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Arte y Letras

Que tus faldas sean ciclones: el libro y la mujer en la historia

¿Qué ven ellos? Un abrigo / sobre una grácil figura. / ¡Pero nadie se da cuenta / que sus faldas son ciclones! Con estos versos de Marina Tsvietaieva comenzamos el complejo y poco transitado camino de la relación entre mujer y literatura a lo largo de la historia, utilizando como base cinco libros de reciente aparición (el pudor, la carencia y el tiempo imposibilitan un mayor alcance) que muestran, desde diversos ángulos, el concepto que se ha tenido y se tiene en un ámbito que no siempre ha sido sinónimo de libertad. Cinco puntos de vista para un tema ingente, del cual sí marcaremos las pautas esenciales para que el avivado lector, en caso de encontrarse interesado, avance desde un estadio general a la concreción de nuestro último apartado, consiguiendo, a través de otras voces, el tono general de lo que ha marcado parte de la pérdida de nuestra historia literaria. Y que aún colea.

Marilyn Monroe leyendo a Arthur Miller

Las mujeres, que leen, son peligrosas (Stefan Bollmann, Maeva, Madrid, 2015)

A la sentencia del título añade Esther Tusquets en su prólogo: «Durante siglos han sido muchos los hombres a los que las mujeres les han parecido sospechosas, tal vez porque la lectura podía minar en ellas una de las cualidades que, abiertamente o en secreto, a veces sin ni confesárselo a sí mismos, más valoran: la sumisión». Las mujeres, que leen, son peligrosas se concibe como una historia ilustrada del libro y la mujer desde el siglo XIII hasta nuestros días, en la que Stefan Bollmann utiliza como punto de partida la fotografía y la pintura de distintas épocas para mostrar la evolución que va desde el corsé del hogar hasta el momento de cruzar la puerta. Se trata, este, de un libro refinado, extraño por conservar una delicadeza inhabitual, confeccionado solo para amantes del buen gusto: la admiración por el arte al mismo nivel que la literatura, la reivindicación de la mujer sin caer en el panfleto.

Las mujeres que leen son peligrosasEn él se explica la curiosa manera con que Marylin Monroe leía el Ulises de Joyce (esto es, abriendo cualquier página y leyendo pasajes al azar), método que el profesor de literatura Richard Brown aplicará a sus alumnos después de entrevistarse con Eve Arnold, la fotógrafa que captó el momento, y preguntarle si era cierto que la estrella del celuloide había leído aquel libro: «Cuando llegué me la encontré así. Le gustaba el estilo de la novela y quería leerla en voz alta para comprenderla mejor», dice Arnold. Encontramos pasajes que pueden resultar controvertidos, que animan al debate: «El libro no ha cesado de perder importancia en beneficio de la prensa escrita, el cine, la radio, la televisión y, por último, los ordenadores e Internet. Aunque, a decir verdad, este argumento se aplica sobre todo a los hombres. Las mujeres leen no solo mucho más, sino también de manera diferente. Buscan en los libros respuestas a preguntas esenciales de la vida. La lectura, su gran pasión, ha dado lugar a pequeñas escapadas». En él hallamos la maravillosa relación entre la pintura, la literatura y la sociedad de una forma tan atenta y medida como su reflexión acerca de La gramática mágica, de Jessie Marion King: «La pintora reúne dos rosas de la célebre variedad Macintosh para formar un corazón en la ventana, porque los corazones se convertirán en muchachas, las muchachas en mariposas y las mariposas en fórmulas mágicas». Descubrimos la idea recurrente del placer a lo largo del rococó y la Ilustración, de cómo la duquesa Anna Amalia, que dirigió durante diecisiete años el ducado de Sajonia-Weimar-Eisenach, creó espacios para el diálogo y abrió las puertas de su fantástica biblioteca. Entenderemos cómo el género epistolar fue asunto vital para la relación de la mujer con la lectura, especialmente en los Países Bajos del siglo XVII, cuando en ningún otro país de Europa se podía hallar un nivel tan elevado de ciudadanos que supieran leer y escribir. Veremos la figura de María Magdalena y su gran popularidad durante el siglo XIII; a la sibila de Cumes, representada por Miguel Ángel; todo un absorbente conjunto de imágenes e historias que conseguirán hacernos tomar consciencia sobre el lugar que ha representado y representa la lectora en nuestra sociedad.

