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El Seriéfilo

Seriéfilo: enero de 2022

Empezamos la andadura seriéfila del 2022. Un recorrido que estará marcado por las enormes expectativas generadas por los anticipos de algunos estrenos de las grandes cadenas. Parece que la guerra entre las distintas plataformas se recrudece: todas quieren captar espectadores sacando a la palestra los pesos pesados de su catálogo y han decidido elevar la intensidad de sus hostilidades. Con este panorama, a los meros espectadores solo nos queda una única opción: despatarrarnos en el sofá con un buen bol de palomitas y disfrutar.

Paradójicamente, empezamos el año con algunas despedidas. La primera, la de una serie que pasa por ser la mejor space opera de los últimos años: The Expanse (Prime Video) se despide tras seis temporadas de ciencia ficción de alto standing. Lejos quedan aquellos momentos de incertidumbre en los que la serie parecía peligrar pendiente de su cancelación en el canal SyFy tras sus tres primeras temporadas. Y es que Amazon, con gran acierto, decidió salvarla programando otras tantas. A pesar de contar únicamente con seis capítulos, esta última entrega hace honor a todo lo vivido hasta el momento por la tripulación de la Rocinante. La batalla final contra Marco Innaros se desarrolla de forma pausada, pero llena de momentos épicos, permitiendo que todos los personajes relevantes tengan su momento de lucimiento personal. Además, la serie culmina con un final maravilloso que pone la guinda a un producción que quedará para el recuerdo. Va a ser difícil llenar el vacío espacial que nos deja.

La segunda es una despedida a medias, ya que también se ha estrenado la esperadísima primera mitad de la última temporada de Ozark (Netflix). El principio del fin es pura adrenalina, a pesar de los retrasos y los casi dos años de espera por culpa del COVID. La familia Byrde vuelve en plena forma, blanqueando dinero cada vez a mayor escala para los narcos mexicanos. La historia fluye a un ritmo endiablado y funciona de forma más orgánica que en su anterior entrega, que necesitó del personaje de Ben (hermano de Wendy) para engrasar y cohesionar las tramas. Se mantiene esa sensación de agobio y urgencia continua, mientras se multiplican los problemas dentro y fuera de la familia, complicando todavía más su relación con el cartel mexicano y poniendo a prueba la capacidad analítica de nuestro sufrido Marty. El desgaste a nivel emocional se hace cada vez más patente y, a la luz de los últimos acontecimientos, la traca final promete rebasar los límites de todos y cada uno de los personajes. Sin duda, el caldo de cultivo para lo que puede ser un final de serie apoteósico está listo.

La última despedida y quizás la más triste es, curiosamente, la de una comedia: After Life (Netflix) nos abandona para siempre tras su tercera temporada. Una vez más, Ricky Gervais vuelve a sorprender consiguiendo mezclar sentimientos encontrados que nunca habríamos imaginado juntos en un mismo producto. Aunque la serie sigue manteniendo sus señas de identidad, con ese humor tan negro y ácido que duele, nos encontramos ante la temporada más melancólica de la producción, hasta el punto de que el humor queda en un plano secundario. La tristeza propia de la despedida impregna a los personajes, envolviendo su patetismo en cariño y dando significado a sus vidas. Nunca un final tan amargo estuvo tan cargado de esperanza ni tantos ojos tristes sonrieron. El pueblo de Tambury y el bueno de Tony siempre tendrán un huequito en nuestros corazones. Hasta siempre.

Adentrándonos en el terreno de las series sin un final cercano a la vista, Cobra Kai (Netflix) sigue explotando la nostalgia ochentera y exprimiendo a fondo la trilogía original de Karate Kid a base de recuperar todos los personajes posibles de aquellas cintas. Si la temporada pasada la aparición estelar fue la de Ali Mills, interpretada por Elizabeth Sue, esta vez le toca el turno al villano de la tercera entrega, Terry Silver, que unirá fuerzas con John Creese para enfrentase a Daniel y Johnny. Sin embargo, tanta nostalgia amenaza con hundir la estructura de la serie y solo Johnny Lawrence es capaz de mantenerla a flote. Toda la temporada se convierte en una especie de stand by con tramas secundarias poco interesantes y que simplemente estiran el chicle para llegar al plato fuerte, el torneo de All-Valley donde todos los dojos se enfrentan cara a cara. Los dos episodios finales compensan en cierta medida la zozobra, concentrando todo lo bueno de la serie y destapando varios golpes de efecto inesperados y un final que siembra tramas interesantes para la quinta temporada, ya confirmada.

Mientras tanto, el terror sigue disfrutando de su nueva juventud. Si el año pasado se colaban entre lo mejor de 2021 dos series del género como Misa de medianoche (Netflix) y Chapelweite (EPIX), esta vez es el prolífico y controvertido director James Wan el que se asoma al mundo catódico como productor de Archive 81 (Netflix), una serie de terror psicológico con una historia intrigante que te atrapa desde el primer momento. El protagonista, un restaurador de material audiovisual, tiene que reconstruir unas cintas de video encontradas tras el extraño incendio del edificio Visser en los años 90. Este argumento permite dividir la historia en dos líneas temporales: la actual, en la que suceden cosas extrañas mientras Dan reconstruye las cintas; y los noventa, donde a través de la cámara de Melody vemos los inquietantes acontecimientos que tienen lugar dentro del edificio. La trama está muy bien hilada y mantiene el suspense y la tensión durante la mayor parte del metraje, que se ve algo deslucido al no conseguir rematar la faena con un final tan potente como nos hacía esperar una historia que venía, desde el minuto, en un imparable crescendo.

Dos líneas temporales son las que utiliza también Yellowjackets (Showtime), el drama de supervivencia que puede verse en Movistar Plus y que narra la historia de un equipo de futbol femenino que sufre un accidente de avión y cuyas integrantes quedaron aisladas en un bosque canadiense durante diecinueve meses. La serie combina la vida actual de las supervivientes que no quieren hablar sobre lo ocurrido y sus vivencias durante el largo tiempo que pasaron incomunicadas. El guion juega muy bien con la información que da al espectador en ambas líneas temporales para construir un aura de misterio que se irá aclarando poco a poco y en la que no todo es lo que parece. Destaca la presencia de Christina Ricci y Juliette Lewis en el reparto, aunque esta última algo menos inspirada que su compañera, quien hace un gran papel.

Para acabar, mencionaré Estación Once (HBO Max), una miniserie que también presenta distintas líneas temporales y utiliza principalmente dos: una, en un presente en el que una pandemia mundial colapsa la civilización (de algo me suena esto…) y otra, veinte años más tarde, en la que los pocos supervivientes que quedan se agrupan en pequeñas comunidades y en la que seguimos a una compañía de teatro que las visita interpretando obras de Shakespeare. Visualmente muy potente, llama la atención el manejo de los fragmentos de una historia que, en un principio, cuesta encajar en el gigantesco puzle que se nos plantea. Todo parece cuadrar finalmente, cerrando una historia contada en forma de fábula, bastante entretenida y que no deja cabos sueltos. El principal problema es lo descompensadas que están ambas líneas temporales, pesando mucho más el presente pandémico que la trama futurista, que pierde chispa con el paso de los capítulos hasta resultar anodina. Aun así, el conjunto que forman ambas, el cuidado visual y la precisión en el ensamblado de todos los fragmentos desperdigados a lo largo del metraje, hacen que Estación Once merezca un visionado.

Y poco más que comentar de este 2022 que ha empezado fuerte con series de mucho peso y que promete seguir así durante los próximos meses. Ante esta buena añada solo nos queda no movernos del sofá y seguir disfrutando.

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