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Cinefórum CCCXXXIX: «Selma»

De un rey, cangrejo, pasamos a otro, en este caso Martin Luther King (1929-1968), asunto principal de la película Selma (2014, Ava DuVernay). Al contrario que muchos biopics al uso, que intentan realizar una semblanza total de la vida del personaje que retratan, esta película decide centrarse en un único momento de la vida de King para utilizarlo como epítome de toda ella. Este acercamiento a un momento y a un conflicto particular, aunque puede dejar fuera algo de contexto para entender plenamente lo que nos muestra, sirve para escapar de alguna de las trampas estructurales habituales del film biográfico como género.

En este caso, el momento elegido son las marchas de los activistas entre Selma y Montgomery (Alabama) en marzo de 1965, para protestar por la supresión del derecho al voto de los afroamericanos en el Estado de Alabama y, en general, en el sur, tras la aprobación de Civil Rights Act de 1964. Esta ley, que había sido un gran avance en la implicación del Estado federal como garantía del fin de la discriminación sistémica, había dejado en el aire la realidad última del sistema electoral. En la práctica, los votantes estaban sometidos a una serie de barreras burocráticas y personales (que son resumidas en una escena que resulta quizás demasiado artificiosamente didáctica en la que King y sus colaboradores discuten cual de estas barreras es más grave), prácticamente insuperables, para poder ejercer su derecho al voto.

Por ello la película sigue el modo en que la organización de King (interpretado por David Oyelowo) escoge un momento y lugar particular como forma de agitación, sin dejar de señalar el (necesario) elemento publicitario, propagandístico, de estas protestas y la necesidad de presionar al gobierno, presidido por un Lyndon Johnson interpretado aquí por Tom Wilkinson, para actuar en este terreno. En un diálogo muy interesante, incluso se plantea la necesidad de buscar a un oponente duro, a alguien inflexible que lleve el conflicto a un extremo, para poder despertar la conciencia de aquellos que no están directamente implicados en la lucha. Aunque podemos suponer que un plano teórico la mayoría de la población norteamericana estaba, formalmente, a favor del reconocimiento de los derechos legales a la población afroamericana, lo cierto es que el sistema de opresión establecido tras la reconstrucción se había establecido con toda su fuerza en el sur ante la indiferencia del gobierno y de los Estados del norte. Las marchas de Selma y la violencia utilizada para reprimir un movimiento totalmente pacífico, sirven así como acicate para las conciencias dormidas, no por ser falsas o exageradas, si no porque hacen visible una violencia que, muy a menudo, solo se produce en la oscuridad y en secreto.

La película, de tema muy político y escala muy amplia, se permite algunas digresiones, mostrando brevemente la vida de otras personas implicadas de una y otra forma en el conflicto: desde la familia marcada por la muerte de un hijo a manos de la policía a los activistas, blancos, que se une también a la protesta. No vemos solo a King, vemos el efecto que King y sus acciones tienen directamente sobre las acciones de otros.

Otra clase de digresión es una sutil narración de los problemas matrimoniales entre King y su esposa Coretta (Carmen Ejogo) y el uso de la supuesta infedelidad del predicador por parte del FBI. Esta, prefiere centrarse, con buen criterio, más en el efecto de estas revelaciones sobre la pareja, muy cercanas al chantaje, que en el escándalo en sí, quizás por un miedo excesivo a que el corte moralista de la sociedad decida ver ese fallo privado como más importante o más característico de una persona que su lucha pública.

También es necesario señalar la presencia en papeles casi menores de rostros conocidos, algunos de ellos comprometidos desde hace tiempo en asuntos sociales, como Martin Sheen, Cuba Gooding Jr, Guiovanni Ribisi, Tim Roth, el rapero Common o la mismísima Ophra Winfrey (que también es una de las productoras). El elenco en general hace un trabajo magnífico, incluso cuando algunos de ellos apenas tienen tiempo para lucirse o para convertirse en personajes completos.

Selma
Paramount Pictures, Cloud Eight Films, Celador Films, Harpo Films, Pathé, Plan B Entertainment

La vida de Martin Luther King y su lucha por los derechos civiles han tenido una larga y variada presencia en el cine. Además de su aparición como material de archivo en infinidad de películas, ha protagonizado otros biopics, muchos en forma de miniserie para la televisión; pero también ha aparecido como personaje secundario en otras tantas, especialmente en películas centradas en otras figuras de la época. Por citar solo algunas de sus apariciones, podemos mencionar la producción televisiva King (1978, Abby Mann), donde fue encarnado por Paul Winfield; LeVar Burton lo hace en su breve aparición en Ali (2001, Michael Mann); o, en un giro bastante extraño, es interpretado por su propio hijo Dexter King en The Rosa Parks Story (2002, Julie Dash). En este caso es el británico David Oyelowo el encargado de meterse en la piel de una de las figuras más identificables del siglo XX; un rostro y, especialmente, una voz y un acento bien engranados en la cultura colectiva. El trabajo del actor es excelente en este sentido (más allá de que el parecido físico es limitado), consiguiendo reproducir una cadencia característica y hacer creíble al personaje tanto en sus momentos públicos como en los privados.

En el terreno de la dirección Ava DuVernay, que también coescribe el guion y sirve como productora ejecutiva, tiene algunos problemas con el ritmo de algunas escenas y quizás podría haberse limpiado ligeramente la estructura para obtener un producto más cerrado; quizá podría haber buscado una versión sin tantos caminos abiertos, sin un final que parece un poco brusco. No obstante, realiza una película limpia y sin excesos sentimentales, que sirve como ilustración perfecta de una lucha histórica.

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