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Guerra contra las drogas: récord de cosechas, ejércitos infinitos – 4 de julio de 2018

En Balj, Afganistán, la producción de opio es tan abundante que un agricultor puede comprarse una segunda esposa con la cosecha. En el norte afgano, el cultivo de dormidera creció un 481 por ciento el año pasado, según la Agencia de Naciones Unidas contra la Droga. Sale infinitamente más rentable cultivar opio que trigo. La prosperidad del opiáceo viaja en motos nuevas con mujeres sometidas bajo el mismo burka. La última guerra de Afganistán empezó por aquí, cerca de Mazar-i-Sharif. Los primeros comandos estadounidenses lucharon a caballo contra los talibanes. Hay una escultura memorial en Nueva York. Horse Soldier, Liberty Park: ahí cayeron las Torres Gemelas.

La guerra contra el terrorismo puede leerse como un capítulo de la guerra contra la droga. O quizá sean dos versos del mismo poema siniestro. Ocurre en Colombia, donde la producción de cocaína alcanzó su récord en 2016. Fueron 866 toneladas, tres cuartos de toda la coca que produce el mundo. Colombia acaba de elegir a un presidente que reniega del plan de paz con la guerrilla y que tampoco quiere dar cuartel a la hoja de coca. Más pólvora para la maquinaria guerrera, la más dotada de América Latina: Colombia gasta más del tres por ciento de su riqueza en su ejército. En Inclusión Social, veitiseis veces menos. Las guerras infinitas producen ejércitos invencibles de soldados hambrientos.

Los EEUU son el principal suministrador de armas de Afganistán y Colombia. Los soldados afganos han cambiado progresivamente el kalashnikov por el M16 o el M4, usados también en las selvas colombianas. Mismas balas para distintas guerras y un único imperio. Los clientes también son compartidos. Porque la mayor parte de consumidores de coca colombiana del mundo tienen pasaporte estadounidense. El mismo que cambian los yonkis de Detroit por una dosis o el que llevan en crucero los adictos a medicamentos derivados de opiáceos como el fentanilo. Es lo que mató a Prince, ahora que el rock ha sustituido la libertad de jeringuilla por un sueño con receta.

«El camino del exceso conduce al palacio de la sabiduría». William Blake se puso proverbial y a Enrique Bunbury le dio para titular una gira. Blake se emborrachaba de misticismo y se le abrían las puertas de la percepción. The Doors a Kabul. Tras ellas tal vez estuviese el hombre verdadero. De siempre, el simpático diablo. «Pleased to meet you». Las revoluciones de los sesenta acabaron perdidas en la aguja. Drogas duras llenan sepulturas, cantó Jorge Martínez, cuando el Gijón industrial se venía abajo con ejércitos de parados y heroinómanos recorriendo el camino del suicidio colectivo. Hoy Ilegales arrasan en Colombia porque los tiempos siguen siendo salvajes.


Notas de Extramuros es una columna informativa de Siglo 21, en Radio 3. Puedes escucharla en el siguiente audio y acceder al programa pulsando aquí. También puedes revisar todas las Notas de Extramuros en este tumblr.

Víctor García Guerrero
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