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El Seriéfilo

Seriéfilo: mayo de 2021

Llegamos al resumen seriéfilo de mayo así que, como soy buen seguidor del refranero, hablaremos de la actualidad catódica del mes sin quitarnos el sayo, aunque se haga cada vez más difícil mantenerlo. El calor viene apretando, pero aquí siempre nos abstraemos de toda inclemencia con lo que más nos gusta: las mejores series del mes.

Vamos a empezar fuerte para olvidar todo lo que nos rodea: la combinación miniserie y HBO rara vez falla; pero, si a este binomio le añadimos a Kate Winslet, entonces se hace irresistible. Mare of Easttown es un drama que utiliza una tragedia como detonante para mostrarnos las relaciones entre los habitantes de Easttown; un pueblo con sus luces, sus sombras y todas las miserias que sus gentes guardan bajo la alfombra. La investigación de dos casos criminales que podrían estar conectados es la excusa para ahondar en los anhelos y frustraciones de distintas generaciones de la clase media americana. Una espectacular Kate Winslet, en el papel de hija, madre, abuela, compañera, amiga, amante e investigadora, se multiplica para convertirse en el alma de la serie. Está además acompañada por secundarios de lujo como Jean Smart, Guy Pearce o Evan Peters, que completan una miniserie sobresaliente en todos los sentidos.

Pasamos del drama más realista a la ciencia ficción más innovadora. La segunda temporada de Love, Death & Robots (Netflix) apuesta por capítulos más cortos, en torno a los diez minutos, que sugieren más que cuentan. No tenemos esta vez ninguna historia que sorprenda, pero varios mundos y personajes sugerentes. Donde realmente destaca la serie es, de nuevo, en el aspecto gráfico: cada episodio presenta un planteamiento visual distinto, sorprendiendo en ocasiones por su originalidad, otras veces por el realismo alcanzado a través de herramientas puramente digitales y, otras, por la vistosidad del resultado final. Historias al servicio del deleite visual, que nunca está de más.

Algo más de historia, aunque no demasiado bien organizada, nos ofrece la ciencia ficción de The Nevers (HBO), la última serie de Josh Whedon antes del revuelo causado en torno a su figura. Visualmente, también impacta, logrando crear una especie de X-Men en el Londres victoriano; una mezcla irresistible que, tratándose de HBO, no iba a desaprovecharse. Las bases del conflicto están claras y sobre ellas pivotan los personajes: esta es una serie sobre el rechazo de una mayoría, que recela y desconfía de lo distinto por miedo y desconocimiento. Entre tanto, la historia se vuelve endeble y por sí sola no mantiene el tono que imprimen a la serie los efectos especiales, la acción y algún que otro personaje que logran compensar con creces el guion.

En cualquier caso, observo que esta es una peligrosa y que se está imponiendo en el mundillo seriéfilo: se producen estrenos con temporadas sin argumento, como si de una mera exposición de ideas se tratase. Luego, si el producto tiene audiencia, se empieza a desarrollar la historia para la segunda temporada. De este modo, muchas buenas ideas se quedan en el tintero: muchas series no pasan de su primera temporada, puesto que no todas las productoras pueden compensar la falta de argumento con excelentes valores de producción.

Eso mismo le pasa a Jupiter’s Legacy, el intento de Netflix de introducirse en el mundo de los superhéroes corrompidos y cínicos que todavía lidera con mano de hierro The Boys (Amazon). Y mimbres, tenía: guion del prolífico chico malo de la industria del cómic, Mark Millar, y recursos suficientes como para recrear un mundo a su medida. Pero falta la esencia, una buena historia que guíe esa potencia descontrolada. En una serie con diversas líneas temporales, el presente no funciona porque se centra en una trama menor que solo sirve para presentar a los personajes; el pasado tampoco, porque al intentar contar cómo los protagonistas consiguieron sus poderes, los capítulos caen en clichés trillados, poco originales y decepcionantes.

La representante española del mes también pasa muy desapercibida. El tema de la guerra de las radios deportivas en los años 90, léase García contra De la Morena, pintaba muy bien y más aún para aquellos que vivimos durante nuestra juventud aquellas largas noches con la radio encendida. Sin embargo, Reyes de la noche (Movistar+) no acaba de encontrar el tono correcto: bien ambientada y con buenas interpretaciones, ni profundiza en unos personajes bastante caricaturescos, ni tiene claro dónde posicionarse. Comienza de forma muy descriptiva, ciñéndose a recrear la radio de la época, y termina intentando convertirse en una comedia loca, forzando situaciones y pequeñas tramas inverosímiles para arrancar alguna carcajada. Al final, se queda en tierra de nadie; en algún lugar entre una historia basada en hechos reales y una comedia de enredo disparatada. Se deja ver, pero no cala.

