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Si fuera lluvia, llovería en Somalia – 15 de marzo

Somalia se muere de sed mientras la prosperidad del mundo navega por sus aguas. Y en la tierra seca, la guerra entre separatistas, yihadistas y las tropas de lo que todavía se llama gobierno termina de diezmar a una población hambrienta. En un solo día, el 23 de febrero, un centenar de personas murieron en choques entre los patriotas de la ciudad del hombre y la de dios. Hace años que solo la ley del más fuerte gobierna Mogadiscio, donde Estados Unidos quiso acabar con otra hambruna a base de balas. El periodista Jeremy Scahill habló una vez a un señor de la guerra al que Washington pagaba para matar yihadistas: «aprendo de los estadounidenses, son maestros de la guerra», decía Indhacadde: ojos blancos.

La sequía arrecia en Somalia desde hace cinco cosechas. Son dos años y medio en los que el hambre ha entrado en guerra. A este ritmo, unos dos millones de niños somalíes estarán desnutrido para junio y, en esa época, cuatro millones de personas habrán sido desplazadas de sus casas. Las pocas ONGs que trabajan sobre el terreno no dan abasto. El acuerdo del grano entre Ucrania y Rusia con mediación de la ONU y Turquía apenas beneficia al país: solo dos de los casi mil barcos que han salido de puertos ucranianos han llegado directamente a Somalia, que sin comida y agua queda convertida en un campo de batalla para el olvido.

De los diez países con las mayores reservas de agua del mundo, sólo uno es africano. La República Democrática del Congo tiene más de la mitad de las reservas de agua dulce de toda África. Es un bien preciado y desaprovechado: uno de cada dos congoleños vive sin acceso a una fuente de agua segura. Los Grandes Lagos también riegan Burundi, Ruanda y Tanzania, las antiguas posesiones de Alemania en el continente. De allí salían Humphrey Bogart y Katherine Hepburn en un barco oxidado llamado La Reina de África, refugio y salvavidas mientras las potencias coloniales se despiezaban en la Primera Guerra Mundial.

Las trincheras vuelven a la vieja Europa mientras el cine de Estados Unidos retrata a Somalia como tierra inhóspita: de piratas, de somalíes hostiles. En Black Hawk Derribado, los soldados de Hollywood quedaban atrapados entre hordas de asesinos sin rostro en el centro de Mogadiscio. Se salvan matando, como un reflejo invertido del Grupo Salvaje. Al Capitán Phillips de Tom Hanks lo rescatan también a tiros de unos piratas adolescentes. «Si fuera lluvia, llovería en Somalia», cantaba, sin embargo, Patti Smith, excepción a la regla de que a África nos acercamos para escapar.


Extramuros es una columna informativa de Efecto Doppler, en Radio 3.

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Víctor García Guerrero
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