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Un azul más francés para la bandera – 18 de noviembre

Emmanuel Macron le ha cambiado el azul a la bandera de Francia. El presidente galo tomó la decisión en verano del año pasado, el día 13 de julio, en vísperas de la Fiesta Nacional. El azul celeste, al estilo de la bandera europea desde 1976, pasaría a un marino oscuro. Un azul republicano. Se ha dado cuenta un periodista de la radio Europe 1 que ha hecho algunas preguntas. En el Elíseo le juran que la distancia con el azul europeo no tiene nada que ver con un nacionalismo euroescéptico para competir con sus rivales ultraderechistas en las presidenciales de mayo. Se trataría, simplemente, de retomar el tono de la Revolución, un acto patriótico para mostrarle al mundo un azul netamente francés.

El nuevo viejo azul de la bandera de Francia se corresponde con el que adoptó la Convención en 1794. En ese momento es la Convención de la Montaña. Preside Saint-Just. Lo llamaban el Arcángel del Terror. Era jacobino y él mismo acabó en la guillotina operada por Charles Sanson. La Convención del 94 hizo una revolución de medio millón de arrestos y 16.594 ejecuciones: insurgentes, contrarrevolucionarios, curas, acaparadores. El azul marine de la bandera francesa se libra del rojo de la sangre por el blanco virginal que los separa. Son los tres colores que agita la Libertad, que siempre que guía al pueblo acaban llenos los cementerios, de héroes y de villanos.

Macron recupera el azul de la revolución y en Francia han debatido sobre si tiene poder para hacerlo. Presidente jupiterino, le insulta la derecha tradicional, indignada y derrotada avant la lettre. Claro que puede. Francia ocupará la presidencia semestral de la Unión Europea a partir del 1 de enero. El azul de su bandera ya no será una extensión del que sostiene a las veinte siete estrellas en círculo. Sobre este símbolo también hay debate: Eusebio Val, en La Vanguardia, recuerda que las doce estrellas originales evocaban unidad y armonía, pero también podían aludir a los doce apóstoles y a la tradición cristiana de Europa. Que en la Guerra Fría y en adelante debía ser azul, y no roja.

Las banderas se inventaron en Asia, que es donde había seda. En Francia utilizaron el pendón de Saint-Denis, roja por el martirio del santo. Luego adoptaron la cruz roja sobre fondo blanco de los cruzados, hasta que se la robaron los ingleses. El azul empieza a aparecer en el siglo XIV: azul como el manto de la virgen. Las banderas eran de los reyes, más que del país: por eso brillaba más el escudo, la flor de lis. La guillotina acabó con esa enseña: los dueños de la patria eran sus hijos, no sus carceleros. Azul, Blanco y Rojo fueron las tres películas con las que Kristof Kieslowski tocó la gloria de su cine, y luego desapareció. En la primera, Juliete Binoche es incapaz de sacarse el dolor de la pérdida: acaba encerrada en una cárcel de tristeza infinita y azul, como el poema de Rubén.


Extramuros es una columna informativa de Efecto Doppler, en Radio 3. Puedes escucharla aquí.

Víctor García Guerrero
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