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Música

Entwine: melancolía oculta en Finlandia

 

De todas las bandas del mal llamado metal gótico finlandés (sería más exacto catalogarlo como metal melancólico o, si me apuran, «melangótico») surgido a finales de los años noventa a la sombra de Sentenced, y popularizado internacionalmente en su vertiente más pop por HIM y en la más sinfónica por Nightwish, quizá la que más injustamente haya pasado desapercibida fuera de los circuitos estrictamente metaleros sea Entwine.

Su historia, como la de la mayoría de grupos escandinavos de tintes oscuros, es bastante típica. Fundada en 1995 por Aksu Hantuu (batería), Tom Mikkola (vocalista y guitarrista) y T. T. Tapialé (bajista), tras varios cambios en su formación que serían una constante en su carrera, pasaron de coquetear con el death metal a acabar virando definitivamente hacia sonidos más melancólicos y melódicos, como atestigua su modesto pero interesante álbum debut, The Treasures Within Hearts (1999).

Con la llegada de un nuevo cantante (Mika Tauriainen) y un bajista (Joni Miettinen) se consolidan como banda y publican su primer gran disco, Gone (2001), que pasa con nota la reválida no solo de su país natal, si no del público alemán, juez de referencia del rock continental. En este álbum encontramos lacrimosas baladas como «Closer (My Love)» o «Grace», quintaesencia musical del pobre niño gótico amante de Tim Burton y las guitarras pesadas de escuela Sabbath, así como cortes más enérgicos como «Losing My Ground» o «New Dawn». Un disco bastante completo y repleto de buenas canciones que sin embargo peca de un peligroso parecido con HIM.

Su tercer disco, Time of Despair (2002), posiblemente el mejor de su carrera, ahonda en la línea mostrada por su predecesor y nos regala sus composiciones más inspiradas. Canciones como «Learn to Let Go», «Safe in a Dream», «Burden» o «Time of Despair» muestran la valía del grupo en todo su potencial, un rock nostálgico a la par que contundente con un innegable gancho melódico.

Es probable que fuese esa carencia de personalidad inicial en Entwine lo que los apartase de la atención de un público europeo más amplio que posiblemente vería en ellos una copia menor de la banda de Ville Valo. Y no solo en lo musical y en lo lírico, sino también en su estética, esa mezcla entre glammy-gótico y vestirse de la forma más rara posible que ya estaba por entonces demasiado vista. No obstante, e ignorando la inevitable comparación (o precisamente por ella), es indudable que a los que les gustase HIM podría fácilmente gustarles también Entwine.

Conscientes de la sensación de déjà vu de su música, a partir de entonces inician un camino que meritoriamente los aleja de sonidos manidos en el género. A diferencia de coetáneos compatriotas como To/Die/For o Charon, demasiado anquilosados en sus monolíticos estilos, despachan varios discos interesantes (DiEversity, 2004; Fatal Design, 2006; Painstained, 2009) que coquetean con cierto vanguardismo metalero en la línea de grupos similares como los italianos Lacuna Coil. Temas como «Bitter Sweet», «Still Remains», «Break Me» o «Soul Sacrifice» son una muestra de que Entwine, pasado el ecuador de su carrera, había encontrado por fin una voz propia con la que expresarse.

Con la banda en stand by y un recopilatorio ya en el mercado (Rough n’ Stripped , 2010), nos queda esperar alguna nueva aventura discográfica, pero sobre todo, recuperar y reivindicar un legado musical que, si bien no pasará a los anales de la historia del rock por su carácter pionero, puede proporcionar momentos brillantes para todos los amantes de los sonidos oscuros y melancólicos.

Marcos García Guerrero
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