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Mano de obra mortal y rosa – 1 de marzo

En Estados Unidos han multado a una empresa por utilizar a menores para limpiar mataderos. Packers Sanitation Services tendrá que pagar un millón y medio de dólares de multa por emplear a un centenar de adolescentes de trece a diecisiete años, todos inmigrantes centroamericanos. Los inspectores de trabajo comprobaron que algunos de ellos tenían que manipular productos químicos peligrosos o limpiar las máquinas: sierras de espalda, sierras abre pecho, cortadoras de cabezas. «Impulsamos la sostenibilidad mediante soluciones innovadoras de seguridad alimentaria», anuncia Packers en su web: la mano de obra infantil paga el eslogan ambiental.

Los socios de la empresa que explotaba a chavales en los mataderos se van a librar del castigo: las autoridades no los consideran responsables. El principal es JBS USA, la filial estadounidense de la mayor compañía del agronegocio brasileño y una de las mayores productoras y comercializadoras de carne del planeta. Ha estado involucrada en varios casos de corrupción y también fue denunciada en Brasil por explotación laboral. Otra empresa a la que las manos infantiles le limpiaban los restos es Cargill, gigante de la alimentación cárnica y del grano. También es intocable, porque el capitalismo es omnívoro, pero no siempre devora a sus hijos.

El trabajo infantil beneficia tanto a empresas que operan en negro como a multinacionales. La mano de obra es abundante: solo en 2022, 130000 niños migrantes llegaron sin padres a Estados Unidos. Parte de ellos se han integrado en este nuevo ejército de trabajadores clandestinos, a los que explotan burlando leyes contra el trabajo infantil vigentes desde hace un siglo. The New York Times ha encontrado tejeros de doce años en Florida y a niños que sierran tablones de madrugada en Dakota del Sur. El diario ha contado más de una decena de muertos en seis años. Juan Mauricio Ortiz, de quince años, murió en su primer día de trabajo colocando un techo en Alabama.

El trabajo infantil crece en el siglo XXI: según la OIT, hay 160 millones de niñas y niños trabajadores en los cinco continentes, ocho millones y medio más que la última vez que contaron, en 2016. La mitad se dedica a trabajos peligrosos y tienen entre cinco y once años: mortales y rosas. «Llévame al matadero, esperaré allí con el cordero», pedía Leonard Cohen mientras escuchaba voces revolucionarias gritar en español en las calles de La Habana. En Cuba, de hecho, se abolió el trabajo infantil al que terminan abocados otros hijos de América a quienes se ofrece una libertad en forma de carroña.


Extramuros es una columna informativa de Efecto Doppler, en Radio 3.

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Víctor García Guerrero
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