Antes de terminar con mi habitual referencia a la comedia, este mes hay que abrir un pequeño gran apartado para las series nórdicas. Parece que las plataformas nacionales están apostando por salirse de lo más convencional y ven potencial en el aire fresco, tirando a gélido, que viene de las producciones escandinavas. De producción más modesta, están plagadas de buenas ideas.

Quizás la primera de estas series es la menos sorprendente, porque hace años que Dinamarca ha dejado de ser una desconocida en el mundillo de la televisión, situando sus series en el mapa internacional. No olvidemos que algunas adaptaciones anglosajonas como The Killing (AMC) o The Bridge (FOX) tienen sello danés; también la exitosa Borgen (DR1), triunfante con su propuesta de drama político en Netflix. Que viene el lobo (Movistar+), cambia, sin embargo, el registro. Su historia es más pequeña, aunque no menos impactante: la de una niña de catorce años que acusa a su padre de malos tratos. A partir de aquí, se desencadena todo un procedimiento que trata de poner por encima de todo lo demás el bienestar de la menor, pero que presenta zonas grises, intentando que el espectador pueda ponerse en la piel de todas las partes afectadas. Sin hacer spoiler, se mantiene en todo momento la duda sobre si esta denuncia es real o una venganza de la adolescente hacia su padrastro. La serie tiene un ritmo pausado, pero, a la vez, el espectador siente que están pasando cosas; que lo que todo lo que nos cuentan aporta de una manera u otra algo a la historia.

Siguiendo con este pequeño repaso, si Borgen hacía reflejaba la alta política danesa, The Minister (AMC España) nos trae una visión más naif e idealista de su pequeño país de origen, Islandia. La serie nos presenta un primer ministro entusiasta y bonachón que gana las elecciones prometiendo hacer una política honesta y más cercana al ciudadano. Poco a poco, las presiones y la tensión del cargo irán haciendo mella en el personaje y dando paso a una segunda parte de la temporada más relacionada con los problemas mentales. Serie correcta y entretenida, lejos de la complejidad de las grandes series políticas del momento y que, a pesar de ello, deja muy buen sabor de boca.

Para acabar el apartado de series nórdicas, nada mejor que una serie ambientada en un pequeño y remoto pueblo de Noruega: Bienvenidos a Utmark (HBO) recuerda en ciertas ocasiones a la icónica Doctor en Alaska (CBS), mezclada quizá con los tintes surrealistas de Fargo (FX). Estamos aquí en un pueblo alejado de la civilización donde cada vecino tiene un secreto inconfesable y en el que las fricciones entre los escasos parroquianos son constantes. Así, tendremos como protagonistas, entre otros, a un pastor alcohólico, a un sheriff adicto al juego y con la enfermedad de Crohn, a un sami al que le pierde su arrogancia y que trafica con vodka… Estos personajes tan singulares son el principal motor de una serie cuyo principal fallo es la ausencia de una buena historia que sirva como hilo conductor. No obstante, conocer poco a poco cada una de las rarezas del pueblo y la forma de sus habitantes de afrontar sus cuitas es un aliciente más que suficiente para mantenernos enganchados. Al final, no queremos abandonar Utmark.

Antes de despedirnos, solo queda mi ya tradicional recomendación humorística, que este mes estaba ya reservada para la tercera temporada de la siempre genial Master of None (Netflix). Esta vez, su creador y gran protagonista, Aziz Ansari, ha decidido dar un giro de ciento ochenta grados a su serie, convirtiéndola en un drama sobre relaciones de pareja; da un paso a un lado y deja todo el protagonismo a un personaje secundario de las anteriores temporadas, Denise, interpretado por Lena Waithe.

Así que. como no pienso dejaros sin recomendar una buena comedia, tenía en la recamara desde hace un tiempo Breeders (FX), que nos muestra la frustración y sacrificios de un matrimonio con dos hijos pequeños. Martin Freeman, que está pletórico como padre abnegado, pero con problemas para controlar la ira, muestra muy buena química con Daisy Haggard, madre que intenta mantener el equilibrio entre padre e hijos. Comedia irreverente y deslenguada que rompe muchos tabúes sobre las relaciones paternofiliales.

Y ahora sí, me despido con una sonrisa hasta el próximo mes, que anuncia peligrosamente la llegada del verano. Espero veros a todos por estos lares para seguir compartiendo momentos seriéfilos. Para entonces, lo prometo, ya habré dejado el sayo.

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