NELINTRE
Cinefórum

Cinefórum CCCXXXV: «Una habitación en la ciudad»

La semana pasada íbamos de viaje al cine francés, viejo conocido de nuestro cinefórum. Para no alejarnos, vamos a seguir por tierras galas aprovechando una tenue conexión: 1280 almas fue la ganadora del premio del sindicato de críticos cinematográficos de Francia en 1981. El año siguiente, la ganadora fue Una habitación en la ciudad, la película de esta semana y una muestra de la variedad existente en el cine francés de la época.

Una habitación en la ciudad (Une chambre en ville en su título francés), está dirigida por Jacques Demy, uno de esos extraños casos en los que un autor de éxito queda eclipsado en su propio campo por su pareja. Demy ganó fama internacional gracias a Los paraguas de Cherburgo, una película musical de culto que ganó la Palma de Oro y tuvo cinco nominaciones a los Oscar. Además, lanzó a la fama a Catherine Deneuve. Sin embargo, su prestigio fue cayendo de manera progresiva, llegando a trabajar en el mercado británico en títulos como El flautista de Hamelin; cayendo en la comedia más básica con No te puedes fiar ni de la cigüeña; y adaptando un manga en 1979 con Lady Óscar, una reinterpretación de La rosa de Versalles coproducida por la mismísima Toho, entre otras compañías. A lo largo de todo ese proceso, nunca dejo de ser el marido de Agnès Varda. Algo normal, porque frente a esa carrera, notable y curiosa, Varda era la gran autora, referencia casi inevitable, del cine francés.

Por eso, en 1982 Una habitación en la ciudad podía ser vista como una reivindicación de Demy, un autor que había pasado de la mayor trascendencia cultural a poco más que una sombra comercial de su propio pasado. Motivos para esa recuperación existían, porque en la película se volvía a la Francia occidental y se hablaba de la conflictividad social y las relaciones entre las clases económicas… mientras se cantaba. Un musical moderno que en el fondo entronca con la ópera popular y huye de los artificios, de los bailes y de los añadidos para tratar de que esa especie de prosa cantada sirva para que los personajes se expresen de manera más clara.

Progefi – TF1 Films Production

Ese maridaje entre lo artificioso del musical y lo naturalista de la situación contada, entre una huelga y las relaciones sentimentales de un trabajador, resulta chocante, pero consigue una retroalimentación muy clara. Cuando los personajes cantan nos abren su alma, se permiten actos excesivos sin romper la credibilidad y se potencia lo dramático. En realidad, pese a que a día de hoy nos resulte extraño, es posible que Demy conecte con lo más básico de la narrativa popular; con la narrativa en la que la historia alcanza a los espectadores pese a que la forma resulte irreal. En ese sentido, Una habitación en la ciudad es cine popular en estado puro; no una veleidad intelectual o una obra pretendidamente elevada, sino un intento de contar algo importante lleno de emoción y dramatismo. Y en esas coordenadas es un triunfo absoluto.

Ismael Rodríguez Gómez
Últimas entradas de Ismael Rodríguez Gómez (ver todo)

Publicaciones relacionadas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Botón volver arriba