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Miedo y amor en Suecia – 19 de septiembre

El miedo ha votado en Suecia. Un millón ciento treinta y cinco mil ciudadanos, cerca de uno de cada cinco electores, han dicho en las urnas que quieren que les gobierne un partido de pasado nazi que promete expulsar a cientos de miles de inmigrantes. Extranjeros, ladrones, violadores, terror de pensionistas y usurpadores de empleos patrios. Musulmanes. «Suecia first», han prometido los Demócratas Suecos, ahora tercera fuerza del país con un diseñador web al frente. Jimmie Akesson tiene pinta de actor secundario en un noir de Netflix al que le venderíamos sin pestañear un chalé en Fuengirola. Cree que el racismo es «una opinión», una cuestión de gusto.

La derecha convencional escandinava ha vetado tradicionalmente a los nazis patrios, pero ahora no lo tiene claro. Con Akesson podría quitarle el gobierno a los socialdemócratas, inventores del Estado de Bienestar modélico frente al socialismo real y fuente de inspiración para jóvenes democracias como la española. Gracias a Felipe, Olof Palme parecía un ministro más en la alegre España de los ochenta. Hasta que lo mataron a tiros al salir de un cine en Estocolmo. Misterio sin resolver. Y quizá señal de que algo podrido había en la admirada Escandinavia. Fue morir Palme y en Televisión Española dejamos de ver dibujos suecos. La tele y Suecia daban miedo.

Hoy el miedo es un programa de televisión de éxito. El huracán, el tifón, el incendio. El miedo a la naturaleza da más share que los debates políticos. El miedo infográfico, el ojo oscuro de la tempestad, la boca del caos, el ridículo reportero demostrando que el viento vuela y la lluvia empapa. El huracán es la excusa y el tema es el miedo. Como el incendio, el fuego cautivador, imán catódico. Bosques desolados, puertos naufragados. Los nazis suecos combinan el pavor de sus anuncios contra los inmigrantes con la seducción infantil de una margarita color azul y amarillo. El miedo a la desolación es un hit en la sociedad del espectáculo masoquista. Eres lo que escuchas.

La novela negra escandinava ha estado de moda desde que Stieg Larsson escribió que había hombres que no amaban a las mujeres. Larsson seguía una tradición que empezaron en Suecia dos amantes, precisamente, marido y mujer. Per Wahlöö y Maj Sjöwall escribieron diez novelas negras entre 1965 y 1975. Una por año. Eran periodistas y husmeaban en los callejones de aquel Estado de Bienestar supuestamente modélico. Su último libro se tituló Los terroristas. El inspector Martin Beck, su protagonista, se enfrenta a una organización criminal que busca generar el caos para beneficiar a fuerzas racistas y fascistas. No recuerdo si tiene final feliz. Sí sé que Martin Beck, brillante, escéptico y cansado de lo podre bajo el brillo, está a punto de jubilarse.


Notas de Extramuros es una columna informativa de Siglo 21, en Radio 3. Puedes escucharla en el siguiente audio y acceder al programa pulsando aquí. También puedes revisar todas las Notas de Extramuros en este tumblr.

Víctor García Guerrero
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