Mujeres y libros. Una pasión con consecuencias (Stefan Bollmann, Seix Barral, Barcelona, 2015)

Mujeres y libros Una pasion con consecuenciasComo continuación del trabajo anterior, este filólogo, filósofo e historiador alemán nos muestra un nuevo estudio acerca del papel que ha mantenido la mujer con la literatura, en esta ocasión desde el siglo XVIII, cuyo punto y aparte lo marcan «las mujeres del siglo XIX, que son las que empiezan a leer con fervor», como bien dice Lola Larrumbe Doral en su prólogo. Pero si en su anterior libro Bollmann nos sorprendía con un apasionado análisis dividido entre el Arte y la ágil lectura de su reseña, aquí se ciñe más concretamente al binomio lectura/escritura, aglutinando la práctica totalidad de géneros hasta llegar al presente y convirtiendo aquel primer paso en tránsito a través del camino.

Pongamos un ejemplo: Louise Colet, amante de Flaubert, le instó concienzudamente a revisar el punto de vista de la mujer en sus novelas, debido a que el francés mantenía una mala opinión de este tipo de literatura, considerándola meramente sentimental. Vemos que no solo se trata del papel de escritoras o lectoras en la sociedad, sino de la influencia que como mujeres han tenido, desde el silencio iniciático o el tortuoso camino de las Austen, Brönte o Wollstonecraft, hasta llegar a la supervivencia de una Monroe o una Sontag. Curioso, sin embargo, que las tres primeras partes atiendan a los tres siglos precedentes, para terminar con la titulada Seguir leyendo, que trata de la influencia de la famosa trilogía (y consiguiente película) Cincuenta sombras de Grey. ¿Qué significa esto? ¿Después de lo que se ha dicho, acaso en la actualidad una mujer sigue condenada a ese segundo plano en que la sitúa su propia autora, E. L. James? ¿O se trata de una simple reminiscencia de lo que en otro tiempo ocurrió y late en determinados sectores de la sociedad? Es esta, creo, una pregunta que de forma sutil lanza Bollmann para su posterior discusión, mientras que en el ecuador de su libro podíamos leer la siguiente cita de Louis-Sébastien Mercier:

En cuanto las mujeres publiquen sus obras tendrán en su contra a la mayor parte de su propio sexo y pronto también a casi todos los hombres. Al hombre le agrada que una mujer tenga la suficiente inteligencia para entender, pero no que llegue al extremo de rivalizar con él y mostrar la igualdad de su talento, mientras el hombre reclama para sí a diario su tributo de admiración.

Nace, de este modo, el segundo paso que debemos tomar a la hora de adentrarnos en el tema. Con estos dos volúmenes hemos conseguido formar una sólida visión de conjunto, a partir de la cual iremos ensanchando nuestra perspectiva y conociendo nuevos nombres, gracias a las misceláneas que proponemos a continuación.

Box8: contra el silencio, obstinadamente (Marisol Sánchez Gómez, Fundamentos, Madrid, 2014)

Box8 Contra el silencio obstinadamenteEn el oscuro precipicio de la creación existe la inevitable pregunta de cómo conseguir del lector una escucha atenta y un análisis paciente, más allá del tema y estilo del libro. Esto, que parece una obviedad, resulta obvio que no encuentra solución. Para plantearnos esta pregunta solo tenemos que acudir a la obra que Marisol Sánchez Gómez ha creado para un público atento, en un libro de ágil lectura e inevitable reflexión, con entradas breves y directas, un distanciamiento (casi diríamos brechttiano) que lo hace duro sin llegar a herir, convocando una ácida y elegante crítica a nuestra sociedad desde diversos ángulos: el tratamiento de la mujer en la sociedad («Mujeres y empoderamiento», «Sobre la supuesta fuerza de las mujeres»), las incongruencias de la sociedad misma «(No es noticia: desplazados en Myanmar», «Apoyo a la llegada de ayuda humanitaria en la franja de Gaza»), los objetivos que deben dirigirla («Matrimonio gay y visibilidad», «Educación pública»), las reseñas de libros («4:48 Psychosis», «Coloquio de sirenas»), una curiosa narrativa de viajes que destapa la realidad de un país con una simple anécdota («I wrote», «Los días de Birmania») o escuetas digresiones sobre un acontecimiento histórico traído a colación, como el narrado en «La faraona Hatshepsut», la primera mujer en ejercer el título de rey en el antiguo Egipto, para luego gobernar junto al arquitecto Sen-en-unt, con el que nunca se casó.

