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Ejército Europeo: lírica en tiempos de pólvora – 14 de noviembre

«Unis», unidos, escribe Emmanuel Macron en Twitter bajo una foto donde aparecen él y Angela Merkel dándose una mano, casi abrazados, dos abrigos azules ante un memorial. Están en Compiégne, norte de París. Allí cerca, en un vagón de tren, le firmaron hace un siglo la paz a Alemania después de la Gran Guerra. Hoy una placa recuerda a los actuales presidentes: «el valor de la reconciliación». La cursilería es una de las marcas de la presidencia de Macron. Pensará que funciona en tiempos de política sentimental. Macron habla con flores en el aniversario de la primera gran matanza mundial y propone un ejército europeo para neutralizarla. Merkel apoya: un gran ejército continental para evitar una guerra entre naciones. Nunca más. Más cursilería: cañones para la paz.

Macron y Merkel quieren un ejército para defenderse, ha dicho el presidente de Francia: «debemos protegernos de China, de Rusia, hasta de los Estados Unidos». Ejército igual a Defensa. De nuevo, tanques de concordia. Pero ahí Macron reconoce, al menos, que Europa tiene una carencia, y un problema geopolítico. Geopolítica: según el consenso post telón de acero, no existía. No era cierto que las naciones tuviesen planes y programas de dominio sobre el resto. La nación era un museo. Solo mandaban las multinacionales en una aldea global de consumidores satisfechos decidiendo el color de la tapicería a base de likes. La idea todavía seduce a las élites que la promocionan. Pero la crisis ha acabado en desahucio y las naciones han vuelto con antorchas en las calles.

La Europa de los homenajes a sí misma corre ahora para subirse al tren de la unidad militar, que es política. Quiere relanzar un proyecto que se le deshace entre los dedos y del que algunos miembros huyen, sentimentalmente hablando. Como Polonia, que celebra sus fronteras. En Varsovia, mientras Macron y otros paraguas con hombres debajo se aburrían en París, doscientas mil personas festejaban un siglo de independencia del país. «Dios, honor y patria», desfilaban las banderas fascistas. Y añadían: «dale con la hoz y el martillo a la chusma roja». La Europa vista desde la beata Polonia es un burdel de ateos, comunistas y gays. Para reforzar su ser independiente quiere una base militar de Estados Unidos. Ya le han pensado nombre: Fort Trump.

«¿Quieres ser fiel a ella hasta que la muerte os separe?», se pregunta Rammstein en Du Hast. «No», responde el grupo alemán que se llama como la mayor base aérea de Estados Unidos en Europa. La diseñaron ingenieros franceses, pero el hormigón lo pusieron curritos de Italia, Portugal, España o Grecia. Que no se diga que los PIGS vaguean. La Europa de la segunda postguerra mundial se reconcilió alrededor del carbón, el acero y las armas de Estados Unidos, que ahora no quiere perder su pedanía en el viejo mundo.«Estabais aprendiendo alemán en París antes de que llegáramos», ha tuiteado Trump para burlarse de Macron. «Du haßt mich», me odias, también se puede entender en la canción de Rammstein. Siempre son buenos tiempos para la lírica, si carga pólvora.


Notas de Extramuros es una columna informativa de Siglo 21, en Radio 3. Puedes escucharla en el siguiente audio y acceder al programa pulsando aquí. También puedes revisar todas las Notas de Extramuros en este Tumblr.

Víctor García Guerrero
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