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Una visión de los sucesos de Annual: de la hispanotropía a la épica

El otro día me encontré con una palabra que llamó mi atención: la hispanotropía, un terminó inventado que nace inspirado en el defecto ocular, conocido como ametropía, que provoca que enfoquemos mal las imágenes y no veamos bien lo que tenemos delante. Por ello, la hispanotropía consistiría en mirar hacia nuestro pasado de forma negativa, distorsionada y pesimista, considerando que el resto de países han sido (y son) mejores que España. Vamos, que en lo que a Historia de España se refiere los españoles somos bastante miopes. De hecho, cuando la mayoría pensamos en nuestro pasado más reciente lo primero que recordamos de los últimos cien años son desgracias: la pérdida de las colonias, dos dictaduras militares, una guerra civil, dos abdicaciones, corrupción política allá donde miremos… ¿Quiere decir esto que no hay nada que hayamos hecho bien? ¿Ni un solo éxito que nos podamos atribuir? Nada más lejos de la realidad. En A cien años de Annual. La guerra de Marruecos (Desperta Ferro Ediciones 2021) los autores desglosan los antecedentes y consecuencias de una de las peores derrotas que sufrió el Ejército español en el norte de África, conocido como el Desastre de Annual. Pero también nos hablan de los logros que se consiguieron, de la capacidad de remontar tras la adversidad y de haber sido pioneros en llevar a cabo con éxito un desembarco con tanques de guerra por primera vez en la Historia. Porque todos hemos oído hablar de Normandía, pero pocos de Alhucemas. 

España llevaba presente en el norte de África desde que en 1906, tras la Conferencia de Algeciras, se le cediese el Protectorado de Marruecos que incluía, entre otros territorios, el Rif y Yebala, zonas conflictivas que no estaban dispuestas a ser sometidas. Desde 1909 a 1921 se fueron sucediendo las campañas, las negociaciones, los envíos masivos de tropas y, en general, el agotamiento físico y moral de miles de jóvenes, de origen humilde en su mayoría, procedentes de pueblos y ciudades españolas. Pasaban allí tres duros años de servicio militar con una falta total de equipamiento1 debido a los impedimentos políticos, económicos y burocráticos del Gobierno. En 1921 el general Berenguer, alto comisario del protectorado de Marruecos, se propuso extender el control español en la zona occidental y oriental de Melilla y controlar la costa de Gomara para garantizar la conexión de la costa con el interior y cortar el contrabando de armas que se producía en la zona.

Enfrente tenían al líder militar Abd-El Krim, educado en España, quien había solicitado la nacionalidad en dos ocasiones sin éxito y, por circunstancias, fue encarcelado injustamente. Liberado en 1917, volvió a su pueblo natal y comenzó una contraofensiva contra el ejército español convirtiéndose en el cabecilla de las tribus rebeldes unificándolas y componiendo una especie de ejército del Rif. El Ejército español, por su parte, estaba formado por cerca de 69.000 soldados, pero no eran suficientes para controlar todos los territorios conquistados. Por eso, aunque lograron tomar Annual, no consiguieron defender la zona de las ofensivas lanzadas por Abd-El Krim. Berenguer envió más tropas de las otras zonas de operaciones, pero la artillería española no era útil en un terreno tan abrupto que favorecía que los rebeldes se escondieran y no fuesen alcanzados. La moral de los soldados de Annual fue minándose hasta que el mando decidió ordenar la retirada, pero de forma improvisada y durante el día, lo que permitió a Abd-El Krim causar numerosas bajas entre los españoles. Lo que quedó de las tropas de Annual fue diezmado en su huida dirección a Melilla, cayendo en los días posteriores Sidi Driss, Afrau, Zeluán, Nador y Monte Arruit, enclaves dominados hasta entonces por el ejército español.