Sobre todos los nombres y citas resalta, especialmente, la figura de la poeta y activista norteamericana Adrianne Rich. Citas, estas, que aparecerán en cualquier momento y siempre con un motivo sustancial, con la libertad que concede escribir para un blog (veremos puntualmente algunas imágenes que lo dotan de mayor dinamismo) y verlo ahora bajo tinta y papel, como nexos y anexos de los diferentes artículos y partes que los estructuran, que van desde el cine («Incendies») hasta la revista Vogue («Asma / Emma al Assad»). Quizá uno de los grandes hallazgos sea cómo, tras las dos primeras partes en las que se recrea esa multiplicidad de situaciones de denuncia, pasamos a la tercera, la denominada «El psicoanálisis», con la inmersión en ese abismo desde un plano teórico y hacer que el lector abandone su posición de voyeur y se convierta en sujeto activo, para luego cerrar este curioso e interesante volumen con un nuevo apartado para literatura.

Cantar en el desierto (Ana Vega, Trabe, Oviedo, 2015)

Cantar en el desiertoEn nuestro país no son comunes los libros de reseñas, pero siempre han sido necesarios. Entre el público, en cualquier época de nuestra historia, siempre ha habido una preferencia por uno u otro género en función de diversas razones. En nuestros tiempos, como bien es sabido, tiene lugar prominente la novela, quedando un reducido número de ocupantes para la poesía, el teatro o el ensayo. Para todos ellos necesitamos una orientación, pues no es posible iniciar un camino sin la mano de un guía. En esta parcela, el crítico encuentra su forma de expresión en la reseña, y es Cantar en el desierto una recopilación de cuarenta de ellas que Ana Vega, poeta, cuentista y ensayista, ha ido publicando en los últimos años: nadie mejor, por tanto, para acercarnos al tema que nos ocupa.

Cantar en el desierto aglutina a escritoras de ayer y de hoy, buscando especialmente desenterrar su olvido o ese vulgar destierro que pueda atenazarlas: «Diferentes voces que se unen para dar testimonio de vidas reales o ficticias de las que aprender una valiosa lección y que demuestran que la mujer no es moneda de cambio ni ha sido vencida, que todos estos años han fortalecido su espíritu, han afilado su intuición, su visión lúcida, única, de la realidad, hasta convertirse en testigo de excepción de la historia de la humanidad y de lo que hoy, aquí y ahora, nos ocurre, nos afecta, nos explica», podemos leer en el volumen. Y qué mejor manera de abrir boca que el comienzo de una de ellas, el de «Una bendición», de Toni Morrison: «Esta es la historia que solo una mujer comprometida puede escribir, un compromiso que vale por la injusticia, por el pasado, por ese mundo de oscuridad que no conocimos y sin embargo sigue presente en nuestros días». En él hallaremos nombres como Gioconda Belli, Cristina Peri Rossi, Ann Beattie, Clara Janés, Chantal Maillard… nombres necesarios y de necesario recuerdo, en un libro que no se ciñe a un género o géneros en exclusiva, sino que consigue regalarnos una estupenda panorámica del asunto, creando el marco perfecto para la exploración de quien desee comprender la realidad que cada día le es más cercana: la inestable igualdad.

Hemos llegado, por tanto, al pasado y presente de nuestro cometido, con una envidiable visión de conjunto para finalizar, en último lugar, con la expresión de esa lucha por la libertad, que da paso a nuestro último volumen. Porque como bien dice Ana Vega, «el recuerdo es un arma peligrosa, poco fiable».

