, decidió utilizar un pseudónimo por el que se haría verdaderamente famoso: Stan Lee.

Pese al éxito de la colección del héroe abanderado, sus creadores solo trabajaron en ella hasta el número 10 (en enero de 1942). La cuestión es que Simon y Kirby habían seguido realizando trabajos paralelos para otros editores y tenían una prometedora oferta por parte de National (la futura DC Comics). Cuando Goodman se enteró (y Kirby siempre acusó a Stan Lee de haberse chivado), les echó de Timely, quedándose, por supuesto, con el personaje. Pero no se puede decir que la situación empeorara: con un sueldo mejor, en National el dúo Simon/Kirby revitalizó al personaje de Sandman (el justiciero enmascarado, no el muy posterior Morfeo creado por Neil Gaiman) y crearía al superhéroe Manhunter, así como dos grupos juveniles: los Boy Commandos y la, también muy exitosa, Newbsoy Legion. Estas dos colecciones giraban en torno a grupos de niños viviendo aventuras bélicas y, en ambas, un personaje (Brooklyn en los Boy Commandos y Scrapper en Newsboy Legion) ejercían de reflejo del pilluelo neoyorquino con el que Kirby aún se identificaba.

En lo personal, Kirby se había mudado con sus padres a un apartamento algo mejor, precisamente en Brooklyn, en 1940. Siendo el principal proveedor del grupo familiar, conoció en su mismo edificio a la que se convertiría en mayo del 42 en su esposa, Rosalind Roz Goldstein.

Jack Kirby

Interludio: Guerra Mundial

El reciente matrimonio de Jack no impidió que fuera llamado a filas al año siguiente. Y, al contrario que otros artistas o escritores (como los mismos Stan Lee o Joe Simon, que fueron dedicados a labores de propaganda o permanecieron en el frente doméstico), fue destinado al servicio activo. Tras un periodo de instrucción y un breve y desastroso paso por la sección de mecánica, el soldado Jacob Kurtzberg [10] fue desplegado en Europa como parte del 11º de Infantería, desembarcando en Francia el 23 de Agosto de 1944.

Antes de dejar el país, el editor de DC, Jack Liebowitz, había presionado a los dos autores para que adelantaran casi un año de historias con la intención de seguir publicando en su ausencia; aún mientras Kirby luchaba en el teatro europeo, seguían apareciendo colecciones con su nombre y el de Simon en los créditos. Los recuerdos de la guerra serán otro momento definitorio para Jack. Las pesadillas sobre el frente y sus penurias le acompañarían muchos años.

En Diciembre de 1944 la compañía de Kirby participó en el asedio de Bastogne, una dura batalla invernal dentro de la campaña de las Ardenas. Las duras condiciones del campo de batalla le provocaron congelación en ambas piernas, lo que llevó a que le evacuaran del campo de batalla y, en enero de 1945, volviera de vuelta a América donde sería licenciado con honores.

Simon & Kirby (otra vez)

De vuelta a la vida civil, a finales de 1945 el mercado de los cómics estaba sufriendo una transformación profunda, si no una recesión casi apocalíptica: las ventas bajaban, las editoriales cerraban y lo que hacía unos pocos meses eran valores seguros se cubrían ahora de polvo en los estantes. Específicamente, el género de los superhéroes hacía aguas y las editoriales comenzaban a centrarse en otros terrenos, como el siempre fiable western, historias criminales, de terror o humorísticas con animales parlantes.

Simon y Kirby, que ahora trabajaban principalmente para Harvey Comics en variedad de líneas, se destacaron en un nuevo género: los cómics románticos, que prácticamente inventaron con Young Romance #1 (Septiembre – Octubre, 1947). El nombre del dúo seguía siendo un reclamo y una marca de calidad, hicieran lo que hicieran. Incluso volvieron tímidamente a los superhéroes con la creación de Fighting American (Fighting American #1, Mayo 1954), otra interacción de la idea del héroe abanderado, en parte motivaba por la resurrección del Capitán América, convertido entonces en un adalid anticomunista por parte de Atlas Comics (heredera de Timely) y sin su participación. Pero todavía no era el momento para el resurgir de los héroes en mallas y Fighting American solo vivió siete números, con un marcado giro hacia la parodia y el humor en los últimos que fueron publicados. Muchos años después, en 1997, el personaje viviría una extraña resurrección (al menos como título) de la mano del ínclito Rob Liefield y como forma de reutilizar historias creadas para el Capitán América tras la ruptura contractual con Marvel.

