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Arte y Letras

Grafiti, Street Art y muralismo desde una perspectiva femenina

En los años setenta, Martha Cooper, la primera mujer contratada como fotógrafa de plantilla por el New York Post, exploraba las calles de Nueva York con la intención de capturar la infancia en su estado más salvaje y libre. En una época en la que los niños pasaban horas incontables jugando en las calles sin supervisión, en entornos deteriorados y olvidados, Martha se cruzó con jóvenes creativos que plasmaban sus nombres y apodos en muros, dando forma a sus ideas esbozadas en cuadernos. Aquí, entre estos primeros grafiteros y artistas urbanos, se sentaron los cimientos del movimiento.

En un principio, parecía un juego pasajero confinado a las calles de la Gran Manzana, pero la atención mediática y la creciente competencia entre los artistas por crear composiciones originales y encontrar ubicaciones únicas lo llevaron a una difusión rápida y expansión más allá de las fronteras estadounidenses. Martha Cooper reconoció que este fenómeno urbano tenía un interés en constante crecimiento y, junto a Henry Chalfant, intentó publicar un libro al respecto en los Estados Unidos. No obstante, chocó con la resistencia de las editoriales locales debido a la mala reputación del grafiti. Incluso el alcalde de Nueva York de aquel entonces llegó a sugerir liberar lobos en lugar de perros para perseguir a los grafiteros, a quienes veía como una amenaza para el modo de vida estadounidense.

Cooper, sin embargo, no se rindió fácilmente y decidió llevar su proyecto al extranjero. Fue en la Feria del Libro de Fráncfort donde finalmente encontró una editorial dispuesta a publicar su libro, titulado Subway Art, que con el tiempo se convertiría en la biblia del grafiti. La experiencia de Cooper, que estuvo presente en los albores del movimiento y reconoció su potencial excepcional, se vuelve esencial para aquellos que desean explorar la historia del grafiti y dar voz a las mujeres que han estado involucradas desde sus primeros trazos pero que a menudo se pasaban por alto. Otro hito lo encontramos en Allison Freidin, quien junto a Alan Ket fundó el primer Museo del Graffiti en Miami, dedicado a preservar su historia y celebrar su influencia en el diseño, la moda, la publicidad y las galerías, además de promover eventos relacionados.

Es importante recordar que somos una especie cada vez más urbana; más del cincuenta por ciento de la población mundial reside en ciudades, y esta cifra sigue aumentando. Lo que sucede en las ciudades tiene un impacto significativo en nuestras vidas. El arte urbano, el grafiti y el muralismo transforman nuestras urbes en museos al aire libre, con murales que invitan a los transeúntes a detenerse, admirar y reflexionar. Estas formas de expresión creativa han alterado la estética y el paisaje urbano, desafiando el dominio de la publicidad política y corporativa en los muros y reclamando el espacio público para los ciudadanos. Dentro de este amplio espectro estos movimientos artísticas se han convertido en formas de expresión globalmente reconocidas, repletas de color, mensajes impactantes y una voz social única.

A pesar de su asociación histórica con los hombres, las mujeres han emergido como figuras destacadas en estas disciplinas, dejando una huella imborrable y desafiando las normas convencionales. En ellas han encontrado un espacio de creatividad y libertad permitiéndoles expresar sus voces, compartir sus historias y transmitir mensajes poderosos. Estas formas de arte se han convertido en herramientas para el empoderamiento, la protesta y la lucha por los derechos de la mujer en un mundo históricamente dominado por los hombres. A través de imágenes icónicas y narrativas visuales, las artistas han dejado una marca significativa. No obstante, y a pesar de los avances (continúan derribando barreras y allanando el camino para las generaciones futuras), siguen enfrentando desafíos y obstáculos, como se evidencia en las entrevistas realizadas a artistas de todo el mundo.

En definitiva, el grafiti, el arte urbano y el muralismo se han arraigado en ciudades de todo el mundo, cambiando la forma en que percibimos nuestros entornos urbanos. Aunque la seguridad de las ciudades puede haber cambiado y los niños jueguen menos en las calles, hemos ganado en igualdad y reconocimiento, brindando a más mujeres la oportunidad de romper estereotipos y hacerse oír en estas formas de arte vibrantes.

Diego López Giménez
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