Beat Attitude (Bartleby editores, Madrid, 2015)

Beat AttitudeLa presente antología nos muestra la cara menos visible de la amplia generación beat, de la que habitualmente conocemos a los Kerouac, Ginsberg y Burroughs, y de la que se nos escapan nombres como Dense Levertov, Lenore Kandel, Elise Cowen, Diane di Prima, Hettie Jones, Joanne Kyger, Ruth Weiss, Janine Pommy Vega, Mary Norbert Körte y Anne Waldman, todas ellas mujeres e integrantes de dicha generación, de las que Gregory Corso habló del siguiente modo: «Hubo mujeres, estaban allí, yo las conocí. Sus familias las encerraron en manicomios, se las sometía a tratamientos por electrochoque. En los años 50 si eras hombre podías ser un rebelde, pero si eras mujer tu familia te encerraba. Hubo casos, yo las conocí. Algún día alguien escribirá sobre ellas».

Denunciadas y acusadas por obscenidad, sus libros se distribuían en ediciones de poco alcance y revistas agotadas. Estuvieron en la formación del grupo y compartieron círculos literarios, pero finalmente muchas de ellas fueron relegadas al ámbito doméstico. Según parece, incluso en el seno del grupo hubo un cierto tinte misógino. Así comienza el primero de los poemas, obra de Dense Levertov, que refleja parte de lo dicho en estas líneas:

En la pared de la cocina un destello
de sombra:
veloz peregrinaje
de palomas, una celebración del aire,
los desiertos del cielo en el espiral.
Y en las ventanas de cada apartamento
una llamarada
de melones lustrosos:
una mancha del sol
que se dirige al oeste en algún lugar a espaldas de Hoboken.

Un libro, este, que muestra la alta calidad de sus integrantes, más allá de la posible reivindicación del papel de la mujer a mediados de siglo. Hasta el momento solo habían aparecido en nuestro país algunos poemarios de forma puntual, cuando ahora se las reúne y se muestra una extensa producción de su obra, si bien se trata de composiciones cercanas al espíritu beat al que pertenecieron. No por el tema que tratan sino por el modo de tratarlo, se acerca este libro al estante de cualquier lector sensible, para adecuar, con rabia y elocuencia, su fondo de armario. Anne Waldman y su impresionante poema La grieta del mundo marca nuestro final, porque en él parece terminar e iniciarse todo:

(…)
Observa la grieta del universo
Esta maldición, gloriosa en mí
No vengas a mi hogar
No me esperes a tu puerta
Visto los trapos del celibato
Mi corazón antropocéntrico vislumbra
una grieta en el mundo esta noche
Es el cuerpo de una mujer alargada
que se quiebra en el ciclo de vida y muerte
Es la rauda proliferación de células
que se prepara para morir
Yo construyo el mundo y lo mato mes a mes
Ofrezco mis entrañas a la luna
El óvulo no ha sido fertilizado
La arquitectura me persigue
Piernas plegables debéis cargar con el peso del mundo
Tú, aléjate de mí
Mantén la distancia
Voy a subyugarte con mi aroma
de vida y muerte
Vosotros que eyaculasteis en la grieta de mi mundo
Hombres que salisteis de mí, apartaos ahora
Las palabras salen de mi vientre
Gimen mientras el mundo se hace añicos
El cuerpo hechizado
El cuerpo hecho de esto

El cuerpo usó las medidas de la mujer
para explicar la ferocidad del presente
que camina sobre la periferia del mundo

A modo de conclusión

Marilyn Monroe leyendo el UlyssesParecería que hablar hoy del valor de la mujer en literatura es una batalla ganada. Pero las declaraciones y actos recogidos en periódicos y televisiones parecen no corroborar esta simple teoría. Ahí está el gran número de autoras que se citan a lo largo de estos cinco libros y que son desconocidas para el gran público, si bien otras se han visto aupadas al estandarte editorial tras muchos años de lucha, solo por puro reconocimiento. Parecería que vivimos en un mundo justo en el que no existe distinción de género ante la lucidez, e incluso que conocemos al pie de la letra su teoría: ahora solo queda llevarla a la práctica. De su lectura, del regreso a la historia de todos, de nuestra evolución como grupo, aprenderemos un poco más del sano respeto a la intelectualidad.

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