Las acusaciones de inmoralidad contra los comic-books, personificada en el libro La Seducción del Inocente (1954) de Fredric Wertham, llevarían al nacimiento de un código de autocensura, diseñado por los editores para evitar una prohibición oficial y conocido como Comics Code. Este código, modelado sobre el código Hays que había hecho algo similar con el cine, siguió existiendo, aunque aplicándose de forma cada vez más laxa, hasta los 2000. Esto afectó no solo a las editoriales, sino a géneros enteros como el terror y su abanderada la EC Comics. Muchas desaparecieron de la noche a la mañana y las posibilidades diversas del medio quedaron constreñidas por limitaciones a menudo mojigatas y ciegamente conservadoras.

Ante la reducción del mercado y la merma de compradores para su trabajo, Simon & Kirby intentaron fundar su propia compañía, Mainline Publications, en 1954. La aventura solo duró dos años, al final de los cuales tuvieron que vender sus marcas y el material no publicado a Charlton Comics. Esta fue la gota que colmó el vaso para Simon, marcando el final de la colaboración entre ambos.

Kirby, solo

La pareja creativa se rompió, pues, en 1957, cuando Simon dejó el mercado de los cómics para dedicarse a la publicidad y a la ilustración comerical. Kirby de nuevo, se quedó con lo que conocía. Juntos habían sobrevivido ya a un boom y a una contracción del mercado, pero ahora la situación parecía desesperada.

La preocupación de Kirby por alimentar a su creciente familia (su primera hija, Susan, nacería en 1945) seguía empujándole a multiplicar sus trabajos y, a veces, a firmar contratos poco favorecedores. De este modo, fue cediendo derechos a largo plazo a cambio de pagos seguros. Kirby era bueno dibujando, quizás el mejor, pero al contrario que Simon o su admirado Will Eisner, era nefasto para los negocios.

Así, alternó trabajos para distintas compañías incluyendo National (donde trabajo en Green Arrow) o, de nuevo, Atlas. Quizás, su creación más interesante de este periodo fueran los Challengers of the Unknown (su primera aparición fue en Showcase #6, Febrero, 1957), también para National: un cuarteto de aventureros que en algunos aspectos presagian a los Cuatro Fantásticos. Se dice que el concepto había sido ideado en su época en Mainline, todavía en colaboración con Simon, junto con los guionistas y hermanos, Dave y Dick Wood. Con ellos también intentó crear en 1958 su propia tira de prensa, Sky Masters of the Space Patrol, entintada por el elegante Wally Wood (que no estaba relacionado con los escritores) y que también guarda algunos paralelismos con los 4F. Nunca llegaría a publicarse en prensa (aunque hay magníficas ediciones posteriores) y provocó, además, una disputa económica con un editor de National, Jack Schiff, a consecuencia de la cual quedaría vetado durante años en dicha editorial.

Este veto de una de las mayores editoriales supervivientes forzaría a Kirby a depender, más y más, del trabajo para Atlas. Fue un tiempo de insulsas y repetitivas historias de monstruos que no podían dar verdadero miedo por los límites del Comic Code, con nombres rimbombantes y ridículos como Zoom, Sserpo o Orggo, pero, a menudo, con imaginativos diseños de Kirby en colecciones como Journey into Mistery, Tales to Astonish y similares.

El año 1961 sería, sin embargo, un punto de inflexión de su carrera y en la historia de los comics americanos: con fecha de portada de Noviembre de 1961 aparecería el número 1 de una nueva colección, The Fantastic Four. Y ya nada volvería a ser igual.


[1]https://www.tcj.com/jack-kirby-interview/5/

[2]Y no voy a entrar, por ahora, en la polémica sobre que parte corresponde a cada uno, dejémoslo para la segunda parte de esta serie.

[3]Literalmente libro de cómics,  aunque en realidad el formato se refiere a los típicos cuadernillos de 24 o 48 páginas con hojas dobladas y grapadas que siguen siendo el estándar del cómic americano comercial.

[4]El primer, autoproclamado, rey de los cómics.

[5]Compañía dedicada a la sindicación de cómics para distintos periódicos y editoriales, como intermediarios entre creadores y editores, una estructura bastante común en esos años. A mediados de los 30 había 130 de estos syndicates ofreciendo su material a más de 13700 periódicos de todo el país.

[6]También conocida como Syndicated Features Corporation y dirigida por Jerry Iger y Will Eisner.

[7]Ha habido varios Blue Beetles en al historia del cómic USA desde entonces, con distintas identidades, poderes y estilos, pero Kirby trabajó aquí con el primero, Dan Garret, que debutó en  Mystery Men Comics #1 (Agosto de 1939).

[8]En realidad el nombre de la compañía era tan cambiante e irregular, posiblemente para evitar pagar costes e impuestos, que llamarla Timely Comics es más una convención que otra cosa.

[9]Que debutó en enero de 1940 en Pep Comics #1, por el guionista Harry Shorten y el dibujante Irv Novick

[10]Aunque finalmente el autor cambiaría su nombre legal por Jack Kirby no lo hizo, al menos, hasta después de 1945.

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