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Cinefórum CCLXXIX: «I Am Not Your Negro»

El encadenado temático de este cinefórum ha sido tan sencillo que incluso metraje de la anterior película, En el calor de la noche, hace su aparición en determinado momento de I Am Not Your Negro (2016, Raoul Peck). Roul Peck es un político y director haitiano, cuya escasa obra ha tenido una orientación claramente política. Entre sus películas destacan las biográficas como Lumumba (2000), sobre el líder congoleño asesinado en 1961, y El joven Karl Marx (Le jeune Karl Marx, 2017), centrada en la amistad entre Mark y Engels. También el documental que nos ocupa.

I Am Not Your Negro utiliza material de archivo y fragmentos de películas muy variadas, desde videos propagandísticos del gobierno americano a una variedad de películas comerciales de los años 50 y 60, principalmente, pero incluyendo también, por ejemplo, fragmentos de Elephant (2003) de Gus Van Sant. De la misma manera, las imágenes de archivo de los 50 y 60 saltan puntualmente hasta las noticias recientes relacionadas con las protestas del Black Live Matters o la crisis económica, trazando una conexión explicativa y reivindicativa entre pasado y presente. Estas imágenes se utilizan para ilustrar, a veces de forma complementaria, a veces con una intención paradójica, las palabras del escritor afroamericano James A. Baldwin, traídas a la vida por la voz de Samuel L. Jackson (aunque también se insertan algunas imágenes de archivo de intervenciones públicas del propio Baldwin).

Baldwin es un autor complejo, que encontró en Francia (donde vivió largos periodos antes y después de la época en la que se centra el documental) un refugio y un punto de vista privilegiado de las tensiones de su país de nacimiento, combinando la experiencia personal con la perspectiva de un observador externo. Allí volvió a finales de los 50, cuando la era de la lucha por los derechos civiles se acercaba a sus máximas tensiones, convirtiéndose en una voz apreciada y un polemista reconocido.

Su obra, a menudo con tintes autobiográficos, gira habitualmente sobre el tema de la búsqueda de la propia identidad, sobre la forma en que las identidades colectivas y la experiencia personal se combinan para configurar al individuo. El documental toca de forma muy superficial otros temas interesantes de la identidad de Baldwin como su autoexilio en Francia, su forma de destacar la herencia mestiza de la población afromericana (y de sí mismo) o su homosexualidad; cuestiones que le convierten en una personalidad más compleja y también, en cierta forma, en un outsider incluso dentro del movimiento por los derechos civiles[1].

El documental se basa en fragmentos de un manuscrito inacabado que debería haberse titulado Remember This House, que giraba en torno a la figura de tres líderes del movimiento por los derechos civiles, los tres asesinados en el corto espacio de cinco años: Medgar Evers (1925 – 1963), Malcolm X (1925 – 1965) y Martin Luther King (1929 – 1968). Estas figuras, a las que Bladwin conoció y apreció personalmente, sin embargo, se convierten en instrumentos para una reflexión mucho más general sobre  la sociedad norteamericana y, en particular, sobre el el papel de la raza y de la división blanco-negro, tanto en la sociedad norteamericana de su época como de la nuestra.

Como película, quizás, el mayor problema del documental es su propio acercamiento impresionista a las figuras que retrata y a la realidad en la que viven, que requiere un poco de contexto adicional para apreciarse completamente. Posiblemente, la mayoría tengamos una idea formada de Martin Luther King o de Malcolm X, pero Medgar Evers, será para muchos espectadores un desconocido. De la misma manera, el repaso superficial a ciertos sucesos fundamentales, como el asesinato de Emmett Till de 1955, la integración escolar y la furiosa respuesta del Sur[2], la marcha sobre Washington de 1963 o los disturbios de Watts de 1965, no reciben una introducción ni un contexto pormenorizando, apareciendo como hitos de una historia ya conocida y sobre la que las palabras de Baldwin parecen improvisar, saltando de un punto a otro con una cierta lógica temporal, pero sin establecer una conexión causal que sería necesaria para el público menos versado.

Tampoco entra en profundidad en la simpatía de Baldwin por ideas de tipo socialista, aunque fuera un socialismo netamente americano y necesariamente, esencialmente, antiracista[3]; no obstante, se pueden leer determinados momentos del documental como una crítica anticapitalista, pero esta no es completamente articulada ni presentada como tal. Se dibuja una impugnación al completo del sistema económico norteamericano, construido en gran parte sobre la acumulación de capital alimentada por la mano de obra barata proporcionada por los afroamericanos. Pero también habría sido de agradecer algo de contexto sobre la forma en la que el trabajo mal pagado ha seguido siendo una constante para la mayoría de la población negra mucho después del fin de la esclavitud (perpetuada en la Reconstrucción y después por el sistema penal[4]).

Por el contrario, quizás se centra demasiado, especialmente en su primera parte, en otros aspectos como la representación o la presencia de la raza en la cultura de la época o en la mitomanía norteamericana y su exaltación de la violencia, que podrían parecer secundarios. Personalmente, encuentro fascinante que, pese a las profesiones de pesimismo y realismo de Baldwin, los mitos del idealismo americano se ven reflejados en una tensión insoportable.

La distancia existente entre los ideales de la ciudad en la colina, de la libertad en la frontera y los hombres rudos pero justos que la pueblan, hacen aún más notoria la historia de la discriminación racial. Baldwin no quiere creer, como él mismo dice, en la bondad de los norteamericanos, pues la realidad le ha mostrado una y otra vez lo engañoso de esos ideales; pero igualmente sigue sintiendo la necesidad de creer y de luchar por aquello que se le había prometido.

En definitiva, es este un documental muy valioso que requiere, sin embargo, cierto conocimiento previo del tema general y que sirve como punto de entrada para diversos temas de actualidad. También, desde luego, para presentar una figura tan interesante y digna de interés como James Baldwin.


I Am Not Your Negro[1] Como, sin ir más lejos, su prevista participación en los discursos de la Marcha de Washington y su reemplazo final por Burt Lancaster.

[2] Las dramáticas imágenes de decenas de adultos, jóvenes y niños blancos comportándose como energúmenos rodeando a los estudiantes negros siguen siendo algunas de las estampas más impactantes sobre el fanatismo en una sociedad supuestamente democrática.

[3] En Conversations with James Baldwin, llega a usar la expresión «a Yankee Doodle-type socialism».

[4] Como refleja más detalladamente, sin ir más lejos, el documenta Enmienda 13 (13th, 2016, Ava DuVernay)

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