El Gobierno recibió muchas críticas por lo ocurrido, así que  tuvo que dimitir en agosto de 1921 pasando a ocupar la presidencia del Consejo de Ministros Antonio Maura. Pero aquí comenzó a escribirse otra parte de nuestra Historia que hubiese podido ensombrecer al Desastre de Annual si fuéramos como nuestros coetáneos europeos: con más tendencia a celebrar y recordar sus logros y no tanto sus derrotas. El Gobierno de Maura triplicó el presupuesto para el Ejército que operaba en el norte de Marruecos (que logró reconquistar el territorio perdido) y trabajó para que la burocracia no ralentizase la compra de nuevos materiales militares. Como resultado, en 1925 (solo cuatro años después del Desastre) España escribiría un nuevo capítulo en la Historia militar, pero esta vez con éxito al llevar a cabo el primer desembarco aeronaval de la Historia cerca de la bahía de Alhucemas (a unos cien kilómetros de Melilla), maniobra que no solo puso fin a la guerra en el Protectorado2, sino que sentaría las bases de lo que casi veinte años después sería el Día D de los aliados en Normandía.

Cuando Abd El Krim decidió atacar un territorio francés ubicado al norte de Marruecos, Francia contactó con España y ambos países se coordinaron para, en una operación conjunta, ganar la supremacía de una vez por todas en el Protectorado. Fue idea de Primo de Rivera atacar a través del mar con un desembarco masivo de tropas franco-españolas que contaran con el apoyo de la marina y la fuerza aérea. España y Francia reunieron a 13.000 soldados, más de una veintena de piezas de artillería, 67 navíos de guerra, más de 150 aviones y varios carros de combate que, por primera vez, serían desembarcados a través de barcazas para apoyar el asalto de la infantería.

En la mañana del día 8 de septiembre se produjo el desembarco. Abd El Krim tenia a 9.000 rifeños apostados en la playa, con 14 cañones de campaña robados anteriormente a los españoles y numerosas fortificaciones, nidos de ametralladoras y minas enterradas bajo la arena. Cientos de cañones de los buques españoles y franceses soltaron sus proyectiles sobre las posiciones defensivas de los rifeños para apoyar el desembarco y evitar que pudieran llegar refuerzos enemigos a la primera línea de la playa. Las primeras columnas en llegar fueron apoyadas también por la aviación que, guiada por un globo de observación, acabó con varios cañones enemigos. En los dos días posteriores las diferentes columnas de la escuadra de Ceuta tomaron posiciones3 para defender la llegada de sus compañeros mientras los hombres de Abd El Krim intentaban destruir el cerco franco-español. Finalmente, el día 13 los rifeños comenzaron a replegarse. Solo unas semanas después todo el territorio sería español, Abd El Krim se rendiría y la guerra se daría por finalizada gracias al plan trazado por España.

En la obra que coordina Daniel Macías se nos ofrece una visión aún más completa de estos acontecimientos históricos para que podamos saber de nuestros logros tanto como sabemos de nuestros desastres. A través de un enfoque claro y ameno, salpicado de fotografías y testimonios, se nos invita a reflexionar en una parte de nuestro pasado de una forma más objetiva y, así, poder entender parte de los acontecimientos posteriores que sucedieron en nuestro país. Esto es un buen ejercicio mental para recordarnos que nuestra Historia no solo la conforman los fracasos, sino que también ha estado salpicada de momentos épicos.


1 Fotos de la época muestran que los soldados, en determinadas campañas, no contaban con botas militares y debían usar chanclas, alpargatas y armas militares anticuadas y desgastadas.

2 Alhucemas, zona de asentamiento de la cabila de Beni Urriaguel, a la que pertenecía Abd El Krim, constituía un foco permanente de la rebelión rifeña. Por tierra, todas las operaciones militares españolas tuvieron como objetivo la ocupación de Alhucemas, fracasando una tras otra. El propósito de la operación anfibia consistió en el desembarco de dos brigadas reforzadas para ocupar una base de operaciones en la zona de Alhucemas.

3 Durante el resto del día desembarcaron el material necesario para continuar la operación. Estas operaciones fueron, aunque bien organizadas, lentísimas, pues las escasas barcazas se utilizaban a la vez tanto en función táctica como logística, además de servir para la evacuación de bajas. No obstante, al anochecer, la brigada Saro logró establecerse en la línea de alturas alcanzada y al final del día 10.000 hombres lograron estar ya en tierra.

Alison Gil Campa

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